lunes, 4 de diciembre de 2017
Y love Babel
Quiero cantarte 1 cancion
en 1 idioma
inventado solo para ti
tan para ti lo
que ni siquiera yo
lo entienda.
Y que tú hagas lo mismo.
Y que al tirar a 4 manos
todas nuestras palabras viejas
por el balcón de babel
sin contar quién pierde más
o quién tenia menos
nos digamos todos los silencios
dejemos de entendernos
y empecemos
por fin
a comprendernos.
sábado, 18 de noviembre de 2017
Programa
Deberíamos ser capaces
de crear
sólo con nuestras manos
un amor sin código de barras
un cariño no profesional
una confianza con ventanas al hoy
un pacto
para no tomarnos tan en serio
pero tomarnos con ganas.
Ir desnudos todo el tiempo
para evitar la tentación
de guardarnos nada en los bolsillos.
Abolirnos como propiedad privada.
Organizar en los balcones una reforma agraria.
Un país sin fronteras
que quepa en una cama.
Una revolución sin juramentos
para que no podamos traicionarla.
Y si no somos incapaces de cumplir
todos los puntos de este programa
retirarnos en silencio y asumiendo
que por lo menos lo intentamos.
Recoger nuestras sonrisas
en los carteles de la calle.
Tomar el primer tren
con destino a ninguna parte.
Conocer a alguien
para empezar a conocernos.
Y soñar
una vez más
con cambiar el mundo
al cambiarnos
mientras desalojamos
de todos los palacios
los inviernos.
lunes, 23 de octubre de 2017
Cracovia sin ti. Capítulo 1
Daniela, lágrima de arena
DANIELA ABRE LA puerta, recibe la caricia de Gato procurando no agradecerla y al cerrar da dos vueltas completas de llave, coloca el pasador, la cadena y ajusta el pestillo. Se deja arrastrar por el gato hasta la nevera y el ritual de la leche, la música antes que la desnudez, el cigarrillo número doce aunque lo que le apetece es un café, reguero de ropas hasta el cuarto, la cama inmensa y vacía de él, que la llenaba tanto.
A la cama, piensa, a la cama.
Yo estoy bien, yo estoy bien, yo estoy bien.
Para.
Sabe que repetirse esa obviedad (porque estoy bien) media docena de veces (pero estoy bien), equivale a reconocer que está fatal.
—¡Y yo estoy bien! —le grita a Gato.
Gato no se inmuta.
El gato es el mejor amigo de la mujer, piensa Daniela, el perro lo es del hombre.
Igual puede sacar algo de eso, mañana, en la agencia.
Una buena idea que antes de llegar a convertirse en spot para la tele pasará por mil filtros para que otros, más encumbrados, con más experiencia, y HOMBRES, puedan apuntarse el tanto. Aunque todos sepan que la idea, como tantas otras, ha sido de la chiquita ésa, ayudante de ayudante de copy, becaria hasta hace unos meses, y suerte que has tenido, porque su título de universidad privada de provincias, pagado con tantas noches trabajando de camarera, no es un título de VERDAD, y haber llegado al oficio de la publicidad con veintitrés y usando sujetador es un impuesto a pagar.
«“Un sujetador lleno de talento»”, como le dijo hoy el cerdo de Bermúdez, supuesto Director Creativo que ni crea ni dirige: “«¿por qué no tomamos una copa después de la oficina, Daniela? Sabes que puedo hacer mucho por ti ... y espero que no me interpretes mal... ”punto“ Que no, Bermúdez, bien que te interpreto, me quieres comer la cabeza para llevarme a un hotel y que yo te coma otras cosas. ¿Sabías que las chicas de la agencia te llaman Fernando Alonso, porque al parecer ostentabas un récord de velocidad insuperable, pero ahora dicen que no llegas nunca al final de la carrera?”» punto.
—Y un nuevo enemigo ganado, no tenías que irte a la cama con él y te sobran tablas para esquivarlo el tiempo suficiente como para asentarte en el trabajo y que deje de IMPORTAR lo que opine un jefe de segunda fila, porque una vez que conocen tu trabajo… No estarías de casi lleva cafés, hazme fotocopias, avisada a última hora de las reuniones creativas de base, porque a las otras, las reuniones de la sexta planta, no te llaman.
Daniela sacude la cabeza.
Juraría que Gato HA DICHO todo eso, ella vio cóomo su boca partida se movía.
Se despoja de la ropa interior y gatea hasta el gato.
Lo acaricia y recibe su ronroneo. El gato se llama "«Gato"» porque Daniela no quiere ponerle nombre a nada.
—Eres lo único masculino que no detesto —susurra.
Entonces recuerda que hace un año, cuando Gato llegó por la ventana a este piso cuyo alquiler consumía casi los ingresos de Daniela deseecque debía pagarlo sola, lo llevó al veterinario para que lo castraran, pero cambió de idea en el a último momento.
Y jura, una vez más, que no era un acto simbólico y que no tuvo nada que ver con Daniel.
Ya cometió el error.
Nombrarlo.
Padecer ese temblor que odia y que la sacude hasta cuando escribe su propio nombre, antes de llegar a la "«a"» salvadora.
Daniel por todas partes, encima, debajo, escribiendo en las paredes con mil colores y mil tipos de letras la palabra siempre.
Daniel guisando, peligro inminente, caos de cacharros, salsa en el techo y sangre en la arena. El futón de color arena, la alfombra de color arena, su piel de color arena. La misma arena en la que trató de enterrar el cuerpo voluptuoso (se había operado las tetas, joder) de Leticia cuando los pilló juntos en su futón de color arena y se le cayó el castillo para siempre.
Manotea el aire para espantar el recuerdo pero permanece, en esta nueva casa ya no hay NADA de color arena, y aún así, Leticia desnuda y, pese al dolor y el espanto, el resquicio para captar, notarial, su cuerpo (lo que me faltaba, además de cornuda, lesbiana reprimida, piensa que pensó aquella mañana al volver y sorprenderlos), su cuerpo hundido en el futón, putón, putón, gritó o creyó gritar mientras se comía las palabras, porque la música, en casa siempre la música y por eso no la oyeron llegar y hasta se permitió el gritito cómplice y ridículo, nunca lo llamaba Osito delante de los demás, para proteger su aspecto de ejecutivo alternativo de empresa de Comercio Justo pero Daniel no había respondido, sordo por sus propios gemidos y el sobresalto de pensar un ataque, se está muriendo y he llegado a tiempo, un ataque y correr al cuarto y verlo hincado sobre el putón, sobre el futón, Leticia, amiga-lapa a la fuerza, “«pero Osita, no puedes ser tan ermitaña, si la chica cree que eres un genio y quiere ser tu amiga, para qué rechazarla, quiere ser como tú” », había dicho él, tan razonable; y como Daniela era, la cabeza hundida en el futón (¿cómo no me ahogo cuando hacemos eso?, alcanzó a pensar su mente antes de comprender que NO ERA ella la que estaba debajo de Daniel.
