Presentación del libro de poesía
"Si Dios me pide un bloody mary"
de Carlos Salem
(Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker)
jueves
5 de febrero
Sala Cincómonos ( Consell de Cent, 283)
-Metro Universitat, Passeig de Gràcia-
18.30 horas
Nos acompañarán en el acto los poetas:
- Carlos Salem.
- José Antonio Arcediano.
- José Luis Cabezas.
- Pedro Luis Cano.
... Y al día siguiente...
viernes, 30 de enero de 2009
Mientras el cuerpo aguante...
jueves, 29 de enero de 2009
Infancia
Un cardúmen de homigas coloradas
devorándome el brazo.
La operación de amígdalas
y el médico sonriendo como un chef
que me mostraba una bandeja
con dos albóndigas crudas
que sacó de mi garganta.
La mañana en que mi viejo
me asesinó el triciclo
con las ruedas del camión
y se asustó tanto por mí
que me pegó dos cachetadas.
La imagen de gardel
que sonreia como el doctor
en los espejos de todos los colectivos
de buenos aires.
El nombre de perón pronunciado en voz baja
como el rezo a un dios improbable.
Las tardes en que se rompía la tele.
Mi falta de pericia para romperme un brazo
como los otros chicos del colegios.
La idea de que alguna vez
mi abuelo iba a morirse.
La maestra antisemita
que casi me arrancó una oreja
sin que pudiera decirle
por orgullo
que ni siquiera era judío de verdad.
La vez que metí la cabeza
entre la heladera y la pared
para ver que había detrás
y creí que me quedaba atrapado para siempre.
El perro que me mató un camión
igual al de mi viejo.
Las mudanzas.
La gente que me miraba desde arriba
y parecía esperar algo de mí.
La condena de la siesta.
Los mofletes como manzanas.
Mi voz de pito.
Los gritos de mi tía cuando me encontró
con mi prima
jugando al papá y a la mamá en su cama
y no saber en realidad que estaba haciendo.
La nena de las trenzas
que me dejó tocarla ahí por diez caramelos
que me mostró las bombachitas por siete caramelos
que iba a bajárselas por doce caramelos.
Y me quedé sin caramelos.
La lentitud del tiempo
y su caravanba de lombrices.
No me vengas con que la infancia
es un jardín bucólico.
Casi siempre es un campo minado.
devorándome el brazo.
La operación de amígdalas
y el médico sonriendo como un chef
que me mostraba una bandeja
con dos albóndigas crudas
que sacó de mi garganta.
La mañana en que mi viejo
me asesinó el triciclo
con las ruedas del camión
y se asustó tanto por mí
que me pegó dos cachetadas.
La imagen de gardel
que sonreia como el doctor
en los espejos de todos los colectivos
de buenos aires.
El nombre de perón pronunciado en voz baja
como el rezo a un dios improbable.
Las tardes en que se rompía la tele.
Mi falta de pericia para romperme un brazo
como los otros chicos del colegios.
La idea de que alguna vez
mi abuelo iba a morirse.
La maestra antisemita
que casi me arrancó una oreja
sin que pudiera decirle
por orgullo
que ni siquiera era judío de verdad.
La vez que metí la cabeza
entre la heladera y la pared
para ver que había detrás
y creí que me quedaba atrapado para siempre.
El perro que me mató un camión
igual al de mi viejo.
Las mudanzas.
La gente que me miraba desde arriba
y parecía esperar algo de mí.
La condena de la siesta.
Los mofletes como manzanas.
Mi voz de pito.
Los gritos de mi tía cuando me encontró
con mi prima
jugando al papá y a la mamá en su cama
y no saber en realidad que estaba haciendo.
La nena de las trenzas
que me dejó tocarla ahí por diez caramelos
que me mostró las bombachitas por siete caramelos
que iba a bajárselas por doce caramelos.
Y me quedé sin caramelos.
La lentitud del tiempo
y su caravanba de lombrices.
No me vengas con que la infancia
es un jardín bucólico.
Casi siempre es un campo minado.
lunes, 26 de enero de 2009
lunes, 19 de enero de 2009
viernes, 9 de enero de 2009
Ya no
Ya nunca perderé del todo
el miedo a los perros
por culpa de uno
negro
que quiso morderme los huevos
cuando yo era pequeño.
Ya no podré recorrer europa
con la mochila al hombro
y una foto de mujer sin rostro
en el bolsillo.
Ya no enseñaré el abecedario a mi hijos
para que puedan dejar constancia de las decepciones
que les debo.
Ya no seré el primer astronauta argentino
en pisar la superficie de venus
y plantar en ella la gloriosa bandera
de boca juniors.
Ya no moriré de amor
ni de cirrosis
(los sintomas son bastante parecidos).
Ya no haré una revolución armada
si no me obligan a ello.
Tampoco tengo edad para empezar a creer
en un dios que no me mate.
Se me pasó la hora de lo heróico y lo estúpido
y apenas me queda tiempo
para acariciar recuerdos.
Me creo sabio
sin serlo
porque ya sé
lo que no podré hacer:
me bebí todo ese tiempo
y todavía
me queda un trago
para apagar incendios
mientras me retiro
sin quejas
por la calle mal iluminada de ese barrio
alambrado de sueños
en el que todos duermen
salvo yo.
Y los perros.
el miedo a los perros
por culpa de uno
negro
que quiso morderme los huevos
cuando yo era pequeño.
Ya no podré recorrer europa
con la mochila al hombro
y una foto de mujer sin rostro
en el bolsillo.
Ya no enseñaré el abecedario a mi hijos
para que puedan dejar constancia de las decepciones
que les debo.
Ya no seré el primer astronauta argentino
en pisar la superficie de venus
y plantar en ella la gloriosa bandera
de boca juniors.
Ya no moriré de amor
ni de cirrosis
(los sintomas son bastante parecidos).
Ya no haré una revolución armada
si no me obligan a ello.
Tampoco tengo edad para empezar a creer
en un dios que no me mate.
Se me pasó la hora de lo heróico y lo estúpido
y apenas me queda tiempo
para acariciar recuerdos.
Me creo sabio
sin serlo
porque ya sé
lo que no podré hacer:
me bebí todo ese tiempo
y todavía
me queda un trago
para apagar incendios
mientras me retiro
sin quejas
por la calle mal iluminada de ese barrio
alambrado de sueños
en el que todos duermen
salvo yo.
Y los perros.
La opinión del Kebran
Yo también puedo escribir una jodida historia de amor
"CARLOS SALEM ha escrito unos relatos de amor que podemos vivir tú y yo, son relatos-vida, pues son tan reales que al estar leyendo este libro te da la sensación de que el autor ha vivido esa sensación porque tú y en esta caso yo también la hemos vivido..."
