martes, 13 de mayo de 2008

Un asesino a sueldo en un camping nudista de Murcia




“Matar y guardar la ropa”, de Carlos Salem, aborda con ironía la crisis de los cuarenta en clave de novela negra

El libro es también un homenaje al escritor siciliano Andrea Camilleri

El pasado 7 de mayo fue presentada en Madrid la nueva novela de Carlos Salem, Matar y guardar la ropa, editada por Salto de Página. El autor hispanoargentino, que hace menos de un año debutó como novelista con Camino de Ida (de la misma editorial), confesó ser un apasionado del género negro, aunque se definió como “amante, más que novio formal” de la novela policial, y contó con el apoyo de los escritores Juan Madrid y David Torres, en sendas presentaciones, a los medios de comunicación y al público en general.
En la primera cita, en Casa de América, Juan Madrid señaló ante los periodistas que “la novela negra es el género más vivo que existe en este momento, y Matar y Guardar la ropa es una prueba más de ello”. Para el autor de Pájaro en mano, Tánger, o Días contados (y casi cuarenta títulos más), Salem “ha escrito una novela policial irónica, riéndose de los convencionalismos del género y también de las novelas de espías, pero al mismo tiempo ha construido un texto literario muy bien contado, que me ha divertido mucho”. A su juicio, este libro constituye “un comienzo extraordinario en la novela policial, tanto si decide continuar con el tono irónico como si opta por probar otros registros”. Tras asegurar que “el mundo libresco es como una plaza de toros” y prevenirlo “contra las cornadas”, Madrid se mostró satisfecho de “dar la alternativa” a Carlos Salem.
Por la tarde, en el Forum de la FNAC, fue David Torres el responsable de presentar el libro al público. El que fuera finalista del Nadal en 2003 con El gran silencio, y ganador del Premio Tigre Juan con Niños de tiza, declaró que “no es fácil descubrir a un novelista con la raza y la imaginación que tiene Carlos Salem”. Para Torres, la novela “es extraordinaria, la leí en unas horas y como una de esas partidas de póquer descubierto, en las que ves las apuestas. Y las apuestas narrativas no dejaban de subir”. El peligro de este tipo de juegos es que “al llegar al final descubras que todo es un farol y te sientas estafado, pero Salem no sólo lo resuelve, sino que además consigue elevar la tensión tremendamente”. Otro valor que rescató fue “la ternura que sabe incluir en la trama, en un tipo de novela en la que eso no es frecuente”. En cuanto a los personajes, destacó que “tienen vida propia: Los malos no son malos hasta durmiendo ni por obligaciones del guión, y los buenos también tienen sus sombras: prácticamente no hay un personaje que no tenga algo que ocultar, en un sitio como un camping nudista, en el que teóricamente no puedes esconder nada”.

Homenaje a Camilleri
Carlos Salem explicó que, “más que ironizar sobre un género del que soy un lector infatigable desde que era niño, he querido utilizar sus claves para parodiar ciertos aspectos de la vida. En especial, la llamada crisis de los cuarenta, de la que el protagonista, un asesino a sueldo y padre de familia a la vez, es una víctima más”. Para el autor, “la ironía es un medio para acercarme a temas que, de otro modo, me resultarían muy duros de tratar”. La novela es también un homenaje al escritor siciliano Andrea Camilleri, creador, entre otros libros, de la saga del comisario Montalbano, del que Salem es “forofo declarado”. De hecho, indicó que uno de los personajes de Matar y guardar la ropa lleva el nombre “traducido a medias”, del novelista italiano, “y aspectos de una personalidad que le he inventado desde la admiración más rendida”. Siguiendo a Camilleri, Salem apuesta en esta segunda novela por la sencillez de un lenguaje directo, interno incluso, ya que está narrada en presente y en primera persona por el protagonista, “y el absurdo surge porque la vida lo es por momentos”.
La novela narra cuatro días cruciales en la vida de Juan Pérez Pérez, ejecutivo medio de treinta y nueve años, divorciado y con problemas de comunicación con sus hijos. Pero Juan es también el Número Tres, eficaz asesino a sueldo de una multinacional del crimen para la que ya ha entregado quince “pedidos” en ocho años. Un encargo de última hora, durante las primeras vacaciones a solas con sus hijos, lo lleva hasta un camping nudista de Murcia, en el que Juan se encontrará con buena parte de su pasado y también con una promesa de futuro tan incierta como es el amor, mientras descubre que, en esta ocasión, la víctima puede ser él.
Según Gonzalo Torrente Malvido, autor del prólogo del libro, éste “marca un hito en el entendimiento literario del asesinato y de la novela negra, al tiempo que señala una modalidad de ficción insólita en el tratamiento estético y necesaria en la novela en general”.

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