Más que rabia, lo que Daniela sintió fue caparazón.
Caparazón no es una superficie que cubre el cuerpo de ciertos animales, caparazón es una sensación y, no señor, digan lo que digan los herederos de Jaques Costeau, caparazón va por dentro. Es algo que se cierra y no volverá a abrirse nunca más. Caparazón.
Ahora, en esta casa sin huellas de Daniel y sobre la alfombra azul, no más arenas en su vida, evoca con un triste vestigio del orgullo su reacción frente a la simbiosis putón-futón.
Recuerda que retrocedió hasta tener el mejor angulo y los grabó con su teléfono mientras se fundían, con sonido y todo, qué ridículo el orgasmo de Leticia, que sólo sabía maullar al borde de la histeria. Luego dejó la el movil sobre la cómoda, grabando , y mientras él se derrumbaba sobre ella y sobre la arena, mientras volvían al mundo terrenal, Daniela empezó a aplaudir, acompasada y feroz.
Poco más.
Solo la explicación sin explicación de Daniel, el pánico de Leticia, y el pecado imperdonable de manchar en el descuido el futón color arena. Antes bromeaban sobre la conveniencia de ponerle fecha a las manchas, a las constelaciones manchadas del futón, el amor resiste hasta el wip exprés, decía él cuando entre abrazo y abrazo pasaban revista al mapa de viejas manchas.
El resto, borroso.
Sólo el aplauso vengador y lento que no cesó mientras buscaban la ropa, se vestían cómo podían y Leticia partía primero y él estaba a punto de seguirla, pero vacilaba y volvía atrás, para boquear una disculpa, una fórmula mágica, todo inútil frente al aplauso gélido de Daniela, que siguió marcando en cada golpe una porción de caparazón al cerrarse, siguió cuando ya era de noche, cuando revisó el vídeo y lo vio cien veces para dejar de llorar, y lo envió por whatsapp y por mail al querido y adinerado novio de Leticia, al padre de Leticia, al trabajo estúpido pero bien pagado de Leticia, y, por supuesto, al correo electrónico de Leticia.
Se duerme así, herida, sobre la alfombra azul y con el gato sobre el pecho. Se duerme de espaldas al espejo y eso le ahorra la humillación de comprobar que, en esa media luz, su piel tiene color de arena.
El timbre, destemplado. Esa palabra tiene posibilidades, piensa mientras va hacia la puerta.
¿Qué hora es? Posibilidades pero difícil de pronunciar y en un anuncio es importante que las palabras queden. Son las tres de la mañana. Mira por la mirilla (apuntar el juego de palabras), y dice algo que nunca podría usar para un spot:
—¡Me cago en mi puto padre!
Rescata una camiseta de la cesta de la colada, se la pone y abre la puerta.
Es su puto padre.
—No entiendo.
—¿Qué hay que entender, hija?
—No me llames hija. Tengo un nombre, aunque igual no te acuerdas.
—Joder, Daniela, si acudo a ti es porque…
—… porque no tienes a nadie más. ¿Y crees que eso lo mejora?
El puto padre tiene unos 50 años y lleva el pelo como si nadie le hubiera avisado que los 70 han quedado atrás. Es delgado y después de tanto tiempo sin verlo, Daniela ODIA reconocer en sus rasgos algunos rasgos que ve cada mañana en el espejo.
El puto padre lloriquea, sin lágrimas, en letanía, como si a ella le importara el resumen de sus fracasos:
—…y ya sabes que mamá tenía sus asuntos, desde que eras pequeña siempre has sido muy lista y supongo que lo sabías. Incluso cuando te fuiste…
—Cuando me echaste.
—…ella ya salía siempre sola, me había perdido el respeto.
—El respeto se gana. Si te lo pierden, será por algo.
—…y además, la fábrica cerró, me echaron a la calle, Daniela, ¡Después de tantos años de servir sin rechistar!
—Eso es cierto: hasta donde recuerdo, cada vez que tocaba despedir gente, te encargaban hacerlo a ti. Creo que disfrutabas con eso.
—No seas cruel. Después, tú no lo sabes, como nunca llamas ni escribes…
—Escribí cuando me moría de hambre y me devolvías las cartas.
—…después intenté montar un taller de confección por mi cuenta, pedí un crédito, pero todo está organizado para que el pez grande se coma al chico, y …
—Abrevia, Manuel. No tengo toda la noche, ¿sabes?
—¡Que tu madre me ha echado! Quiere rehacer su vida, creo que tiene a alguien…
—Y entonces…
—Entonces me vine a Madrid, a buscar trabajo. Sabes que soy bueno en lo mío y …
—¿Cuánto tiempo, Manuel?
—¿Qué?
—¿Qué cuanto tiempo necesitas quedarte en MI casa, a la que llegas seis años después de haberme ECHADO de la TUYA?
—Yo… en un par de meses estoy seguro de que conseguiré algo.
Manuel tiene ojos de perro triste.
Daniela recuerda lo que hace unas horas pensó de los perros: son amigos del hombre, pero no entienden a la mujer. Su puta madre nunca le cayó bien, pero al menos tenía carácter.
Manuel siempre ha vivido como pidiendo perdón por respirar.
La primera imagen de él que recuerda viene del pozo del tiempo: le parece verlo desde la cuna, cantándole una nana que sonaba a disculpa.
Daniela ha buscado dos mantas y una almohada en el armario, las ha tirado sobre el sofá donde su puto padre sonríe agradecido, y siente ganas de patearlo.
No es su padre ya.
Nunca lo fue.
Es un hombre. Si se queda más de dos meses tendrá derecho a caparlo.
Y esta vez no dudará, como con Gato.
—Este es el trato, Manuel: esta noche te quedas, en el sofá. Mañana, veremos. Pero te advierto: es MI casa, son MIS reglas y procura no tocarme MIS ovarios.
Su puto padre asiente, acaricia a Gato.
—¡Y deja de malcriar a MI gato!
