Mis amigos
con los que hablamos de salvar
o destruir el mundo
pero nunca recuerdo
sus cumpleaños.
Mis amantes
a las que quiero libres
para que no me necesiten
o para todo lo contrario.
Mis hijos
auroras boreales
a los que solo dejaré
como borrador de herencia
los libros
que no me atreví
a terminar.
Mis ex
maravillosos trenes
con rumbo al horizonte
de las que me bajé siempre
en marcha
por culpa del pánico
que me producen las estaciones.
Las noches
del color de un cigarro
a punto de apagarse.
Toda la gente
en la que no aprendí
a quedarme.
Lo único que sé de mí
es que
me comparto
con tanta gente
porque no soy capaz
de darrne por completo
a nadie.
Que no
se culpe a nadie
de mi sangre.
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