lunes, 11 de agosto de 2008

En El Periodista Digital

(Gracias, Guillermo)

Un negro salto de página (Sobre L. Oyola y C. Salem)

Por Guillermo Roz

11.08.08 | 08:46. Archivado en Literaturas

Desde que llegó Camino de Ida de Carlos Salem, todo lo que viene de la Editorial Salto de página parece traer nuevos y buenos vientos. Tanto es así que este año el salto de la editora es un gran salto con las muy merecidas premiaciones de Matar y guardar la ropa, la segunda novela de Salem (Premio Memorial Silverio Cañada a la primera novela negra publicada) y Chamamé de Leonardo Oyola (Premio Hammett a la mejor novela policíaca de 2007 escrita en español)

Chamamé de Leonardo Oyola es un milagro, no, dos milagros, no, perdón, son tres. El primero el de que con tanto lunfardo y guaraní y referencia de una argentina pretérita, le entendamos y sigamos la trama perfectamente, los argentinos. ¿Y los españoles? Pues es ese es el segundo. El tercero es que esta excelente novela haya sido premiada por un jurado español con más nada más ni nada menos que el Dashiell Hammet. Todo esto no certifica que Oyola sea Dios pero sí un fenómeno de la lengua que puede contar una historia trepidante, a un ritmo de alucinación, con un lenguaje complejísimo y que así y todo lo sigamos, y nos guste.
La historia va de dos piratas del asfalto que recorren el litoral argentino a ritmo del rock nacional. Son socios y son enemigos, son dos personajes que encarnan la marginación y la poesía del crimen en una gesta de sketches brillantes, sucesos en cárceles, descampados y rutas salvajes. Y en medio de todo eso la mística de la fé (uno de los dos es el pastor Noé y cada uno de sus macabros movimientos los justifica como parte de su plan para construir su parroquia) y la de cierto romanticismo de estrella desde la pobreza, de self made man, encarnada en el otro, el Perro (un muchacho que toma de la lírica del rock patrio casi todas las líneas de su guión).
Para el crimen, para el amor y para la muerte Oyola construye personajes desde el pozo de lo más horrible y de lo más humano, y con ellos una épica de una parte de la cultura argentina, divertida y regionalista como un buen chamamé.

La magia de Salem se renueva y aún mejora. En Matar y guardar la ropa otra vez hay una misión imposible, como en su piropeada Camino de ida. Esta vez será Juan Pérez Pérez, un hombre de doble vida (correcto padre de familia por un lado y sicario por otro), quien se encontrará ante su encargo más difícil: matar a uno de los personajes de los que veranean en una playa de Murcia. La dificultad y gracia del asunto radica en la cantidad de personas conocidas de Juan Pérez Pérez (Número Tres según el código que le impone su “empresa”) que frecuentarán la maldita playa: sus hijos con su ex mujer, el juez estrella de la lucha contra el crimen, un amigo de la infancia y una tal Yolanda que parece pueda llevarse el corazón de nuestro héroe.
Esta novela que habla de la muerte, es una comedia y viceversa. La obra dividida en 29 capítulos más un epílogo de tono Bogartiano, pone en escena una voz inconfundible ya, la de Carlos Salem. Con sólo dos libros, el hombre de Malasaña, ha sabido crear una voz propia, un estilo que hace que lo negro sepa hablar de amor, que lo cómico sepa pensar filosóficamente y que a través de diálogos brillantes el lector pueda enamorarse de sus personajes entrañables.
Apostaría y votaría con gusto por esta novela como una de las grandes candidatas para el próximo Premio Dashiell Hammet.

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