Daniela no logra dormirse y extraña el maldito fantasma de Daniel, aunque cada vez se parece menos a Daniel y más al recuerdo perfeccionado: Daniel muere el día ANTES de que ella lo pille con Leticia en su futón arena. Daniel es aplastado por un piano que cae de un piso 122, y su último adiós es musical. (Tal vez podría sacar una mano vacilante entre las tablas reventadas, desde abajo, y con tres dedos quebradizos trazar un acorde lúgubre, una canción de amor y despedida, ¿algo en plan celta, con praderas verdes y demás? No hay que pasarse, piensa Daniela mientras gira en la cama porque acaba de recordar algo que había olvidado de su puñetero padre: RONCA.
Y el bramido atraviesa las paredes y retumba en su cuarto.
En cualquier caso, lo del piano, aunque clásico, tiene su encanto.
Ya que no ha de dormir, bracea bajo la cama hasta hallar el iPad, único tesoro que pudo permitirse desde que tiene que correr sola con todos los gastos de la casa tras la fuga-desalojo de Daniel.
En realidad, se dice, yo no corro con los gastos, ellos me persiguen. Y siempre me alcanzan.
Acaricia el aparato como lo haría el bicho asqueroso de El Señor de los anillos, lo enciende y abre el archivo titulado:
Muertes perfectas para Daniel (Listado provisional)
Es un archivo largo.
Daniela duda si colocar lo del piano al final o proceder de una vez a la clasificación por variedades mortales, que van desde las rápidas e indoloras (7 propuestas), a las lentas y penosas (123 propuestas), pasando por las absurdas e indignas (233).
Decide que dejará esa empresa para otra noche en blanco. Y coloca lo del piano en una carpeta accesoria, titulada «Muertes a revisar».
Ojea los documentos y ríe: lo de las hormigas carnívoras en sus calzoncillos (color arena), eso sí que fue bueno. Si sigue así, podrá escribir un libro sobre venganzas para castigar hombres infieles, que sería un éxito de ventas seguro, con tanto cabrón suelto y salido.
Pero no lo firmaría con su nombre.
No, si escribe el libro de las venganzas, lo firmará con un seudónimo: Leticia. Leticia Futón.
Ríe tanto que llora, ¿por qué no podré hacerlo al revés, también, cuando lloro hasta el páncreas, los cartílagos, las gotas de sangre, el vino que bebíamos a morro y bien frío, manchas sobre el futón, vino de botella, vinos de nuestros cuerpos, lágrimas de incredulidad feliz, vino in véritas para mojar de lágrimas toda la mentira?
Daniela abre la puerta y Gato entra huyendo del huracán de ronquidos de su puto padre. Y piensa que su puta madre, por lo menos, puede presumir del mérito de haber logrado dormir junto a eso durante un montón de años.
Salvo que fuera sorda.
Que Daniela recuerde, nunca dio señas de escucharla cuando más la necesitaba.
Abraza a Gato y al estirar la mano choca con algo frío. Botella vacía o casi, resto delator de vino blanco.
O sea que había bebido y por eso.
Lloraba por eso.
Borracha, tumbada, se mira en el espejo.
Es el único mueble que conservó de la casa, el resto fueron a la basura.
Y guardó el espejo para que con su ojo ciego le recordara la escena que aún conserva en video y visiona cuando el vino es mucho y las lágrimas más.
Hace meses que dejó de enviarle copias a todas las amigas comunes que tuvo con Daniel. Una noche lo vio sobria y tuvo que admitir que el cabrón salía muy bien parado en esa escena.
Y las perras de sus amigas comunes la miraban de un modo extraño. Por eso tiró a la basura a esas amigas, cada mueble y cada foto, y sólo se quedó con el vídeo y con el espejo. Para recordar algo importante:
—Nunca volveré a confiar en un tío, Gato. Aunque ame como un tigre y ría como un cachorro. Nunca.
El espejo le muestra una Daniela ebria y de mirada triste en grandes ojos.
No es ella.
Tiene un cuerpo maldito que lleva a los tíos a mirar antes su culo que su inteligencia, y odia eso.
—Mañana iré al trabajo con un tanga en la cabeza, a ver si así me miran el cerebro —dice. Y luego recuerda que lo más probable es que mañana se quede sin trabajo.
Luego se duerme, soñando nada.
domingo, 22 de octubre de 2017
miércoles, 18 de octubre de 2017
Prólogo de Loreto Sesma para Cracovia sin ti.
(cuando alguien escribe algo así solo una novela tuya y sabes que lo siente de verdad, a la palabra gratitud le faltan letras).
La mayoría de nuestro pasado se escribe en personas, en nombres que pasaron por nuestra vida dejando un rastro de minas o de flores (a veces dudo de si son lo mismo). Quizás el amor y el odio sean igualmente lo mismo, quizás el recuerdo y el olvido también. ¿En qué se diferencian pasado y futuro si el último se escribe a partir de lo sucedido en lo primero? A lo mejor todo es una misma manera de mirar pero con un horizonte distinto. El tiempo tiembla y tambalea porque sabe que en el fondo sólo pone el camino, y que nosotros somos los que ponemos la historia.
Salem dice que “volver es el título de un tango y un verbo con trampa”, y tiene razón. Nunca se sabe si el que vuelve es el cobarde o el valiente, el hijo pródigo de una historia sin terminar o la pieza indispensable para que vuelva a funcionar el engranaje. El amor dispara y la vida se improvisa, y esa es la premisa que rige el mundo. Las estaciones y el amor construyendo el camino, como ocurre en este libro. Esta no es más que la historia de dos tarados (porque sólo los locos se enamoran hasta la médula) que deciden venir a sacarte de tu rutina de raciocinio y oficina, de trayectoria pactada. Te das cuenta, sin embargo, de que a tu vida le hace falta una pizca de magia y vuelo, de locura y desenfreno, de Cracovia. Pero bueno, eso es lo que ocurre cada vez que uno se sienta a hablar con Carlos, porque es lo que se llama un contador de historias. Siempre he admirado la manera en la que cose y teje, enreda y libera los hilos perdidos de una anécdota y, sin saber cómo, acaba convirtiéndolos en historia.
Salem ronda el rock y el tango, como una canción que te hace bailar incluso cuando todo lo de alrededor se derrumba. Justo como el amor. Justo como todo lo que merece la pena. Por eso también este libro se lee en braille, como un corazón se puede descrifrar en morse, como se puede sobrevivir a la hecatombe de una historia que ya no fluye sino que cruje. Un recuerdo es una telaraña, un buen libro también. Y por eso tienen la capacidad de atraparte hasta querer convertirte en víctima sólo por el placer de poder compartir hilo y boca, justo antes del primer mordisco (que además tú imaginas como beso), con tu asesino. Somos todo lo que hemos leído, todas las historias que hemos vivido entre las páginas de un buen libro. Buscas convertirte en el espejo de sus personajes, quieres encontrar el paralelismo con la realidad, y yo sólo sé que al terminar estas páginas vas a querer vivir esta historia. Vas a querer ser Daniela y Daniel, Gato, incluso primavera.