Leer completo en:
http://elkebrantaversos.blogspot.com/2009/01/yo-tambin-puedo-escribir-una-jodida.html
Gracias, Kebran.
(Nota para los lectores: el Kebran es el que lleva gafas en la foto)
jueves, 8 de enero de 2009
Un lujo: reseña de Déborah Vukisc
(Léela en el orginal en)
http://vukusic.blogspot.com/2009/01/si-dios-me-pide-un-bloody-mary-de.html
(...Y de paso asómate a sus poemas, no te arrepntirás, sino todo lo contrario. Y OJO que esto no es el típico mamoneo entre poetas de ponerse bien para quedar bien. Ni a ella ni a mí nos van esas movidas, que son muy cansinas.)
Si dios me pide un bloody mary, de Carlos Salem
29 de diciembre: camino de ida... tren vigo-león... ya lo dijo casimiro parker, si vas en tren a león llévate tus poemarios y el de carlos... pero no me recordó lo de coger el móvil... así que no sé cuánto llevo de viaje ni cuánto falta... trabajo un poco en lo mío con un par de lecturas... si pudiera lo tachaba todo y empezaba de nuevo... me tomo un minibocata... me veo la película... están tremendos jack nicholson y morgan freeman... buena peli, la primera buena peli que veo en un tren aunque he tenido que avisar al revisor por el audio y que cambiarme tres veces de asiento por interferencias en el audio... morgan freeman y jack nicholson acaban enterrados juntos en el everest... afuera el paisaje también está nevado...
ya lo dijo casimiro parker, si hace frío lee un poema... así que cojo el librito de carlos y me dispongo a viajarlo... me gusta mucho la portada y la edición... elegante... un poco alargado de más pero muy elegante... me gusta esa solapa que no abandona la página marcada y me siento orgullosa de markus y la pequeñita... y, mmm, esa pin-up tiene su punto morboso... me pregunto si tomaría un cosmopolitan o si beberá cerveza fría... eso sí, estoy segura de que se tambalearía, como yo, saliendo del buk con los cócteles de salem...
la verdad es que abro el libro con curiosidad y con pena... la última noche que vi a carlos, el día de la presentación de su libro, el loco andaba con una triste cojera... no se le notaba... los ojos normales no se la vieron... pero yo sí... ya lo dijo casimiro parker, un pirata no debe mostrar debilidad pero los iguales siempre se reconocen... acabamos cerrando los bares y si no fuera porque debía lidiar con niños bien temprano habríamos acabado con un bocata en el brillante o los churros de la ciudad entera...
con curiosidad y pena... releo su dedicatoria: "Para Vuk, lo más chulo que ha pisado el Buk"... y me enternezco... leo a ana tan certera siempre en lo que dice, con tanto amor y tanto cuidado... y estoy de acuerdo en todo... así que ni pío... yo como ella sólo he pasado unas cuantas veces por allí (menos de 10 seguro) y no sé cuándo volveré... con él tras la barra te sientes como en casa... es uno de esos bares para los extraños en madrid, ya lo dijo iñaki... pero sin él... no sé yo si volveré... "volver a donde / volver a qué / si cuando me enfado digo jilipollas / pero cuando me enculo / se me escapa un pelotudo / que rescata todos los acentos olvidados / en la pe"... con curiosidad y pena... escuché muchos de los poemas durante su puesta de largo en el buk y no puedo más que oírlos con su voz y leerlos con su cadencia...
...y me doy cuenta de que a mí también en las fotos "(...) me intriga el embrujo borroneado / y la certeza de saber adonde iba / hace diez años o más / mochila al hombro / camino por delante: / voy todavía"
lo imagino trotamundos y descubro tantos secretos que tenía escondidos... en su balance provisional (esas huidas, ese hijo perdido, esos hijos lejanos, esos timos tan de tópico argentino) y de nuevo me pone el alma de gallina y tengo que hacer otro aparte para la digresión... parece que uno se desnuda o se confiesa, que es lo mismo e igual, cuando publica; no cuando escribe. creo que cuando uno escribe se ordena, toma distancia, se vuelve una especie de demiurgo, una inteligencia ordenadora posterior a la materia... aunque al final siempre se llega a la misma a la conclusión: "ahora que todo / se ha quedado en nada / me sobra todo"... o "saber que el saber / estrangula los misterios / y suele dejarte con la boca seca"... cuando publica, cuando esos textos se hacen públicos es cuando llega el desnudo, cuando puede llegar la solución o la redención...
leo sus poemas... curiosidad y pena y confieso que no me suelen gustar los de rollo social... porque me pregunto qué tenemos que ver los occidentalitos con los muchachos africanos que llegan en pateras, nosotros que no llevamos hatillos sino trolleys... me pregunto por la relación existente entre una rumana que pide en el metro y nosotros -sólo sé que ambas lenguas tienen el mismo origen pero que salimos todos huyendo y las llamamos ladronas cuando vienen en pandilla- y esto sólo por poner dos ejemplos... a pesar de todo, reconozco que me conmueven los textos de conciencia de carlos, su cambalache xxi, porque no lo veo de postín... no. me emociona su país borrado, país robado, porque en ellos me vuelvo consciente... sí, recupero la conciencia que tenía de jovencita... ahora que como él "sólo sé que sigo vivo / cuando palpo el borde / de mis heridas"... yo, como él, que "a veces teme (...) que los pasos le hayan borrado los caminos".
no sé si es cierto eso que dice de sí: "soy el bisnieto del monstruo de frankenstein / y mi cuerpo está formado / por los trozos de otros cuerpos / que una noche fueron míos" pero yo a veces me siento igual y más que franky yo juraría que es la reencarnación de bukowski "el poeta de las noches con alma de navaja / acuna la placenta de un poema /(...) y brinda / como siempre / por el milagro de la sed" porque sabe y me descubrió que "usar las noches como días mejorados de penumbra / es una maravilla".
a pesar de todo, después de leerlo sigo preguntándome qué coño dijo casimiro parker, que no me he enterado, que esto me lo he inventado y él no se dignó en volver? aunque he aprendido la lección, ya lo dijo salem... "volver adónde? volver a qué?"
http://vukusic.blogspot.com/2009/01/si-dios-me-pide-un-bloody-mary-de.html
(...Y de paso asómate a sus poemas, no te arrepntirás, sino todo lo contrario. Y OJO que esto no es el típico mamoneo entre poetas de ponerse bien para quedar bien. Ni a ella ni a mí nos van esas movidas, que son muy cansinas.)
