lunes, 29 de enero de 2007

no es un poema (y tampoco es tan grave)


Hay días así, en los que -como diría Osvaldo Soriano-
uno está cansado de llevarse puesto.
Días en los que del pasado
no te duelen tanto los errores como los rencores.
Días de mierda, lunes lunares cancerosos,
semanas que empiezan como si estuvieran acabando, ya sabes.
Y la certeza de que
si existera la puta máquina del tiempo
el día de la marmota
o lo que fuera
volverías a pisar las mismas mierdas.
Como consuelo, alguna estrofa de Silvio Rodríguez,
esa que dice:
"yo no sé lo que es el destino,
caminando fuí lo que fuí,
allá dios,
que será divino;
Yo me muero como viví".


(eso, Inés, y montajes como el de gsus.)

miércoles, 24 de enero de 2007

lunes, 22 de enero de 2007

Silvi Orión

(tarde, porque cuando no me faltaba el dibujo me faltaba el poema, el caso que nuestra piterpana favorita no aparecía publicada aquí, aunque sí en el blog del padre de los retratos, Igor Heras, un pedazo de artista y eso que lo íbamos a despeñar de pequeño... )


Un viento
dentro de un viento
dentro de un viento.
delgada
muñeca rusa
que contiene otra más grande
y otra más
cada una girando en un sentido.
Esta mujer podría marearte
-o marearse-
de modernidad
si el ancla de sus ojos
no fijara la vieja
dorada pregunta
que se tragó al primer poeta:
un por qué tan grande
que en él cabe una galaxia
.

viernes, 19 de enero de 2007

Del peligro de la geometría

(algunos ya conocéis a Sotanovsky,personajucho que se me ha pegado a la suela del zapato como una mierda de perro que se quiere ir de paseo. Otros no los conocéis y tan contentos. El caos es que el mamón, a fuerza de seguirme y soportar mis putadas, se ha ganado un librín aún inédito, al que perteneces este cuentín. Vale, ya está)
Pentágono