Empecé a leer a Salem hace algunos años y no sé cómo lo hace que siempre acaba sorprendiéndome. Cada vez que la vida y un bar nos ha juntado, he acabado escuchándolo y asistiendo a sus historias como si fueran el oráculo de Delfos, ahí donde los griegos se consagraban a las musas. Decía antes que es un contador de historias, pero también es un maestro. Y con este libro no hace más que demostrarlo una vez más, jugando a un ajedrez en el que incluso los detalles que aparentemente son insignificantes luego se convertirán en alfiles desafiantes, como queriendo recordar que una guerra la gana un ejército, y no un sólo rey.
Juntando azar y destino, amor a destiempo y tiempo conjugado en un “quizás” que al pronunciarse se confunde con promesa; Salem consigue de nuevo combinar el desastre de dos historias que parecían imposibles en un amor tan real como la herida y tan dulce como un reencuentro. Parece sonreír al otro lado de las páginas, como observándote en su tela de araña mientras tú sólo quieres ser víctima sólo por el placer de compartir historia con tu depredador. Ese es el pacto que asumes al empezar esta novela: dejarte atrapar sabiendo que la trampa, como es propio de Salem, es una buena historia. Sabiendo que él siempre gana, quizás porque es el primero que nunca sabe cómo acabarán sus propias historias, “acaso por sabe algo que los demás ignoran”.
jueves, 12 de octubre de 2017
miércoles, 11 de octubre de 2017
Lázaro
Hoy murió mi padre.
A medio mundo de distancia, en este costado de mí donde se pudre todo lo que no le dije.
Cuando yo era un nene, esperaba que él fuera un superhéroe.
Y no supe ver que lo era, que lo siguió siendo cada día de esos 86 años que se acabaron anoche, aunque todos esperábamos a pie de página ese "te be continued" al que tanto nos acostumbró.
Deja detrás una familia frondosa, en la que su huella permanecerá, no como signo de propiedad, si no como las marcas del amor, invisibles y evidentes.
La última vez que lo vi en persona, hace unos meses, acababa de salir, casi intacto como casi siempre, de uno de esos valses que bailaba con la muerte.
Me fui sabiendo que una noche él no podría parar de bailar antes del final del disco.
La muerte también lo sabía, pero volvía desde hacía años a pedirle un baile más, a dejarlo ir para que regresara otra noche a decirle al oído esas cosas que les dicen los poetas a la muerte.
Al otro lado del mundo, un certificado médico dictamina que el baile de mi viejo se acabó.
Los certificados no tienen ni puta idea, son todo lo contrario de un poema.
Dicen que murió mi padre.
Yo solo sé que estuvo vivo
Te quiero, viejo.
Te quise siempre, como eras.
Te lo dije poco.
Porque vos sabías que yo sabía que sabías.
Y en ese juego de palabras me perdí un montón de abrazos.
Aprendí a no extrañarte para que esta distancia de medio mundo no me hiciera daño cuando este momento llegara.
Ahora tengo que aprender a extrañarte cada uno
de los días que me queden.
Nunca te dediqué un libro en particular, porque te los dedicaba todos.
Me hice escritor para cumplir tu sueño, en lugar de ayudarte a cumplirlo.
Ahora no puedo dejar de serlo.
No puedo ordenar a mis palabras que dejen de llorar.
Soy tu sombra.
Antes de irte, dejaste el sol encendido, para volverme nítido.
Y aquí sigo, mirando al sol a los ojos, como si fuera ese Dios en el que creías, esperando una explicación que no podría darme aunque existiera.
Te llamabas Lázaro, por eso cada vez que te morías volvías a nacer.
A lo mejor esta vez alguien escribió mal tu nombre, ignorando que las palabras son la vida.
Me quedo acá, más vivo que nunca, porque se reparte entre todos los tuyos esa vida que te salía por los cuatro costados.
Más vivo.
Más solo.
Chau,viejo.
Nos vemos
como siempre
en los espejos.
miércoles, 4 de octubre de 2017
Mi viejo
MI VIEJO
Mi viejo es la breve admiración
que duró lo que mi infancia
una desconfianza adolescente
y después
desde hace un tifón de años
este amable desencuentro.
Es la rabia de recordarlo cantando
feliz
como si supiera.
Mi envidia por su labia capaz de vender
helados en el desierto.
Su falta absoluta de pudor
que es la otra cara
de esta timidez
que disfracé de osadía
y ya no sé como quitarme.
No soy justo con él.
Sé que ha sido un hombre bueno
que intentó ser un buen padre a su manera
también un buen abuelo
y un buen marido para sus mujeres.
Cuando los dos aun éramos jóvenes
renunció a tratar de entenderme
y yo a necesitar que me entendiera.
Alguna fuente oficial malinformada
dirá que aún estamos a tiempo
de decirnos todo esto.
Pero mi viejo y yo siempre supimos
que para nosotros era tarde
cuando todavía era temprano.
Somos dos charlatanes que no se hablan casi nunca.
Mientras escribo esto
mi viejo sigue vivo
o eso creo.
En 11.000 kilómetros
caben todas las noticias puntiagudas
que vendrán a apuñalarme
un día cualquiera.
Mi viejo y yo
tenemos tanto en común
como un viandante y un astronauta.
Pero yo no descubrí ninguna estrella.
Y él
por lo que sé
pasea cada vez un poco menos.
Mi viejo
es ese tipo
al que me voy pareciendo
cuando me miro
con la luz apagada
en los espejos.
martes, 26 de septiembre de 2017
Cracovia sin ti: Prólogo de Loreto Sesma
La mayoría de nuestro pasado se escribe en personas, en nombres que pasaron por nuestra vida dejando un rastro de minas o de flores (a veces dudo de si son lo mismo).
Quizás el amor y el odio sean igualmente lo mismo, quizás el recuerdo y el olvido también.
¿En qué se diferencian pasado y futuro si el último se escribe a partir de lo sucedido en lo primero?
A lo mejor todo es una misma manera de mirar pero con un horizonte distinto.
El tiempo tiembla y tambalea porque sabe que en el fondo sólo pone el camino, y que nosotros somos los que ponemos la historia.
Salem dice que “volver es el título de un tango y un verbo con trampa”, y tiene razón. Nunca se sabe si el que vuelve es el cobarde o el valiente, el hijo pródigo de una historia sin terminar o la pieza indispensable para que vuelva a funcionar el engranaje.