Si dios me pide un bloody mary, de Carlos Salem
29 de diciembre: camino de ida... tren vigo-león... ya lo dijo casimiro parker, si vas en tren a león llévate tus poemarios y el de carlos... pero no me recordó lo de coger el móvil... así que no sé cuánto llevo de viaje ni cuánto falta... trabajo un poco en lo mío con un par de lecturas... si pudiera lo tachaba todo y empezaba de nuevo... me tomo un minibocata... me veo la película... están tremendos jack nicholson y morgan freeman... buena peli, la primera buena peli que veo en un tren aunque he tenido que avisar al revisor por el audio y que cambiarme tres veces de asiento por interferencias en el audio... morgan freeman y jack nicholson acaban enterrados juntos en el everest... afuera el paisaje también está nevado...
ya lo dijo casimiro parker, si hace frío lee un poema... así que cojo el librito de carlos y me dispongo a viajarlo... me gusta mucho la portada y la edición... elegante... un poco alargado de más pero muy elegante... me gusta esa solapa que no abandona la página marcada y me siento orgullosa de markus y la pequeñita... y, mmm, esa pin-up tiene su punto morboso... me pregunto si tomaría un cosmopolitan o si beberá cerveza fría... eso sí, estoy segura de que se tambalearía, como yo, saliendo del buk con los cócteles de salem...
la verdad es que abro el libro con curiosidad y con pena... la última noche que vi a carlos, el día de la presentación de su libro, el loco andaba con una triste cojera... no se le notaba... los ojos normales no se la vieron... pero yo sí... ya lo dijo casimiro parker, un pirata no debe mostrar debilidad pero los iguales siempre se reconocen... acabamos cerrando los bares y si no fuera porque debía lidiar con niños bien temprano habríamos acabado con un bocata en el brillante o los churros de la ciudad entera...
con curiosidad y pena... releo su dedicatoria: "Para Vuk, lo más chulo que ha pisado el Buk"... y me enternezco... leo a ana tan certera siempre en lo que dice, con tanto amor y tanto cuidado... y estoy de acuerdo en todo... así que ni pío... yo como ella sólo he pasado unas cuantas veces por allí (menos de 10 seguro) y no sé cuándo volveré... con él tras la barra te sientes como en casa... es uno de esos bares para los extraños en madrid, ya lo dijo iñaki... pero sin él... no sé yo si volveré... "volver a donde / volver a qué / si cuando me enfado digo jilipollas / pero cuando me enculo / se me escapa un pelotudo / que rescata todos los acentos olvidados / en la pe"... con curiosidad y pena... escuché muchos de los poemas durante su puesta de largo en el buk y no puedo más que oírlos con su voz y leerlos con su cadencia...
...y me doy cuenta de que a mí también en las fotos "(...) me intriga el embrujo borroneado / y la certeza de saber adonde iba / hace diez años o más / mochila al hombro / camino por delante: / voy todavía"
lo imagino trotamundos y descubro tantos secretos que tenía escondidos... en su balance provisional (esas huidas, ese hijo perdido, esos hijos lejanos, esos timos tan de tópico argentino) y de nuevo me pone el alma de gallina y tengo que hacer otro aparte para la digresión... parece que uno se desnuda o se confiesa, que es lo mismo e igual, cuando publica; no cuando escribe. creo que cuando uno escribe se ordena, toma distancia, se vuelve una especie de demiurgo, una inteligencia ordenadora posterior a la materia... aunque al final siempre se llega a la misma a la conclusión: "ahora que todo / se ha quedado en nada / me sobra todo"... o "saber que el saber / estrangula los misterios / y suele dejarte con la boca seca"... cuando publica, cuando esos textos se hacen públicos es cuando llega el desnudo, cuando puede llegar la solución o la redención...
leo sus poemas... curiosidad y pena y confieso que no me suelen gustar los de rollo social... porque me pregunto qué tenemos que ver los occidentalitos con los muchachos africanos que llegan en pateras, nosotros que no llevamos hatillos sino trolleys... me pregunto por la relación existente entre una rumana que pide en el metro y nosotros -sólo sé que ambas lenguas tienen el mismo origen pero que salimos todos huyendo y las llamamos ladronas cuando vienen en pandilla- y esto sólo por poner dos ejemplos... a pesar de todo, reconozco que me conmueven los textos de conciencia de carlos, su cambalache xxi, porque no lo veo de postín... no. me emociona su país borrado, país robado, porque en ellos me vuelvo consciente... sí, recupero la conciencia que tenía de jovencita... ahora que como él "sólo sé que sigo vivo / cuando palpo el borde / de mis heridas"... yo, como él, que "a veces teme (...) que los pasos le hayan borrado los caminos".
no sé si es cierto eso que dice de sí: "soy el bisnieto del monstruo de frankenstein / y mi cuerpo está formado / por los trozos de otros cuerpos / que una noche fueron míos" pero yo a veces me siento igual y más que franky yo juraría que es la reencarnación de bukowski "el poeta de las noches con alma de navaja / acuna la placenta de un poema /(...) y brinda / como siempre / por el milagro de la sed" porque sabe y me descubrió que "usar las noches como días mejorados de penumbra / es una maravilla".
a pesar de todo, después de leerlo sigo preguntándome qué coño dijo casimiro parker, que no me he enterado, que esto me lo he inventado y él no se dignó en volver? aunque he aprendido la lección, ya lo dijo salem... "volver adónde? volver a qué?"
El año empieza bien...
De izq. a dcha.: Peio H. Riaño, Javier Moreno, Cristina Cerrada, Carlos Salem y Félix Chacón en el Bukowski Club de Madrid.
Apuestas literarias para tiempos difíciles
El Cultural conversa con cinco novelistas alternativos cargados de futuro
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/24542/Apuestas_literarias_para_tiempos_dificiles
Se podría presentar a estos autores como narradores de corta trayectoria, la mayoría primerizos, que han estrenado novela recientemente, obras sugerentes y rompedoras en las que abundan las innovaciones formales, en sellos pequeños y casi marginales, cuyo trabajo audaz y desinteresado les torna en auténticos titanes frente a los criterios de rentabilización inmediata que rigen en las grandes casas, obras que han contado con una importante acogida, pese a todas las dificultades. Son Peio H. Riaño, Carlos Salem, Javier Moreno, Félix Chacón y Cristina Cerrada. Apuestas de futuro para los malos tiempos.
Peio H. Riaño (Madrid, 1975) es jefe de Culturas en el diario Público y ha firmado con Todo lleva carne (Caballo de Troya, 2008) lo que se suele llamar, en cuanto las cosas no parecen las habituales, “una novela inclasificable”, conjunto de textos breves y fragmentarios de inspiración urbana y perecquiana del que Care Santos afinó, precisamente, que no era un libro, “es un mazazo. Por eso no hay que perdérselo”.