Tal vez entonces veas a Sotanovsky dentro de la ventana de un bar, recortado y solo pese al periódico y los vecinos de la mesa vecina, pese al tintineo de vasos que nunca se rompen y líquidos que se derraman sin dejar más huella que el rastro fugaz de su paso por la mesa, perseguidos por el paño mecánico del camarero que ha limpiado ya demasiados cafés volcados como para indagar sobre la causa de uno más.
Tal vez entonces te detengas a encender un cigarrillo a contraviento, capillita de dedos para proteger la llama que se apaga y se apaga, con un paquete prisionero bajo la cárcel del brazo y el maletín haciendo equilibrio entre dos rodillas y el soplido de la brisa encajonada de edificios despeinándote las ganas de fumar.
Tal vez entonces pase una mujer entre la ventana del bar que aprisiona a Sotanovsky en su solemne soledad acompañada de café volcado y tu lucha perdida por encender un cigarrillo a destiempo y a desgana, mientras un niño con el vaquero roto a la altura de las esperanzas ofrece sin entusiasmo unos bolígrafos para escribir qué a una señora de cierta edad incierta que se preocupa ciertamente por la desgraciada condición del chico, por su edad de estar en el colegio y tu papá en qué trabaja, nene, que se preocupa ciertamente por todo lo del chico antes de olvidarlo para siempre, porque bolígrafos ya tengo.
Tal vez entonces el vendedor de revistas de la esquina escuche algo en la radio que le cosquillea la oreja roja de fríos repetidos, algo nuevo y sorpresivo que le congele el cinismo de tanta mentira impresa vendida para ganar dinero con el que comprar más mentira impresa vendida para ganar dinero, y el comprador habitual descubra que algo pasa en esa oreja y esa radio, sin dejar de fingir que estudia las revistas técnicas cuando en realidad la pupila entrenada remonta el pezón de papel satinado de la chica de la revista con cara de puta cansada y pezón de chica de revista encerrada en plástico de bolsa de plástico y pezón.
Tal vez entonces el policía que surca el río de baldosas de la peatonal con el paso seguro del que conoce las corrientes subterráneas que llevan olas de gente sin espuma de aquí para allá, detenga el pie para convertirse en un punto más de una figura geométrica humana irregular, un pentágono imposible con un vértice en Sotanovsky que llora sin lágrimas tras la ventana del bar, otro vértice opuesto en tu mano tu cigarrillo todavía sin encender tu maletín tu corbata de lunes, otro en el niño que no vende sus bolígrafos a un señor que lo ignora (la vieja ya se escapó por la tangente), otro en el vendedor de revistas y su fortaleza de lata desplegable y su eterno cliente catador de pezones de papel satinado, y el vértice que falta en el policía con un pie que no llega a pisar la baldosa como si en el río subterráneo y peatonal hubiera pirañas y no papeles de chocolates, envoltorios de caramelos, pañuelos de papel, un chicle a medio mascar buscando zapato que lo lleve de viaje, un sobre con condones que alguien echará de menos cuando sea tarde o acaso nunca extrañe porque los llevaba sólo para engañar a su pito con promesas intangibles, la esquina partida de una carta con letra de mujer en la que se leen las palabras «lo mejor es dejarlo» sin especificar adónde, una foto de carné de un chico demasiado joven para jubilar la rebeldía y sin embargo, una entrada de cine partida como comprobante burocrático de que alguien pagó, vio, soñó y salió a la luz sin sacar conclusiones, un paquete de cigarrillos vacío de humo, dos monedas demasiado pequeñas para que nadie se arriesgue a doblar el orgullo y descuidar la popa al recogerlas, un cochecito de juguete en miniatura con las ruedas mordisqueadas. Y un cardumen de pies inquietos nadando por su cuenta sin saber dónde carajo hay un mar en el que desembocar.
Tal vez entonces te percates de que la mujer, provocación del pentágono inaudito, no es un punto más de la figura, sino una bisectriz que la parte en dos mitades iguales -y que se jodan Euclides, Pitágoras y compañía si no se puede-, con el abrigo bailándole una danza sensual pero respetuosa a las pantorrillas y los zapatos envidiándole la tarea pero no la vista.
Tal vez entonces, rueda que rueda la rueda de tu encendedor, te olvides de la chispa y el filtro ya mojado de intentos, porque algo pasa o tiene que pasar, algo para que todo esto tenga una razón geométrica de ser: Sotanovsky el vendedor el niño el policía y tu cigarrillo mojado en el filtro; algo que dice la radio del vendedor de prensa o sabe el chico pero olvidará, algo que detiene en el aire el pie del policía por miedo a un paso más, algo que volvió triste sin remedio Sotanovsky tras la ventana del bar y el café derramado sobre la mesa, algo que te impide aspirar fuerte para atraer la llama por fin del puto encendedor hasta el cigarrillo que ya no te interesa fumar.
Tal vez entonces estalle una bomba y todos vuelen en pedazos con la certeza de haberlo sabido una fracción de segundo antes, aunque como tantas estadísticas no sirva para nada.
Tal vez entonces el vendedor de prensa grite un gol una revolución el fin del mundo o me tocó la lotería.
Tal vez entonces el niño muera de repente sobre el asfalto sin que a la vieja le toque siquiera saberlo y arrepentirse de no haberle comprado un juego de bolígrafos para escribir qué.
Tal vez entonces la mujer saque un revólver del abrigo y dispare contra un Sotanovky triste que al fin y al cabo ya lo sabía, como lo sabía el policía del pie en el aire y el chico hecho al fino olfato de los peligros de la calle y lo sabía tu mano con el encendedor soltando llama y lo sabía el vendedor que desgrana las mañanas mirando gente pasar buscando una salida al mar, pero no lo sabía el falso cliente de las revistas técnicas que sólo sabe de pezones envueltos en plástico.
Tal vez entonces ocurra cualquiera de estas cosas.
O no ocurra ninguna.
Pero con seguridad te quemarás la mano y arrojarás el encendedor al río de baldosas infestado de pies.
Y un segundo después el pentágono no habrá existido nunca.

miércoles, 17 de enero de 2007

Dale un cabezazo

(Prometí no volver a leer eso que me persigue y hasta he pensado en no incluirlo en el libro que está al caer. Y desde luego ni se me cruzó por la cabeza colgarlo en el blog. Pero me lo ha pedido Nahuel, que tiene ganas de empezar a los cabezazos, y además es mi hijo. Así que, a joderse, gente)

A Zinedine Zidane

Al que te roba la alegría y la malvende
al que te pesa el alma y te mide la vida
alque pronostica, desde abajo, tu propia caída
dale un cabezazo

Al que sube trepando en cabezas ajenas
al que
vende prójimos para ir a las bahamas
al
que te roba, sin quererla,a la mujer que amas
Dale un cabezazo

Al que te dice siempre, y siempre tarde, te lo dije
al que
te calcula el futuro en decimales
al
que te toca los huevos sin fines sexuales
d
ale un cabezazo

Al que te compra el tiempo a precio de rebajas
al
que te anuncia que envejecerás en soledad
al
que te cobra el doble y paga la mitad
da
le un cabezazo