El amor dispara y la vida se improvisa, y esa es la premisa que rige el mundo. Las estaciones y el amor construyendo el camino, como ocurre en este libro.
Esta no es más que la historia de dos tarados (porque sólo los locos se enamoran hasta la médula) que deciden venir a sacarte de tu rutina de raciocinio y oficina, de trayectoria pactada.
Te das cuenta, sin embargo, de que a tu vida le hace falta una pizca de magia y vuelo, de locura y desenfreno, de Cracovia.
Pero bueno, eso es lo que ocurre cada vez que uno se sienta a hablar con Carlos, porque es lo que se llama un contador de historias. Siempre he admirado la manera en la que cose y teje, enreda y libera los hilos perdidos de una anécdota y, sin saber cómo, acaba convirtiéndolos en historia.
Salem ronda el rock y el tango, como una canción que te hace bailar incluso cuando todo lo de alrededor se derrumba. Justo como el amor. Justo como todo lo que merece la pena.
Por eso también este libro se lee en braille, como un corazón se puede descrifrar en morse, como se puede sobrevivir a la hecatombe de una historia que ya no fluye sino que cruje.
Un recuerdo es una telaraña, un buen libro también. Y por eso tienen la capacidad de atraparte hasta querer convertirte en víctima sólo por el placer de poder compartir hilo y boca, justo antes del primer mordisco (que además tú imaginas como beso), con tu asesino.
Somos todo lo que hemos leído, todas las historias que hemos vivido entre las páginas de un buen libro. Buscas convertirte en el espejo de sus personajes, quieres encontrar el paralelismo con la realidad, y yo sólo sé que al terminar estas páginas vas a querer vivir esta historia.
Vas a querer ser Daniela y Daniel, Gato, incluso primavera.
Empecé a leer a Salem hace algunos años y no sé cómo lo hace que siempre acaba sorprendiéndome.
Cada vez que la vida y un bar nos ha juntado, he acabado escuchándolo y asistiendo a sus historias como si fueran el oráculo de Delfos, ahí donde los griegos se consagraban a las musas.
Decía antes que es un contador de historias, pero también es un maestro. Y con este libro no hace más que demostrarlo una vez más, jugando a un ajedrez en el que incluso los detalles que aparentemente son insignificantes luego se convertirán en alfiles desafiantes, como queriendo recordar que una guerra la gana un ejército, y no un sólo rey.
Juntando azar y destino, amor a destiempo y tiempo conjugado en un “quizás” que al pronunciarse se confunde con promesa; Salem consigue de nuevo combinar el desastre de dos historias que parecían imposibles en un amor tan real como la herida y tan dulce como un reencuentro.
Parece sonreír al otro lado de las páginas, como observándote en su tela de araña mientras tú sólo quieres ser víctima sólo por el placer de compartir historia con tu depredador.
Ese es el pacto que asumes al empezar esta novela: dejarte atrapar sabiendo que la trampa, como es propio de Salem, es una buena historia. Sabiendo que él siempre gana, quizás porque es el primero que nunca sabe cómo acabarán sus propias historias, “acaso por sabe algo que los demás ignoran”.
Loreto Sesma
2017
sábado, 23 de septiembre de 2017
Nueva reseña en Le Nouvel Observateur
jueves, 31 de agosto de 2017
Un animal con la piel extendida
La gente cruza los puentes
como si ese acto trascendental
no tuviera la menor importancia.
Como si los puentes fueran
meras prolongaciones
voladizas de las aceras
obras de ingeniería
cálculos de un señor
que nunca
cruzó
nada.
Un puente es
en realidad
un animal con la piel extendida
desafiándote a que lo pises.
La lengua de un dragón
que puede quemarte
de horror o de alegría.
Un puente
es la escenificación
del ego humano
que decide dónde cruzar un río
cuando el río
generoso
siempre ofrece
si lo caminas con calma
un lugar por donde cruzar
sin ahogarte.
Cruzar un puente es
cómo volar
sobre el vacío
sin abandonar la seguridad
del suelo.
Es decir que no es vola en modo alguno.
Lo que ignoramos
es que cada vez
que cruzamos un puente
el puente nos gasta
un poco más
y nos va comiendo los pasos
hasta que no nos quede
ninguno.
Cuando eso ocurre
solo tenemos dos opciones:
rendirse
cómo lo hacen
quienes nunca merecieron
llegar al otro lado,
o aprender a volar
de una puñetera vez.
Y sonreír
todo el tiempo
que dure
la caída.
miércoles, 30 de agosto de 2017
Cabalgamos
CABALGAMOS
Sabes
que los perros de la memoria
muerden
pero ya casi no ladran.
El porvenir nunca viene
-que ya lo advirtió don ángel-
pero vienes tú
derritiendo aceras
licuando soledades.
Los perros huelen mi sangre
como yo huelo tu carne
con hocico de mastín
con el rabo desafiante.
Y no hay futuro/ ni presente/
ni pasado/ pero hay aquí/ ahora/
tú/yo/
y un domingo que se abre.
El mañana es el placebo
que se inyectan los cobardes
y en este cuarto anochece
siempre a las seis de la tarde.
Los perros
hoy
aúllan para nadie.
El sol, cabreado,
busca a la luna
en vano.
Está desnuda en mi cama.
viernes, 9 de junio de 2017
Entrevista en Karmagazine.wordpress.com
jueves, 25 de mayo de 2017
Trabajos del amor nuevo
Compartir desayunos sin diamantes
2
Postergar la cena hasta después de devorarnos.
3
Desatar tormentas perfectas en el mar de tus entrañas.
4
Propinarte profundas estocadas
5
Amasar poemas-pájaro
6
Cazarte
7
Que el placer sea el pan nuestro
Y dárnoslo hoy.
8
Enmarcar las llagas y las heridas.
Fijarlas con besos de tornillo
Visitarlas de vez en cuando.
9
Mojarnos mutuamente
para refutar el dolor de los paraguas.
10
Fundar dentro de ti
en la que los árboles
y los agentes del orden
11
Ser dioses
Hacer de tu cama
y bailar abrazados en la trinchera
una vieja canción de amor
que nos suene nueva.
ya los estamos cumpliendo
sin convenio colectivo
porque todas nuestras horas
son extraordinarias.
Para que luego digan
que todos los poetas
domingo, 23 de abril de 2017
Poema sincero
(Dedico este poema a Pepe Ramos, quien con uno suyo me recordó el viejo anhelo de formar parte de esa larga tradición de poetas rencorosos en el desamor. Envidia de todos ellos, por ser capaces de responder a esa voz interna que en el primer momento le deseo lo peor a quien desama.