Carlos Salem (Buenos Aires, 1959) es un porteño que lleva más de 20 años en Madrid, donde fundó un bar malasañero conocido por sus habituales y sorprendentes recitales poéticos, el Bukowski club (San Vicente Ferrer, 25). Salem ha concluido un año fantástico. Obtuvo el premio Novela Negra de Gijón por Camino de Ida (2007) y conquistó a la crítica con su segunda novela, Matar y guardar la ropa, “un acierto y una garantía de diversión”, según Pilar Castro. Acaban de aterrizar en las librerías sus dos últimas obras, el poemario Si dios me pide un bloody mary (Ya lo dijo Casimiro Parker) y la recopilación de relatos Yo también puedo escribir una jodida historia de amor (Escalera).
El profesor de matemáticas Javier Moreno (Murcia, 1972) ha hecho suyas las propuestas literarias más arriesgadas con una aventura de “fantaciencia” (a saber, la ciencia ficción ejerciendo sus efectos en el presente) con la que practica literatura con metáforas y conceptos de las ciencia moderna y que ha titulado Click (Candaya). Por ella acaba de ser elegido “Nuevo talento FNAC”.
Félix Chacón (Toledo, 1972), que imparte clases de lengua en un centro de su ciudad natal, ha logrado publicar su primera obra, Entelequia (Inéditor), la historia de amor “diferente” de un manchego en el Madrid de los 90 con la que en el año 2000 se presentó, más por hacer la broma que otra cosa, según confiesa, al premio Planeta y que sorprendentemente llegó hasta la final del mismo.
Por último, Cristina Cerrada (Madrid, 1970), novelista y profesora de escritura creativa en el Hotel Kafka, se ha llevado en 2008 el XIV premio de Narrativa Lengua de Trapo por La mujer calva, donde, en la línea de sus obras precedentes, narra con una aparente sencillez que guarda profundas oquedades la difícil relación entre una mujer divorciada y su madre enferma.
Con ellos hemos hablado, claro, de la machacona crisis, y de cómo afectará a nuestras letras, de la interacción más o menos acompasada entre estas y las nuevas tecnologías, de tendencias, escuelas y nuevas vanguardias, del lugar, en definitiva, de la creación literaria en los nuevos tiempos.
Curados de espanto
¿Temen estos cinco narradores por la crisis, por cómo pueda afectar a los nuevos creadores? “Los recién llegados están curados de espanto”, declara Peio Riaño, “por- que nadie le ha prometido nada. No entienden de crisis porque van a seguir vendiendo lo mismo. No tienen nada y nada esperan, porque la apuesta editorial por valores que todavía no tienen rentabilidad es insólita en España, si no fuera por un par de editores locos que se empeñan en hacer que los nuevos dejen de serlo algún día”. Carlos Salem coincide con él, “no nos engañemos, la apuesta por nuevos narradores en los grandes grupos es prácticamente nula”, y confía en las editoriales independien- tes y en los lectores de raza: “Lo que en realidad me preocupa es cómo afectará la crisis al lector, porque si pese a la psicosis sigue comprando y leyendo libros, eso quiere decir que hay una esperanza...”
Javier Moreno, sin embargo, sospecha que la crisis afectará a todos los sectores económicos y el editorial no se salvará –“Sería ingenuo pensar lo contrario”–, por lo que “la selección” resultará inevitable. Del candor se ocupa también Félix, a quien no le importaría que la crisis “acabara con todas las editoriales de autoedición, dejarían de engañar a los ingenuos y estos de engañarse a sí mismos”. Y Cristina Cerrada cincela una comparación muy ilustrativa: “ Si uno indaga un poco se da cuenta de que este país no ha sufrido sólo una burbuja inmobiliaria. Podría también hablarse de una burbuja editorial, la cual habría ido hinchándose desde los años ochenta, con sus contratos millonarios y su proliferación de grupos editoriales y de agentes literarios, hasta la actualidad, en la que el signo parece ser el exceso y la repetición (es decir, el empobrecimiento literario)”.
Referentes y temáticas
¿De qué yacimientos, abandonados o aún en explotación, extrajo sus materias primas literarias esta nueva generación de autores? ¿Cuáles son sus referentes y temáticas principales? Moreno dice ser “un narrador bastante mixto, por no decir bastardo. Me gusta incorporar una gran diversidad de lenguajes en mis novelas, que pueden ir desde lo científico a lo místico, pasando por lo pornográfico. Me defino como una naturaleza digestiva, capaz de metabolizar –eso intento, al menos– un amplio abanico de tonos y temas”.
Chacón define su trabajo, con cautela, como “realista”, porque “parte de la observación de la realidad y de la gente que me rodea, la gente normal, que para mí son mis lectores potenciales, y no los profesores de la universidad o los críticos de las revistas culturales. Con ese referente y esos supuestos receptores intento contar una buena historia, usando el estilo que más se ajuste a mi pretensión. El problema es que en España si metes tacos en las conversaciones de los personajes o sacas a uno metiéndose una raya, te dicen que haces realismo sucio. Tenemos una literatura muy mojigata”.
La atención de Cerrada suele dirigirse a lo que tiene que ver con “la parte más oscura, menos heroica y más frágil del hombre. Cómo se fabrica la Identidad, cómo se ama, cómo se preserva el mundo interior frente a la Realidad y, sobre todo, cómo se construye al Otro. Para ello, suelo fijarme en las huellas menos visibles del comportamiento humano”.
A Salem le interesan “el individuo, las historias pequeñas y las segundas oportunidades. Suelo colocar a los personajes en situaciones límite y hasta rocambolescas, pero desde un punto de vista casi doméstico”. Y siente una devoción especial por “Osvaldo Soriano, al que más debo, sin duda; y también a Calvino, Vian, Cortázar, Vonnegut, Conrad, Stevenson, Camilleri, Paco Ignacio Taibo II, Bukowski, Mendoza, David Torres, Pennac..., la lista sería interminable, porque cada vez que leo un libro y me llega, su autor me influye y me muestra unas herramientas que luego uso a mi manera”.
Riaño le toma prestado a Belen Gopegui la intención de querer dar “un pistoletazo en medio de un concierto”. “No me interesan los personajes idealizados –continúa–, admirables y generosos. No me interesa el sentimentalismo. No me interesa la eficacia. Ni la perfección. No me interesa la redención de la naturaleza del ser humano. No me interesa la ‘verdadera novela’. Ni la verdad. No me interesa hablar del mundo en el que no vivo. No me interesa una voz templada. No me interesa complacer. No me interesan las partituras. Ni los cánones. No me interesa adular. No me interesan las ideas nobles. Me interesa lo que nos destruye, y lo que nos dignifica”, manifiesta.