Al contador de sístoles y diástoles
al inventor del método de ogino
al
presidente de tu comunidad de vecinos
da
le un cabezazo


A quien
lleva el libro mayor de tus errores
aquién no entendió a machado y sigue confundiendo valor con precio
a quién exige la red antes de subirse a los trapecios
dale un cabezazo


Al podador de sueños no clasificados
al que te vende como nuevas ilusiones caducadas
al camarero de este bar, si te pone mala cara
dale un cabezazo


Al que siempre se sabía todas las lecciones
al cura que le cortaba el rollo a la niña del exorcista
a quién le birló el buen humor a los taxistas
dale un cabezazo

Al que cotiza los amigos como acciones en bolsa
al que siempre tiene la respuesta exacta y se la calla
al puto padre de la puta madre de todas las batallas
dale un cabezazo

Al poeta que no sangra
al maestro que no ilumina
al propietario de todas las esquinas
dale un cabezazo

al que ya ha comprado el champan para brindar por tu fracaso
al vecino que se queja por los ruidos del amor
y a emilio aragón, por favor
dale un cabezazo


A mister bush
a mister chavez
a Don Limpio
antes conocido como Mister Propper
dale un cabezazo

A todo lo que te maniata y te sirve como excusa
alque te aceita las rodillas y te oxida el coraje
al que te obliga a ver las diapos de su último viaje
dale un cabezazo


Pero si un día descubres
que sólo piensas lo que piensa el telediario
decualquier cadena
que sólo ríes con los chistes de tu jefe,
por pésimos que sean
que has cambiado el amor por la hipoteca
que te apuntas como empates las derrotas
que lo que has querido ser quedó muy lejos
busca ese rostro que te asusta en los espejos
y dale un cabezazo.

martes, 16 de enero de 2007

Francisco Acaso

Hombre sin sombra
porque él es su propia sombra,

alopécico licántropo
en noches de luna vacía,
pinta de conde transilvano
que se alimenta de su propia sangre,
y como dibuja Igor,
dueño de su propia nube,
que no es poco.
Mientras el resto de nostros
chapotea en los charquitos

de nuestras penitas
que salpican poquito,
él se mantiene a flote
o se hunde entre sus penas,
las amasa, las besa,

y se asoma para verlas.
El hombre hermético,
francisco acaso, el hombre ostra,
se abre los miércoles
y nos muestra,
lentamente,
alguna de sus perlas.


(Igor, cabrón: no se puede dibujar así, de memoria además, y ser buena gente)

sábado, 13 de enero de 2007

Así

Este lo leo que cada vez que puedo. No es un gran poema, pero a veces necesitas explicarte por qué no te arrojaste bajo aquél tren. Funciona. Aunuque hay más trenes, claro.)


Siempre ha sido así
así de complejo y brillante
por momentos.
Siempre a dos milímetros del tren que me convenía
abordar
el que veía partir desde el andén
o más tarde intentaba correr delante de él.
No sé cómo habrá sido para ti
y tampoco me importa demasiado
cada uno tiene su propio mapa
pero el mío lo cambié hace mucho
por una peonza con el eje torcido
y un puñado de hojas secas
y crujientes.
Siempre ha sido así
así de estéril y selvático
al mismo tiempo.
Siempre y desde muy temprano
con el ingenuo cinismo de saber que el sueño
que hoy montaba
mañana me parecería un corcel de bronce
o yeso.
Siempre ha sido así
así de tristemente eufórico
y caliente.
Siempre acostándome con las palabras en defensa propia
malcriado por mis coartadas de papel
poniéndoles los cuernos
con la vida
pero volviendo siempre a su cama conocida
y sin pedir perdón.
No sé cómo habrá sido para ti
que escribes robándole horas a la noche
o sueñas con tener tu propio castillo
como la pava que se inventó lo de harry potter.
Tampoco me importa demasiado
cada uno lleva a la espalda
su propia mochila maloliente
y a la mía no le queda mucho espacio.