Gracias al poema de Pepe Ramos , encontré el camino para este poema, que evidentemente es una descarada apropiación del suyo, que él sabrá perdonar, ya que solo es rencoroso con sus ex y no es el caso.
Que nadie busque aquí destinataria con nombre y apellidos, no la hay, o en todo caso no la hay desde hace muchos años, pero en alguna ocasión me quedé con las ganas de expresar todo esto. Así que, gracias, Pepe, por ayudarme a ser un completo impresentable, jajaja).
Por una vez, seré sincero y te diré
que yo no quiero que seas feliz sin mi.
Consulté con bukowski, fonollosa y pepe ramos,
y me dijeron que resulta de lo más natural
rogarle a dios de los rencores
que todo te vaya fatal.
Pero como sabes,
no soy mala persona,
y por eso solo te puedo desear:
Que todos los hombres que te ponen
se crucen de acera para siempre.
Que dejes de gustarle a las mujeres.
Y que se te aparezcan la virgen y rajoy
cada vez que estés a punto de correrte.
Que tengas éxito, fama, fortuna,
y mucha, mucha, mucha soledad.
Que se te escapen el perro, el canario, y la tortuga.
Que tu vida sea una gran nave de Ikea
sin flechas que indiquen la salida.
Y que te pases los años que te quedan
comiendo insípidas albóndigas suecas
sentada en un sillón de nombre impronunciable.
Que se quede con tu cara el ministro de hacienda
Que te confundan en los aeropuertos
con la terrorista más buscada
(y por los estragos que causaste en mí,
estarían en lo cierto) .
Que tu padre gane la lotería,
la primitiva, el euromillón,
y el cupón de la ONCE,
un día después
de desheredarte.
Que en todas tu ruletas salga el cero
Que te quiera poquito y mal.
Que tus amantes batan
cualquier récord mundial de velocidad.
Que todos tus hijos te salgan músicos,
actores, o poetas.
Que me sigas sintiendo dentro
en sueños.
Que me olvides para volverme a recordar.
Que imagines lo que pudo haber sido
y no será.
Que llames a mi timbre, arrepentida,
y te equivoques siempre de portal.
Que llames a mi timbre,arrepentida,
y te equivoques siempre de portal.
Que llames
a mi timbre,
arrepentida,
y te equivoques
siempre
de portal.
martes, 11 de abril de 2017
La palabra prohibida
Soy la primera mujer.
Hecha del mismo barro que él.
A imagen y semejanza de un dios
que nunca me quiso comprender.
Me echaron del paraíso
por no aceptar
como obligación la maternidad
por ponerme arriba en el placer
y a la misma altura que el hombre
en la tarea de fundar la humanidad.
En realidad
me desterraron
por pronunciar
la palabra prohibida.
A él le fabricó un suplemento
a partir de una costilla.
Ella no era del mismo barro
y aún sigue pagando
un precio muy caro por el hueso.
A sus descendientes
las condenaron
a quitarse una costilla
para salir en las revistas.
A mí me pusieron como ejemplo
de lo que una mujer no debe ser.
Dijeron que yacía con demonios
y que me alimentaba de sangre
de bebés.
( Y lo de los demonios
puede que fuera cierto
pero es que los ángeles
son aburridos
y no saben tener sexo
sin pedir perdón después).
Me desterraron
por pronunciar
la palabra prohibida.
Fui la primera vampira.
El monstruo al que había que temer.
El borrón en el cuento perfecto
del creador.
El peligro de desobedecer.
Por lo que sé
a ella
la de hueso
y a sus descendientes
tampoco les va muy bien.
Las matan
porque quieren
o por no querer
les pegan más
les pagan menos
las fabrican en serie
teñidas de obediencia
y las condenan a rebajas
si se apartan del modelo.
Debería reírme de ellas
pero no.
A veces pienso
que el hueso y el barro
no se diferencian tanto.
Distinto material
y el mismo polvo
al final de los comienzos.
La otra mujer
era mi hermana.
Y que el hacedor se meta
donde le le quepa
su imagen y su semejanza
su perdón que no quiero
su árbol de la ciencia
y su juicio final
Más
ya
no nos puede castigar.
Por eso he venido a recordaros
hijas de eva
la palabra prohibida.
La que debéis repetir
y gritar
y grabarlos en la piel
y usar cuando queráis
que dejen de escucharos con desdén.
La que a mí
me costó el paraíso
que perdí
y doy por bien perdido.
La palabra NO.
Usadla cada vez que os simplifiquen.
Cuando os digan cómo
debéis vestir o desnudaros
a quién debéis amar y de qué modo.
Cuando os pongan limites
o pretendan compraros el dolor.
Y siempre
que os obliguen
a decir que sí.
Mi barro y vuestro hueso dirán NO.
Y cuando os pregunten
dónde habéis aprendido
la palabra prohibida
decidles que os la enseñó
vuestra querida tía
lilith.
domingo, 9 de abril de 2017
Parejitas
Los veo pasar de la mano.
Las veo pasar de la mano.
Y solo un imbécil señalaría
en ellos o en ellas
diferencias o anomalías.
Siguen siendo dos
pero con esa envidable ingenuidad
que les hace creerse uno o una.
La unidad que le descose
el dobladillo al tiempo.
Una bellísma bestia con dos corazones
que se empeñan en latir al compás
de su secreto a voces.
Creen haber inventado el sexo
y están en lo cierto.
El sexo es más que carne contra carne.
Es un poema que escriben con el cuerpo.
Las veo pasar. Los veo pasar.
Son un cuadro pintado
con los ojos cerrados.
Una fotografía que la vida
acaba de revelar.
Un color que antes de ellos o de ellas
no existía.
Cuando doblan la rectitud de las esquinas
se pierden de vista y suspiro aliviado.
No quiero ver
como la misma vida
que les dio
esa nitidez rotunda
empieza a despintarlos
lunes, 3 de abril de 2017
1 Cadillac viejo y flamante
Traigo en el maletero la culpa de sentirme nuevo.
Recién salido de la línea de montaje de la vida.
Sentimientos a estrenar y con los extras de serie.
Todos los puntos en el carné de los sentidos.
Los deseos, cromados como peces.
Y sin embargo sé que amé.
Que ya he cruzado sin luces este camino.
Debería conocer de memoria cada curva.
Desconfiar de la sonrisa de los precipicios.
Sé que amé
Como solo puede amar 1 coche nuevo.
Con hambre de carretera y el depósito lleno.
