El encierro empezó antes
del encierro.
Cuando estábamos tan cerca preferíamos tocarnos
por teléfono.
Permitimos que la imagen
de la imagen de la imagen valiera más que lo real.
Le pusimos filtros bonitos
a la vida.
Le borramos cada arruga
y cada poro.
Y la vida poco a poco
se olvidó de respirar.
No me importa repetirme
para una vez
que digo algo certero:
Caparazón va por dentro.
Es algo que se cierra
con lentitud coherente
de tortuga y olor a libro viejo.
Definitivo como un sobre vacío.
Pesado como el párpado de un muerto.
Así que por favor
dejemos de quejarnos
todo el tiempo
mientras seguimos agregando
pixel a pixel
ladrillos nuevos para el muro
de este encierro.
(Carlos Salem & Javier Jimeno Maté)