Y es que siempre ha sido así
así de llano y escarpado
sin barandillas
siempre escalando cuesta abajo
dejando libre mi lugar precisamente meses antes
de empezar a cosechar lo que había sembrado
y sin fertilizar más que lo necesario.
No sé cómo habrá sido para ti
y tampoco me importa demasiado
cada uno se cubre con su propia manta
del olvido
y como m dijo una noche
borracho
mi amigo
gonzalo torrente malvido
"tú escribes
cabrón
por que no te aguantas
a ti mismo".
No sé como habrá sido para ti
y tampoco me importa demasiado
yo sigo por aquí
y siempre ha sido así
duro
pero feliz
como un jodido salmón
que necesita nadar contra corriente
para sentirse vivo
mientras pueda.
Siempre ha sido así
y no he aprendido otra manera
ni me importa que exista
la póliza de seguros contra el miedo a uno mismo.
Que seas feliz
si puedes.
y mientras tanto
si dices que quieres escribir
escribe
y no me toques los cojones.-

viernes, 12 de enero de 2007

Estaciones


El sol de bote del invierno si transparenta las bragas de las nubes
/es una maravilla
la lluvia que bautiza a perdigones los cristales de mis gafas
/es una maravilla
la insurrección de tus pezones contra el frío
que le enseñan el braile a cualquier tela

/es una maravilla
una flor de primavera si es más que un manojo de lágrimas de plástico
/es una maravilla
el amor inocente de los otros /es una maravilla
las resacas ligeras como párpados /son una maravilla
las faldas de las muchachas en verano con esa vocación de servilletas
o de mantel individual que augura un buen bocado

/son una maravilla
usar las noches como días mejorados de penumbra

/es una maravilla
dormir en un portal la borrachera de algún amor casual
y despertar sin que te hayan atracado

/es una maravilla
diagnosticar la radiografía del otoño analizando el esqueleto de los árboles
/es una maravilla
sentir nostalgia de lo que aún no has conocido

/es una maravilla
la balada para un loco de piazzolla cantada por valeria
en la recoba a las seis de la mañana

/es una maravilla.
Ahora que el invierno ha regresado

y acecha como un oso entre la nieve
y las gripes se disponen a tejer en mi piel el encaje de las fiebres
ahora que a veces creo

que este invierno puede ser mi último invierno
me encantaría cruzar el lago helado lavándome de las premoniciones
y ser capaz de llegar vivo
a la otra orilla
para volver a empezar a transitar mis estaciones.
Si lo consigo

/será una maravilla

Horas de vuelo




Empecé a preocuparme seriamente
por la muerte
la semana en que empezó a salirme pelo
en los cojones.
Me refiero a pelo de verdad
y no la pelusa adolescente de hasta entonces.
Con mis amigos hablábamos todas las noches
de la muerte
y yo pensaba con razón que donde hay pelo
si vives lo suficiente
acaban por brotar las canas
como las flores blancas
de la muerte.

Luego caí en la cuenta de que era del todo imposible
que yo llegara vivo a los 50
y dejé preocuparme por las canas.
Quedaba el otro miedo
el miedo enorme a una enfermedad incurable
con su lento desguace y su reloj de arena.

Y un domingo a las seis de la mañana
nadando entre cerveza
les dije a mis amigos
que si algún día me detectaban una muerte lenta
alquilaría una avioneta
la elevaría hasta romper las nubes
y la dejaría caer contra el hotel sol del comahue
en el que se daba cita la aristocracia local
de mi pequeña y patagónica ciudad
y buena parte de las niñas
rubias ricas
que no me hacían ni puto caso.
Mis amigos festejaron la ocurrencia
hasta que comprendieron que estaba hablando en serio
y dejaron de hablar de la muerte
para empezar a hablar de gabriela
una morena que venía a ser lo mismo.
Simulé olvidarme del asunto
pero durante años me revisaba atentamente
los cojones
y antes de cumplir los veinte
me reconcilié con mi viejo para que me pagara
un curso de pilotar avionetas.
El instructor era un tipo bajito y amable
que acumulaba una montaña de trofeos
y algo así como 6000 horas de vuelo en su carné
pero a pesar de ese historial
como no había hecho la carrera militar
el único puesto al que podía aspirar
era el de azafato en una línea comercial.
En lugar de eso cruzó el país
para enseñarnos a volar
en un pequeño aeroclub de mi pequeña ciudad.
Vivía en el mismo hangar en que dormían los aviones
y yo llegaba casi al alba con pasteles
y hacíamos café antes de ponernos a limpiar
la pipper de metal madera y tela del año 39.
Él siempre hablaba del cercano día
en que su mujer y su pequeña hija llegarían
para vivir con él en una pequeña
y bonita casa
con jardín.
Y algunas veces hasta yo me lo creía.
Pero sólo algunas veces.
Cuando empezamos a volar de verdad
la primera vez
apunté con el morro de la pipper
al perfil altivo del hotel sol del comahue
y me sentí mucho mejor.
Cuando bajamos me dijo el instructor
que yo servía para aquello
pero si no quería seguir la carrera militar
lo que tenía que hacer era acumular
horas de vuelo.
Acabaron las clases y solía verlo
en alguno de los bares
en los que yo acumulaba horas de vuelo
y una noche borracho confesó
que su pequeña mujer lo había abandonado.
Luego no lo ví más y supe que se marchó de la ciudad.
Después, mi vida fue resbalando cuesta arriba
había tanto que hacer:
una revolución que parecía posible
tres o cuatro amores imposibles
los cuentos los poemas las novelas.
Ocurre más o menos así:
La vida te va viviendo
y tú la bebes
y en ese trago se agotan las botellas.
Un día aterricé en este país
en el que la gente reía con el mismo acento
que mi abuelo
y me sentí uno más
y empecé a saltar como una ficha de parchís
de ciudad en ciudad
acumulando horas de vuelo.