Sabor a novedad
Las nuevas voces han accedido a la madurez creativa en un momento marcado por la profunda transformación que han supuesto Internet y las nuevas tecnologías. Y más concretamente, de cierta alteración en el tranquilo solar literario íbero, como muestra el fenómeno Fernández Mallo y sus fragmentarias novelas “Nocilla”.
“No creo que nadie se haya asustado a estas alturas”, explica Riaño, “ni siquiera estoy convencido de que hayamos conseguido innovar en algo”. Pese a todo, prefiere “la actitud del ingenuo que piensa que todavía puede participar de este invento inacabado que es la narrativa, que la del cínico que está seguro de que como ya está todo hecho, no hay nada que hacer”. Y advierte de que “ni todo lo que sabe a nuevo es Nocilla, ni toda la Nocilla es nueva. Pero hay una cosa peor que sistematizar discursos: las malas lecturas”. Chacón subraya que “el trabajo de Fernández Mallo es muy respetable, pero me parece un estilo personal, no generacional. Para mi es como la comida china. Nada más terminar de comer te siente lleno, pero media hora más tarde parece que no has comido nada”. Salem elude caer en polémicas entre autores más postmodernos o más tradicionalista y se declara sólo “un tipo lleno de novelas tristes que hacen reír a la gente y después de la risa llega la reflexión. Sólo eso. El resto son inventos para estar en el candelero. Ganas de hablar y hablar. En estos tiempos, me temo, muchos escritores dedican más tiempo a discutir sobre literatura que a escribir novelas”.
Y si Cristina Cerrada critica que “del término posmodernidad se ha abusado hasta la nausea” y que “hoy en día se tiene demasiada fijación por las clasificaciones y, desde luego, por las etiquetas. Nos pone ‘nerviosos’ que algo ande suelto por ahí, sin pertenecer a nada”, Moreno, por su parte, se sitúa en un punto intermedio: “la Nocilla es un producto asociado a una etapa o un momento feliz de la vida, muy acorde con los tiempos de ‘vacas gordas’ que hemos vivido. Creo que tras la borrachera, hace falta un poco de alkaselser”.
Narrativa e Internet
Resulta imposible que las urgencias propiciadas por la velocidad de los cambios no afecten y se entreveren en la literatura actualizando el viejo slogan sesentaiochista, que quizás ahora rezase, trastocado, “Corre camarada, el nuevo mundo está detrás de ti”. Nuestros interlocutores no han descubierto la Red, como recientemente declaraba sin sonrojo un académico, sino que trasiegan cómodos por ella y leen y escriben esa suerte de extraño periodismo descentralizado, literario y personal de tremendo éxito que son los blogs. La pregunta obvia es si Internet genera por sí sólo una nueva narrativa.
Salem no está de acuerdo, pues “el contenido es el contenido” aunque también defiende que “la Red es el elemento literario más democrático y revolucionario desde la imprenta. Hay blogs que son verdaderas centrales de difusión de lo que se cuece y no sale en los grandes medios”. Moreno discrepa en lo que respecta a la forma (“Internet, efectivamente, nos provee de una nueva manera de hablar”) e intuye que “el contenido de la carpeta de incoming del emule puede ayudar a hacernos una idea de alguien de manera mucho más eficaz que una descripción psicológica al uso”. Félix Chacón se muestra más prosaico: “Leer blogs te quita de leer libros, así que hay que dosificarlo”.
La más escéptica frente al supuesto futuro del que la Red estaría preñada es Cerrada, a quien no le interesa especialmente lo que ocurre por allí. “Lo encuentro útil como vehículo de comunicación, o como herramienta, pero, como no sea en la temática o en la forma de difusión, no veo en qué forma podría repercutir un descubrimiento tecnológico en el surgimiento de una nueva Literatura”.
Riaño ni cree poder ganar, ni le interesa, la carrera con los nuevos tiempos: “Yo no tengo escapatoria, porque no sé hacer otra cosa. Me interesa más lo que nos rodea que los maestros antiguos. Y sobre todo el escritor debe dejar de ocupar el papel que ocupa en la industria cultural. La sacralización consentida de un ser que descorcha su pluma y construye con burbujitas picantes la realidad que deberá pasar a la posteridad es la mayor dejación de toda creación. El escritor no puede dejar de ser un paria más dentro de toda esta basura. El escritor debe dejar de serlo”.
Economía y creación
La conversación regresa, a punto de expirar, al principio, aunque en positivo: ¿pueden abrir los malos tiempos nuevas posibilidades narrativas? Chacón cree que sí, que los años aciagos “en la economía siempre han sido buenos tiempos para la creación. Por lo que sea, pero es una tónica en la historia de la Literatura. La desdicha inspira más que la felicidad”. Moreno anda también convencido de las potencialidades de la situación: “Usando una metáfora bélica, diré que esta crisis servirá para templar el acero (la pluma) de nuestros escritores. Los momentos de crisis son los más interesantes para un narrador, los más suculentos. Habrá que volver a las historias, sin duda. Y releer a Celine, a Conrad y a Fitzgerald”.
Peio Riaño discrepa: “Si creemos que hay que esperar a una crisis para contar historias, algo estamos haciendo mal. Porque entonces habremos dado a entender que nuestro primer mundo está libre de nuestra propia incapacidad. Libre de toda esa pútrida hipocresía que viste nuestras relaciones personales. Libre del odio que se cuece desde el salón de la casa hasta el semáforo de la calle. Libre de la destrucción de la dignidad y de la necesidad de reclamación. Libre de la revolución. Y entonces, será la prueba de que no tenemos ni idea de dónde venimos, quiénes somos, ni quienes queremos ser. ”
Carlos Salem lamenta que “en lo personal y económico, siempre he estado en crisis. Y en lo literario, si sumas los ecos de crisis al agotamiento del planeta y de los sistemas políticos y sociales, el resultado es un nuevo marco, imposible de adivinar, pero del que podemos –y tal vez debemos– narrar las causas, porque las consecuencias están por verse”. Finaliza Cristina Cerrada: “No lo sé. Quizá sí. Quizá un poco menos de “almíbar”, menos cosas que comprar, menos comodidades, nos haga advertir lo que de suyo tiene la existencia: básicamente, amor y muerte”.
Daniel ARJONA
miércoles, 7 de enero de 2009
Día de Reyes, de Gsus Bonilla
lunes, 5 de enero de 2009
Reseña en Esquire de Enero, por Daniel Entrialgo
Yo también puedo escribir una jodida historia de amor
Carlos Salem
Ediciones Escalera
"Esta es la tercera vez que recomendamos
un libro de Carlos Salem en Esquire y os
juramos que no nos ha enviado un jamón
ni nada parecido (aunque estamos
abiertos a ello). Salem escribe
a cañonazos, sin complejos, no pretende
mostrar al lector los bien que escribe
y, encima, hace sonreír, es entretenido.