Nunca he respetado la dictadura del semáforo.
ni la embajada precaria de los pasos de cebra.
Me multaron por vivir en exceso de velocidad
Soy más de siniestro total, que de raspones.
Con la póliza del seguro hago barcos de papel
que no vuelan cuando los lanzo a contraviento.
No podría superar
y lo sé
el más benévolo
distraído
o negligente
control de melancolemia.
Sin embargo estoy aquí.
Dispuesto a recorrerte los caminos.
Como si fuera
no la primera
ni la ultima
sino la única vez.
Y sin GPS, amor.
Ya sabes que no soy 1 modelo nuevo.
Sólo 1 cadillac viejo y flamante,
capaz de llegar al fin del mundo si te pones al volante.
Así que písale a fondo, mujer.
Y sin tocar el freno, por favor.
Traigo en el maletero la culpa de sentirme nuevo.
Llévame hasta el cruce de caminos de tu piel
donde nacen y mueren todos mis senderos.
sábado, 1 de abril de 2017
Vuela
https://youtu.be/4txKWbF0ia0
Si te quiero
quiero
que vueles.
No como un ave de jaula
o de corral.
Te quiero halcona
sin dueño ni capucha
Te quiero águila guerrera.
Te quiero gaviotín del Ártico
que pese a su nombre diminutivo
realiza vuelos mayúsculos
de polo a polo solo para conocer
la diferencia entre dos fríos.
Quiero que sigas siendo
lo contrario de un buitre.
Que no te quites las alas
y alborotes las sábanas
al desnudarte.
Que los únicos barrotes
que permitas sean
los del cabecero
de mi cama.
Que sigas volando
como hasta hoy
sin calcular la dirección
del viento que conviene.
Y que sigas pensando
en fornas de despegar
y no en pistas de aterrizaje.
Que tu nido esté en el aire
y volar sea tu meta.
Y que cuando necesites descansar
recuerdes
que yo duermo
siempre
con la ventana abierta.
Propuesta
Vengo del vacío en el que ocurre
lentamente el desquerer.
No me asusta sentir pero sí dejar de hacerlo.
Por eso más que promesas
llego cargado de ganas de volarte tierra adentro.
Las manos vacías para llenarlas de ti.
Y una propuesta:
Provoquemos 1 escándalo de madreselvas.
4 estaciones y 1 tren del desenfreno
1 revolución sin manual de instrucciones
1001 noches de leyenda
4 piernas tan trenzadas que no podamos ni queramos destejerlas
1 fábula incorrecta y sin moraleja
5 sentidos y 5 millones de sintiendo.
Seamos tema de conversación
ejemplo del error.
Seamos hipótesis central de solemnes conferencias
a las que no asistiremos.
Seamos leña demasiado húmeda para arder cuando la inquisición
del patio de vecinos decida
echarnos a la hoguera.
Seamos lo que no se debe y se sigue pudiendo.
Seamos
ese color inédito que ocurre
cuando dejas de buscar
la olla de oro en los extremos
y disfrutas de la curva
y efímera eternidad
del arco iris.
Soy su rama
SOY SU RAMA
Los domingos a solas son los dias
en que prefieren visitarme
mis fantasmas.
Vienen en son de paz
(dicen con gestos falsos y amigables)
pero yo veo a contraluz la nervadura
de los viejos rencores que les debo
y por eso los dejo entrar en casa.
Porque son hojas caídas
y yo su rama.
No hacen ruido ni arrastran las cadenas.
Se limitan a merodear por los rincones
silban canciones que ya habia olvidado
me apuñalan sin ganas o disparan
con recuerdos de pólvora mojada.
Deberian darne miedo
pero me dan nostalgia.
Me hablan del que ya no soy
de ese pariente lejano
que no se parece nada a mí
en las fotos familiares.
Ese extraño al que a veces extraño.
Siempre discuten entre ellos
por la titularidad de algun momento
se trenzan en duelos decadentes
y me dejan el suelo perdido
de ectoplasma.
Yo los consuelo y simulo asustarme
por solidaridad de iguales.
Probablemente yo también seré
este domingo
el fantasma de alguien.
Los dejo jugar a sus horrores de opereta.
Los llamo por los nombres cambiados solo para fastidiarlos.
Sí estoy de buen humor
les invito a una cerveza y brindamos
ya que insisten.
por los supuestos buenos tiempos.
Y elijo no apenarlos
( no hay nada más triste
que un fantasma triste).
Por eso evito decirles
que lo mejor del pasado es que pasó.
Si se ponen pesados yo les hablo
de una muchacha de mirada rubia
que planta flores en el campo de batalla
y viceversa.
Y los espectros por respeto
o por envidia
callan.
Cuando se van me pregunto por qué
me quedo solo los domingos en casa.
La respuesta
(como mi vida)
es absurda y coherente:
Para que haya alguien
que les abra la puerta
cuando vienen a visitarme
mis fantasmas.
sábado, 4 de febrero de 2017
Desenmascaramiento de los puentes
La gente cruza los puentes como si ese acto trascendental no tuviera la menor importancia,
Cómo si los puentes fueran meras prolongaciones voladizas de las aceras, obras de ingeniería, calcúlos de un señor que nunca cruzó nada.
Un puente, en realidad, es un animal con la piel extendida desafiandote a que lo pises,
la lengua de un dragón que puede quemarte de horror o de alegría.
Un puente es la escenificación
del ego humano,
que decide dónde cruzar un río, cuando el río, generoso,
siempre ofrece si lo caminas con calma, un lugar por donde cruzar sin ahogarte.
Cruzar el puente es cómo volar sobre el vacío sin abandonar la seguridad del suelo.
Lo que ignoramos
es que cada vez que cruzamos un puente, el puente nos gasta un poco más,
nos va comiendo los pasos, hasta que no nos quede ninguno.
Cuando eso ocurre,
solo tenemos dos opciones: rendirse, cómo lo hacen quienes nunca me hicieron llegar al otro lado, o aprender a volar de una puñetera vez.
Que ustedes lo vuelen bien.
martes, 31 de enero de 2017
Cambalache 3.0
Gobierna el planeta 1 gorila anaranjado y a 1/2 mundo
comienza a sobrarle la mano
del lado del corazón.
Solidaridad
es 1 palabra demasiado larga,
mucho más que selfie o amor,
(y la mayoría cree que es lo mismo).
Ayer,
1 muchacha con voz de trueno y catarata, derramó en el metro
tanto talento a cambio de unas monedas, que la rutina casi descarrila.
