lunes, 6 de agosto de 2012

Cuadernos del olvido (I)


(Demasiado largo para Twitter, demasiado corto para mi editor)


A ver qué sale

Lunes 6 de agosto 

Comienzo este cuaderno sin saber si mañana lo abandonaré. Concibo docenas de proyectos maravillosos que luego quedan en el limbo, a la espera de que un día vuelva, casualmente, por su esquina. Pero la gente que me lee solo sabe de lo publicado, cuando tal vez en ese limbo está lo mejor que puedo dar, lo que no tengo huevos de enfrentar porque prefiero verme y que me vean de una forma que me exponga un poco menos.
 A saber. 
Igual tenia razón mi abuelo Antonio cuando decía que yo me tomaba muchos trabajos para tratar de no hacer nada. La maldición del vago que no sabe estarse quieto, ya sabes.
De ahí este cuaderno que no lo es, porque mi caligrafía no existe y mis libros serán objeto de estudio dentro de siglos (no por méritos del autor, seguramente olvidado), para desconcierto de los criptógrafos. 
Comenté esta idea con un amigo editor (sí, algunos de mis amigos son editores, ya sabias que yo era un tipo raro, querida), y me dijo "oye, si es tuyo [eso me halagó], yo lo publicaría, pero ¿no tienes algunos cuentos, otra novela, algo que le interese a la gente?[eso me dolió]. 
Tal vez tenga razón, pero llevo tantos años sin acostarme con la razón, que si la veo desnuda, seguro que no se me levanta.
Digamos que la impudicia propia de todo autor, agravada por la incontinencia adquirida en las redes sociales, me lleva a manotear sensaciones (reflexiones al paso, reacciones ante un mundo que no acabo de entender, comentarios de lecturas, algún cuento o un telegrama de amor, confesiones vergonzantes que si las pienso no las escribo; todo eso que luego se destila, suavizado, en poemas, cuentos y novelas), y volcarlo aquí, antes de que se evapore.
Serán, supongo, fragmentos más cortos que este (mi vieja manía de explicar lo inexplicable), pero aún así demasiado largos para Twitter y demasiado cortos para mi amigo editor. Los publicaré, antes de arrepentirme, en algún portal sin prejuicios para con los escritores que seguimos pensando que escribir es casi mejor que el sexo. Sólo casi..
Porque si alguen quiere asomarse a leerlos, el olvido será menos olvido y la memoria un patio sin alambradas.  
A ver qué sale. En todo caso, que salga y ya es bastante. 

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