Después de llamar la atención con sus
dos primeras novelas, Ediciones Escalera
ha tenido a bien recopilar sus cuentos,
breves e intensos, ideales para devorar
en el autobús o en el W.C., preso de un
atasco intestinal".
viernes, 2 de enero de 2009
Lo que falta
Ya nunca perderé del todo
el miedo a los perros
por culpa de uno
negro
que quiso morderme los huevos
cuando yo era pequeño.
Ya no podré recorrer europa
con la mochila al hombro
y una foto de mujer sin rostro
en el bolsillo.
Ya no enseñaré el abecedario a mi hijos
para que puedan dejar constancia
de las decepciones que les debo.
Ya no seré el primer astronauta argentino
en pisar la superficie de venus
y plantar en ella la gloriosa bandera
de boca juniors.
Ya no moriré de amor
ni de cirrosis
(los sintomas son bastante parecidos)
Ya no haré una revolución armada
si no me obligan a ello.
Tampoco tengo edad para empezar a creer
en un dios que no me mate.
Se me pasó la hora de lo heróico y lo estúpido
y apenas me queda tiempo
para acariciar recuerdos.
Me creo sabio
sin serlo
porque ya sé
lo que no podré hacer.
Me bebí todo ese tiempo
y todavía
me queda un trago
para apagar incendios
mientras me retiro
sin quejas
por la calle mal iluminada de ese barrio
alambrado de sueños
en el que todos duermen
salvo yo.
Y los perros.
el miedo a los perros
por culpa de uno
negro
que quiso morderme los huevos
cuando yo era pequeño.
Ya no podré recorrer europa
con la mochila al hombro
y una foto de mujer sin rostro
en el bolsillo.
Ya no enseñaré el abecedario a mi hijos
para que puedan dejar constancia
de las decepciones que les debo.
Ya no seré el primer astronauta argentino
en pisar la superficie de venus
y plantar en ella la gloriosa bandera
de boca juniors.
Ya no moriré de amor
ni de cirrosis
(los sintomas son bastante parecidos)
Ya no haré una revolución armada
si no me obligan a ello.
Tampoco tengo edad para empezar a creer
en un dios que no me mate.
Se me pasó la hora de lo heróico y lo estúpido
y apenas me queda tiempo
para acariciar recuerdos.
Me creo sabio
sin serlo
porque ya sé
lo que no podré hacer.
Me bebí todo ese tiempo
y todavía
me queda un trago
para apagar incendios
mientras me retiro
sin quejas
por la calle mal iluminada de ese barrio
alambrado de sueños
en el que todos duermen
salvo yo.
Y los perros.
Entrevista en Tenerifenews.com
“CUALQUIERA QUE SEPA LEER Y ESCRIBIR PODRÍA CONTAR UNA JODIDA HISTORIA DE AMOR”
Por Daniel Ortiz Peñate. Foto de Andrea Pandini
El escritor Carlos Salem parece a simple vista un personaje desdoblado de alguna de sus múltiples historias. No para. Habla con nosotros mientras prepara su guarida, el Bukowski club de Malasaña, para la jam session de poesía de los miércoles. Ediciones Escalera acaba de publicar su último libro, una colección de relatos titulada Yo también puedo escribir una jodida historia de amor, prologada por Gonzalo Torrente Malvido. Pero esto no es todo, el lanzamiento del libro coincide felizmente con la aparición en Francia de su primera novela Camino de ida y con la segunda edición de Matar y guardar la ropa. Todo apunta a que este autor de origen argentino y residente en España desde hace más de 20 años, está llamado a integrar, por derecho propio, ese grupo de nuevos narradores que con talento e irreverencia, ha irrumpido, para deleite de los lectores, en el panorama literario español de los últimos años.
“Yo también puedo escribir una jodida historia de amor” es el nombre del primer texto que da nombre a este volumen de relatos. ¿Cuándo decides que tú también puedes...?
Fue una sorpresa. En los años que llevo escribiendo, habré publicado más de setenta relatos en periódicos, revistas, antologías... Pero al enfocar este libro descubrí que tanto los relatos que ya tenía y me apetecía publicar como los que deseaba escribir, tenían un hilo común que no había advertido antes: el amor como fondo, como motor de la acción, como desgracia o milagro cotidiano. Así que estaba claro que debía escribir un libro de relatos de amor, pero a mi manera, por supuesto...
Como autor has tocado casi todos los palos literarios, pero se te conoce más como escritor de novela negra, ¿es tal vez este libro de cuentos una reivindicación de tu versatilidad?
Sí y no. Surge de la necesidad de contar unas historias, y hacerlo desde los diferentes registros que suelo utilizar. La novela negra seguirá siendo, si de mí depende, uno de mis “palos” literarios permanentes, porque me permite narrar desde la situación límite. Pero no es el único. Creo que el libro es una paleta en la que se reflejan los diferentes matices que me gusta usar para contar historias. Pero no siento que sea necesario reivindicar nada: uno escribe, y si al lector le llega, está todo bien.
¿Cómo se consigue combinar la coherencia y el buen hilo conductor que parece saltar de un relato a otro con la pluralidad de registros, personajes y situaciones?
Durante muchos años me preocupó no tener un estilo propio, hasta que me di cuenta de que lo tenía. Y está formado por varios registros, pero detrás siempre estoy yo. A un lector de Camino de ida o de Matar y guardar la ropa no le chocarán los relatos de Yo también puedo escribir una jodida historia de amor, porque la voz es la misma, con otras ropas pero la misma. Eso me lo dijo no hace mucho Fernando Sánchez Dragó: que yo tenía una voz narrativa propia y reconocible por el lector, incluso en registros muy diferentes. Además, el tema de fondo de los relatos ayuda a mantener la coherencia: junto con la muerte, el amor es uno de esos temas universales que están presentes en todos los estilos de la literatura.
Además del propio límite físico del libro, existe otro perímetro: la ciudad de Madrid, que da la sensación de ser un saco sin fondo para crear buenas historias.
Todas las ciudades lo son. Yo comparto con Cortázar la convicción de que el campo es un lugar donde los pollos tienen el descaro de pasearse crudos. Me gusta la naturaleza pero en dosis limitadas, en cambio las ciudades no me cansan, porque en ellas la gente es el paisaje. Y con respecto a Madrid, fue amor a primera vista hace más de veinte años, y todavía dura. Aunque le he sido infiel con otras ciudades, como Málaga, Barcelona o Gijón, en las que también me he perdido detrás de una historia que movía las caderas al pasar.