Intenta el gobierno devaluar el deseo,
recortar las humedades más fecundas,
cobrar peaje a la entrada
del prójimo o la prójima.
Los que duermen en la calle.
Los que duermen en la calle.
Los que duermen en la calle.
Los que mueren en la calle.
Dios es un dron
al que se le está acabando la batería.
Un diablo desalentado
mueve la cola en la cola del paro.
Los Ángeles tienen sexo,
pero pagando.
El supermercado de la esquina
te regala 1 ilusión desnatada
por la compra de por lo menos
7 mentiras saludables.
Los poetas que no tienen
poemas que escribir,
se dedican a escribir
artículos sobre la poesía.
Muere de indigestión y asco
1 político obligado a tragarse
sus palabras.
Juraría que las nubes se mean de risa al vernos tan pequeños, y nos llueven.
Un feto de 4 meses abrió ayer
su canal de youtube
desde el vientre de su madre
y ya tiene tiene 2 millones de visitantes.
El octavo pecado en la capital
ha sido siempre la indiferencia.
Apenadas,
las palomas acuden al parque
para dar de comer a las ancianas.
Los crímenes del franquismo
siguen siendo
los crímenes del franquismo,
lo aceptes o no,
hijo de puta.
Los números y la prensa demuestran que la crisis ha terminado
Es decir no eres pobre,
solo estás mal informado.
Por cada golpe que recibe 1 mujer,
habría que cortar 2 manos.
Es posible que mañana comience
la cuarta guerra mundial
y de la tercera aún no sabemos
si la perdimos o la ganamos.
En cualquier momento
la vida dejará de ser un trending topic
y el ser humano se quedará sin followers.
Alguien juega con el dedo
sobre el interruptor ON/OFF
de la tierra.
Y es probable que lo presione
solo para ver qué ocurre.
... y mientras tanto,
en 1 cuarto tan estrecho
que parece el camarote
de 1 barco varado en la ciudad,
2 amantes se miran
como si fuera
la primera vez
que ven.
Se tocan
con prudencia de escarcha
Se derriten.
Se beben.
Se desarman.
Se frotan
y al frotarse
ocurre otro big bang.
Y sin permiso
de 1 señor de barba blanca,
ni de 1 jodida compañía eléctrica,
la luz
otra vez
SE HACE.
viernes, 27 de enero de 2017
Afrodita en París
Blanca como la luz después de un túnel.
Nunca hubo una timidez más descarada
Una lluvia que lloviera tantas ganas.
Un desnudo más púdico y urgente.
Brotabas de las olas de mi edredón
con el paisaje de parís
como testigo
y boticelli
comprendía en el infierno
que se había equivocado de afrodita.
Te miré como se mira al mar
sabiendo que es imposible
verlo todo de una vez
y dispuesto a quedar ciego
en el intento.
Y como en el mar entré en ti
buscando el fondo
donde nacen los tsunamis
las flores temblorosas
las ciudades perdidas
que encontré
y el mapa de tus tesoros hundidos
que
empapado de milagro
y sin miedo a los naufragios
mientras parís
arde de envidia
voy a seguir buscando.
sábado, 14 de enero de 2017
NIGHTHAWKS
La soledad no tiene nada de romántico
y el frío me congela la nariz
y la culpa de imaginar a los que duermen entre cartones siete noches por semana
La soledad no es una ventana abierta
a un mundo de posibilidades
diga lo que diga el coaching
tu madre o la astrología.
La soledad es una puerta
que se cierra
lentamente en tu cara
sin que intentes
ni sepas impedirlo.
Es una caricia de la nada.
Una calle desierta de Palencia en invierno a las siete de la mañana.
Un regalo sin egoísmo.
Un adiós sin destinatario.
Un suicidio sin coartadas.
Y hablas por teléfono
con una mujer la que amaste
y todo es bello y dulcemente triste
porque felicidad
es un verbo que se conjuga en pasado perfecto
y no en presente de mierda.
Y llega el miedo y ya no puede quitarte nada.
Soledad es esta ausencia
de mí mismo que me acecha
en casi todas las esquinas
cuando me levanto demasiado temprano
sabiendo que ya es tarde para todo lo importante.
Soledad es ganas de volver a fumar
aunque sea para confundir
una vez más
arder con quemarme.
Y me pregunto
cuándo dejaron de amarme
mis amantes
por qué no han abierto aún los bares
y dónde
coño
está Hopper
cuando lo necesitas.
lunes, 2 de enero de 2017
Passagers passant
De niño quería ser piloto.
De adulto soy pasajero.
Alguien dirá que es como soñar
con ser cirujano
y quedarte en enfermo.
Pero yo amo el tiempo sin tiempo
de las salas de espera.
Boicotear la avaricia de los malditos acaparadores de asiento
La indescifrable megafonía
que anuncia que no se anunciará nada por megafonía.
Dudar de mi identidad
cada vez que cruzo un control
de seguridad y me siento inseguro.
Pensar seriamente en incendiar
todos los pseido-restaurantes
que en todas las terminales del mundo ofrecen mala calidad a precio de oro.
Comentarlo con algún compañero ocasional de espera
y que se cambie de acento lo más lejos posible.
Las muchachas que viajan solas con su misterio.
Tres o cuatro romances ocasionales
de los que solo en uno hubo sexo
aunque todos fueran un festival de
posibilidades.
Las parejas de viejos
que se agarran de la mano
con ternura de niños asustados
y viven cada vuelo como la primera
o la última aventura.
Las luchas territoriales por un enchufe para el android.
Que por un error de la aerolínea
me hagan volar en primera clase
y la cara de miedo de mis obligados compañeros
que me miran como si yo fuera
un terrorista
(e intento parecerlo).
Los retrasos.
Los delayed.
La bovina mansedumbre
con que todo el pasaje hace cola
ante la puerta de embarque
media hora antes
como si con ello fueran a acelerar el vuelo.
Aprovechar ese tiempo descojonandome de ellos bebiendo una cerveza en el bar más cercano.
El despeque
El miedo ajeno y mal disimulado
durante las turbulencias.
Dormirme en cuanto el avión despega.
Bajar en otro lugar del mundo
pero que siempre parezca el mismo.
No ser el tipo que siempre pierde
en la lotería infernal de las maletas.
Salir a cualquier ciudad
con el paso vacilante de quién
se aventura en territorio potencialmente enemigo.
La tentación de quedarme a vivir
allí donde todo es fugaz
pero parece limpio y definitivo.
De niño
quería ser piloto y dejar mi huella eterna en el cielo.
De adulto
solo he conseguido ser pasajero.
A veces creo que estoy hecho
de aeropuertos.