viernes, 17 de agosto de 2012

Demasiado largo para Twitter, demasiado corto para mi editor




Tener o no tener


Hace poco, muy poco, me sentí escritor por primera vez. Mis tiempos son trompos, peonzas lentas que aceleran en las curvas, de modo que después de tanta espera, han sido once libros en cuatro años y medio, creo, y no acababa de sentirme escritor. Tampoco un farsante, no exageremos. Pero me faltaba algo que había perdido en tantos años de escribir sin saber ni importarme demasiado si luego seria o no publicado (Mentira cochina, sí que me importaba, pero como siempre, cuando por casualidad me mira con interés la mas guapa del bar, yo exijo que ademas sea lista y buena gente, ya sabes lo que digo, lo has vivido). 
Me faltaba el miedo, la pregunta oscura sobre si podría escribir otra novela, si lo había perdido o apostado al numero equivocado, si aun lo tenia. Ya sabes que creo en la técnica y el trabajo y la constancia y todos esos consejos monacales para escritores pero, entre nosotros, esto se reduce a saber si lo tienes o no lo tienes. Y cuando lo tienes, temes perderlo. 
Pasé meses retocando viejos proyectos, eludiendo el asunto por temor a comprobar que estaba en lo cierto.  Creo que lo comenté con alguien que me conoce casi mejor que yo mismo y me dijo, haz lo que te guste, lo que te haga feliz, no pienses en nada mas que en jugar. ¿No es lo que siempre recomiendas?
Luego lo hablé con un escritor que antes que nada es amigo, le conté un proyecto que era apenas un boceto, bebimos bastante y antes del mareo, me dijo: cabrón, ya tienes la novela en la cabeza, como siempre, solo déjala salir y disfruta. 
Eso estoy haciendo. 
Y disfruto. 
Ahora que lo pienso, si aplico ese consejo común al resto de mi vida, puede ser una vida cojonuda. A lo mejor ya lo es y no me había dado cuenta. 
En estos días en que todos son restas, yo, sumando. Tiene gracia. 
La novela se publicará o no, se venderá o no. 
Pero será verdad, por delirante que sea.  Porque me han recordado que mis lectores están tan locos como yo, y eso no se cura. Por suerte, no se cura. Como estas ganas de escribir todos los tomos de mis memorias de lo que venga, en la pagina curva de tu espalda. La próxima vez que nos veamos, empiezo.

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