Aparte de tu actividad como escritor (o no tan aparte) llevas junto a Inés Pradilla el Bukowski Club en Malasaña, un bar de referencia para muchos amantes de la literatura. ¿Se asoman algunas historias a la barra del bar?
Muchas. Casi a diario. Lo que ocurre es que mis procesos son lentos, por lo que nunca utilizo de inmediato algo que me llama la atención, lo dejo reposar durante mucho tiempo. Además, siento un enorme respeto por la gente que me cuenta o me muestra sus historias, de modo que cuando utilizo algo, lo hago de manera que supere lo anecdótico, uso lo esencial o lo que me sugiere, para convertirlo en otra cosa, que incluya lo que he visto pero no lo repita. En contra del tópico que nos han impuesto, soy de los que piensan que la ficción siempre supera a la realidad, porque parte de ella pero salta más lejos...
¿Con qué relato te quedarías si tuvieras que elegir?
Es difícil, porque como hay varios registros, dentro de cada uno tengo mis preferidos. Hay relatos casi autobiográficos, como el que da título al libro, por los que siento un cariño especial y además representan una forma narrativa sobre la que volveré y pronto. Y hay otros, como “Triángulo” o “Teselas”, que cuentan de una forma diferente pero me gustan mucho. Mejor, que cada lector escoja el suyo...
¿A quién retarías a escribir una jodida historia de amor?
A Borges. Porque siempre me pareció que se protegía demasiado de la pasión amorosa, acaso por temor. El resto de las pasiones supo reflejarlas como un maestro, pero con el amor siento que nunca se atrevió de verdad. Aunque el cabrón era un genio y seguro que si acepta el desafío, me deja con la boca abierta, ¿te imaginas el susto?...
Háblanos de Sotanovsky.
Es una especie de alter ego (tengo varios, es inevitable) que lleva conmigo más de veinte años y al que someto a las más disparatadas situaciones. De hecho, tiene su propio libro, pero al escribir sobre el amor y la forma en que lo vivimos, el absurdo siempre está presente y tenía que estar Sotanovsky. Por eso participa en este libro con cuentos como “Eclipse” o “El ladrón enamorado”, y sin mencionar su nombre, en varios otros relatos del libro.
¿Ves capaz de hacerlo a algún político actual?
Depende. A veces me gusta imaginar que los políticos, además de sus representaciones teatrales, son personas capaces de sentir y soñar y no meros replicantes. Creo que la literatura es la más democrática de las artes: cualquiera que sepa leer y escribir puede intentarlo. Y quiero creer que nuestros políticos saben leer y escribir. Claro que cuando los ves en la tele... una historia de amor escrita por el Zapatero o por el Rajoy que conocemos no me provoca demasiado. Pero a saber lo que escriben en su cabeza cuando están a solas con un libro, sentados en el váter...
De las doce acepciones de la palabra ligar que figuran en el diccionario de la RAE y recogidas en uno de tus cuentos, ¿con cuál te quedas?
La número 12: “confederarse, unirse para algún fin”. Y la que menos me gusta es la número 1: “Atar”.
¿Un lugar para leer este libro aparte del váter?
La cama. Y si es acompañado, mejor. Antes o después de. Pero nunca durante.
Vas en el autobús una mañana y junto a ti se sienta una chica que saca tu libro del bolso y se pone a leerlo. ¿Qué le dirías?
Creo que nada. Ya dije lo que tenía que decir por escrito. Lo demás sería una celebración del ego y es una fiesta muy solitaria. Ojo, me encanta que a la gente le gusten mis libros y que me lo digan, pero cuando lo hacen siento mucho pudor. Lo que sí haría sería observar de reojo sus reacciones y, además de mirarle las piernas, trataría de adivinar cuál de los relatos está leyendo...
¿Y si fuera un comercial inmobiliario?
Haría exactamente lo mismo. Sólo que no le miraría las piernas.
¿Y a una viejecita entrañable?
Si me reconociera y surgiera la conversación, la escucharía. La gente mayor tiene muchas historias que contar, pero a menudo tenemos demasiada prisa como para escucharlos.
Recomiéndanos un libro.
¿Sólo uno? Que sean dos: en novela, Contraluz, de Sara Rosenberg, que acaba de publicar Siruela y la ratifica ?aunque no era necesario? como una escritora de gran calado. Y en cuanto a relatos, lo que más me ha impactado últimamente es Como una historia de terror, de Jon Bilbao, que ha ganado el Premio El Ojo Crítico de este año y edita Salto de Página.
Y ya que estamos, uno de poesía.
Coño, me alegra que me lo pidas (ríe), sin duda la antología Bukowski Club. Jam session de poesía 06-08, un compendio de 74 poetas que han leído en el bar en estos últimos dos años.
Por Daniel Ortiz Peñate. Foto de Andrea Pandini
El escritor Carlos Salem parece a simple vista un personaje desdoblado de alguna de sus múltiples historias. No para. Habla con nosotros mientras prepara su guarida, el Bukowski club de Malasaña, para la jam session de poesía de los miércoles. Ediciones Escalera acaba de publicar su último libro, una colección de relatos titulada Yo también puedo escribir una jodida historia de amor, prologada por Gonzalo Torrente Malvido. Pero esto no es todo, el lanzamiento del libro coincide felizmente con la aparición en Francia de su primera novela Camino de ida y con la segunda edición de Matar y guardar la ropa. Todo apunta a que este autor de origen argentino y residente en España desde hace más de 20 años, está llamado a integrar, por derecho propio, ese grupo de nuevos narradores que con talento e irreverencia, ha irrumpido, para deleite de los lectores, en el panorama literario español de los últimos años.
“Yo también puedo escribir una jodida historia de amor” es el nombre del primer texto que da nombre a este volumen de relatos. ¿Cuándo decides que tú también puedes...?
Fue una sorpresa. En los años que llevo escribiendo, habré publicado más de setenta relatos en periódicos, revistas, antologías... Pero al enfocar este libro descubrí que tanto los relatos que ya tenía y me apetecía publicar como los que deseaba escribir, tenían un hilo común que no había advertido antes: el amor como fondo, como motor de la acción, como desgracia o milagro cotidiano. Así que estaba claro que debía escribir un libro de relatos de amor, pero a mi manera, por supuesto...
Como autor has tocado casi todos los palos literarios, pero se te conoce más como escritor de novela negra, ¿es tal vez este libro de cuentos una reivindicación de tu versatilidad?
