Empatar por goleada
Tuve un tiempo en el que fui
un joven perdedor
con el pelo así de largo
dispuesto a calcinar
el pasto de las letras con mis textos incendiarios.
La vida era un partido con el árbitro comprado
y yo nunca pasaba de la mitad del campo
por miedo a meter
un gol sin querer
y después tener que celebrarlo.
Pasé bastante hambre
como indican los manuales del maldito
y conseguí algunas muchachas
que luego se marchaban
al ver que ni yo entendía mis escritos.
Tuve un tiempo en el que fui
un joven ganador
con el pelo así de largo
resuelto a rescatar
al mundo de su error
con mi fuego revolucionario.
La vida era un partido a todo nada
y yo tiraba siempre a porterí
aunque estuviera en los vestuarios
nunca acertaba
pero había que intentarlo.
Pasé un poco de hambre
y saltaba de un empleo al otro
conseguí algunas muchachas
que luego se marchaban
casi siempre con un rubio en una moto.
Tuve un tiempo en el que fui
un no tan joven ganador
con el pelo menos largo
empeñado en encajar
en el sistema y desde dentro cambiarlo.
La vida era un partido con revancha
yo jugaba en equipo,
copiaba los regates
y hasta que mis principios
me echaron de la cancha
metí unos cuantos goles que casi me cambiaron.
Ya no pasaba hambre
o acaso había perdido las ganas de comer.
Conseguí algunas muchachas
pero luego me marchaba
en busca de algo nuevo que perder.
Tuve un tiempo en el que fui
un maduro perdedor
(el pelo mejor no mencionarlo )
y escribía un libro y luego otro
aunque nadie quisiera publicarlos.
La vida era un partido que no televisaban
y yo pateaba novelas sin mirar
por el simple gusto de patear
por eso tardé bastante en darme cuenta
de que algunas entraban.
Ya no pasaba hambre
o acaso me había acostumbrado
conseguí algunas muchachas
pero siempre me marchaba
para ver salir el sol desde otro lado.
Ahora
tengo un tiempo
y no sé cuándo se acaba.
Paso más sed que hambre
me afeito la cabeza por las dudas
escribo sólo lo que me gusta
y a veces me pagan.
He aprendido que el verbo conseguir
no sirve para conjugar a una muchacha.
Y por suerte no me quiero ir
y por suerte tú no te has marchado.
La vida es un partido que vale un campeonato
y el rival tiene mi misma cara.
Pero voy a jugar hasta el final
desoyendo reglamentos
y silbatos.
Ya no quiero ganar
Ya no quiso perder
Ahora voy
a empatar
por goleada.
1 comentario:
Y a este lector que ha entrado por casualidad a tu terreno de juego animado por el sonido del golpeo del balón o del teclado al escribir (ya no lo tengo muy claro) le ha gustado leerte. Como no soy chica, ni me importa tu otrora cabellera al viento, por lo tanto espero no tener nada que temer, me voy a quedar aquí en las gradas viendo como juegas tu partido. Yo bajaría al terreno, pero es que yo también tengo mi partido en plena faena (aún luzco el pelo largo) y tengo que reservar fuerzas. Mejor contemplo y aprendo, por si me valiese después para meter mis goles.
Saludos, y no te grito gol porque...la verdad, como no se me ocurre el por qué no, te lo grito y así te animo...¡¡¡Gol!!!
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