viernes, 14 de diciembre de 2012

A mano amada




(Ya escrito el poema, alguien me señaló que estaba 
plagiando un título de Ángel González, nada menos. 
Pero si el maestro la viera, me perdonaría, estoy seguro.)


Cuando dejas de creer en ti,
algo se apaga en el país de los espejos
que muestran tu verdad.
El resto de los cristales mienten por envidia,
y solo existen si los miras.

No vas comerte el mundo,
quizás,
pero el mundo está esperando tus mordiscos.
Yo también,
por motivos similares y diferentes.

Si ya eres todo lo que eres,
sin saberlo,
cuando sepas,
sólo te frenarán tus propios frenos,
y nada te hará caer, salvo tus zancadillas.

Y allí estaré, con el brazo tendido,
aunque tu tacto queme,
para levantarte de un suelo
que no merece tu caída,
compañera de tanto,
cómplice de este atraco a mano amada
que es la vida
si se vive de verdad,
sin creer en los espejos,
que son siempre
la frontera de los otros.

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