Sí y no. Surge de la necesidad de contar unas historias, y hacerlo desde los diferentes registros que suelo utilizar. La novela negra seguirá siendo, si de mí depende, uno de mis “palos” literarios permanentes, porque me permite narrar desde la situación límite. Pero no es el único. Creo que el libro es una paleta en la que se reflejan los diferentes matices que me gusta usar para contar historias. Pero no siento que sea necesario reivindicar nada: uno escribe, y si al lector le llega, está todo bien.
¿Cómo se consigue combinar la coherencia y el buen hilo conductor que parece saltar de un relato a otro con la pluralidad de registros, personajes y situaciones?
Durante muchos años me preocupó no tener un estilo propio, hasta que me di cuenta de que lo tenía. Y está formado por varios registros, pero detrás siempre estoy yo. A un lector de Camino de ida o de Matar y guardar la ropa no le chocarán los relatos de Yo también puedo escribir una jodida historia de amor, porque la voz es la misma, con otras ropas pero la misma. Eso me lo dijo no hace mucho Fernando Sánchez Dragó: que yo tenía una voz narrativa propia y reconocible por el lector, incluso en registros muy diferentes. Además, el tema de fondo de los relatos ayuda a mantener la coherencia: junto con la muerte, el amor es uno de esos temas universales que están presentes en todos los estilos de la literatura.
Además del propio límite físico del libro, existe otro perímetro: la ciudad de Madrid, que da la sensación de ser un saco sin fondo para crear buenas historias.
Todas las ciudades lo son. Yo comparto con Cortázar la convicción de que el campo es un lugar donde los pollos tienen el descaro de pasearse crudos. Me gusta la naturaleza pero en dosis limitadas, en cambio las ciudades no me cansan, porque en ellas la gente es el paisaje. Y con respecto a Madrid, fue amor a primera vista hace más de veinte años, y todavía dura. Aunque le he sido infiel con otras ciudades, como Málaga, Barcelona o Gijón, en las que también me he perdido detrás de una historia que movía las caderas al pasar.
Aparte de tu actividad como escritor (o no tan aparte) llevas junto a Inés Pradilla el Bukowski Club en Malasaña, un bar de referencia para muchos amantes de la literatura. ¿Se asoman algunas historias a la barra del bar?
Muchas. Casi a diario. Lo que ocurre es que mis procesos son lentos, por lo que nunca utilizo de inmediato algo que me llama la atención, lo dejo reposar durante mucho tiempo. Además, siento un enorme respeto por la gente que me cuenta o me muestra sus historias, de modo que cuando utilizo algo, lo hago de manera que supere lo anecdótico, uso lo esencial o lo que me sugiere, para convertirlo en otra cosa, que incluya lo que he visto pero no lo repita. En contra del tópico que nos han impuesto, soy de los que piensan que la ficción siempre supera a la realidad, porque parte de ella pero salta más lejos...
¿Con qué relato te quedarías si tuvieras que elegir?
Es difícil, porque como hay varios registros, dentro de cada uno tengo mis preferidos. Hay relatos casi autobiográficos, como el que da título al libro, por los que siento un cariño especial y además representan una forma narrativa sobre la que volveré y pronto. Y hay otros, como “Triángulo” o “Teselas”, que cuentan de una forma diferente pero me gustan mucho. Mejor, que cada lector escoja el suyo...
¿A quién retarías a escribir una jodida historia de amor?
A Borges. Porque siempre me pareció que se protegía demasiado de la pasión amorosa, acaso por temor. El resto de las pasiones supo reflejarlas como un maestro, pero con el amor siento que nunca se atrevió de verdad. Aunque el cabrón era un genio y seguro que si acepta el desafío, me deja con la boca abierta, ¿te imaginas el susto?...
Háblanos de Sotanovsky.
Es una especie de alter ego (tengo varios, es inevitable) que lleva conmigo más de veinte años y al que someto a las más disparatadas situaciones. De hecho, tiene su propio libro, pero al escribir sobre el amor y la forma en que lo vivimos, el absurdo siempre está presente y tenía que estar Sotanovsky. Por eso participa en este libro con cuentos como “Eclipse” o “El ladrón enamorado”, y sin mencionar su nombre, en varios otros relatos del libro.
¿Ves capaz de hacerlo a algún político actual?
Depende. A veces me gusta imaginar que los políticos, además de sus representaciones teatrales, son personas capaces de sentir y soñar y no meros replicantes. Creo que la literatura es la más democrática de las artes: cualquiera que sepa leer y escribir puede intentarlo. Y quiero creer que nuestros políticos saben leer y escribir. Claro que cuando los ves en la tele... una historia de amor escrita por el Zapatero o por el Rajoy que conocemos no me provoca demasiado. Pero a saber lo que escriben en su cabeza cuando están a solas con un libro, sentados en el váter...
De las doce acepciones de la palabra ligar que figuran en el diccionario de la RAE y recogidas en uno de tus cuentos, ¿con cuál te quedas?
La número 12: “confederarse, unirse para algún fin”. Y la que menos me gusta es la número 1: “Atar”.
¿Un lugar para leer este libro aparte del váter?
La cama. Y si es acompañado, mejor. Antes o después de. Pero nunca durante.
Vas en el autobús una mañana y junto a ti se sienta una chica que saca tu libro del bolso y se pone a leerlo. ¿Qué le dirías?
Creo que nada. Ya dije lo que tenía que decir por escrito. Lo demás sería una celebración del ego y es una fiesta muy solitaria. Ojo, me encanta que a la gente le gusten mis libros y que me lo digan, pero cuando lo hacen siento mucho pudor. Lo que sí haría sería observar de reojo sus reacciones y, además de mirarle las piernas, trataría de adivinar cuál de los relatos está leyendo...
¿Y si fuera un comercial inmobiliario?
Haría exactamente lo mismo. Sólo que no le miraría las piernas.
¿Y a una viejecita entrañable?
Si me reconociera y surgiera la conversación, la escucharía. La gente mayor tiene muchas historias que contar, pero a menudo tenemos demasiada prisa como para escucharlos.
Recomiéndanos un libro.
¿Sólo uno? Que sean dos: en novela, Contraluz, de Sara Rosenberg, que acaba de publicar Siruela y la ratifica ?aunque no era necesario? como una escritora de gran calado. Y en cuanto a relatos, lo que más me ha impactado últimamente es Como una historia de terror, de Jon Bilbao, que ha ganado el Premio El Ojo Crítico de este año y edita Salto de Página.
Y ya que estamos, uno de poesía.
Coño, me alegra que me lo pidas (ríe), sin duda la antología Bukowski Club. Jam session de poesía 06-08, un compendio de 74 poetas que han leído en el bar en estos últimos dos años.
jueves, 1 de enero de 2009
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