Supongo que no puedo quejarme
los poemas y los cuentos siguen ocurriendo
el amor también ocurre todavía
las novelas esperan su momento
de la revolución mejor no hablemos
me temo que hablamos demasiado
y no hicimos casi nada.
Hace unos años adquirí la higiénica costumbre
de afeitarme periódicamente los cojones
pero como soy un descuidado
lo olvido durante meses
y luego me toca hacerlo sin mirar
tiene su mérito.
Levo cinco años soportando unas molestias
en la tripa
que calmo tomando cada día
unas pastillas que un médico piadoso
me recetó para usar dos semanas como máximo.
Y siempre me las apaño para dejar pasar el turno
de esos análisis urgentes
que mi doctora me ordena cuando la asusto
y la seguridad me concede para seis meses después.
Lo malo es que hace poco desperté con la certeza
de que por estas fechas más o menos
mi antiguo instructor de vuelo
se habrá jubilado de azafato en una línea comercial
y le habrán dedicado un pequeño y emotivo acto
para regalarle un reloj bañado en oro
antes de mandarlo para siempre a mirar el cielo
con su pequeña mujer
en su pequeña y bonita casa con jardín.
También caí en la cuenta de que me faltan
unos tres años para cumplir los cincuenta
y entre las piernas siento un cansancio de cana.
Así que pido mil perdones
por interrumpir aquí este anteproyecto de poema:
tengo que ir a revisarme los cojones
y de paso
averigüar a cuánto cuenta en estos tiempos
el alquiler de una avioneta.-

miércoles, 10 de enero de 2007

Retratos alcohólicos/ Flora y Fauna del BuKOWSKI CLUB

Vamos, que a Igor heras, ilustrador de (pero no con) fortuna, le ha dado por dibujar lo indibujable y además de memoria. Más difícil todavía, señora, porque ya es jodido dibujar asi y sin chuleta a gente a la que -en muchos casos, sólo has visto una cuantas veces. Pero hacerlo con los ciegos que son habituales en la casa, tiene más mérito todavía.

Y lo importante, el tío sabe. Que no te despiste esa carita de bueno, yo hago lo que me sale... y va y se sale.

Servidor, en general,tiene cierta manía a la caricatura como género, acaso porque los espejos me brindan una diario y con poca gracia. Pero Igor consigue darle un toque de arte el muy cabrón...

Total, que para joderle un poco la perfección del asunto, me he colado para agregarle un perfil a cada personaje. No esperes demasiado, que al lado de los dibujos de este capullo, sobran las palabras.

En todo caso, empezamos con:



Gonzalo Torrente Malvido



Cara de ave de paso
de presa
sin corral
grumete,capitán
y polizón
de una flota de cuentos que flotan
ligón impenitente
escritor en capilla
buscador de diamantes bajo faldas tableadas
agente secreto de un tal Conrad
embajador de Stevenson
infante de Discépolo
prisionero de Borges…
Si le apetece,
Gonzalo,
el malvado Malvido,
engaña a su única mujer,
su eterna novia,
la que más ha querido,
una tal Literatura, rubia de bote
y se desliza por una bossa nova
capaz de sacudir el tanga
a la mulata de culo más leído.
Pero luego volverá
a meterle mano a la novela
a desayunar con cava y cenar con colacao
persiguiendo muchachas
y relatos
cabeza gacha
sin sombra de recato
sin el menor pudor pecador irredento
porque Gonzalo sabe
y siempre supo
que la vida
es puro cuento.

lunes, 8 de enero de 2007

Apuntes para una breve historia del artisteo, I

(Para Silvi & Patty)
En el principio no fue el verbo, sino el gruñido.
Los humanos vivíamos en cuevas, no nos lavábamos demasiado, y sólo pensábamos en comer, cagar y follar. Como ahora, pero sin DVD.
Gruñir bastaba para comunicarse, porque no había mucho que decir: miedo, rabia, dolor, y una pregunta interminable que nadie se hacía "¿Qué coño hacemos en este mundo lleno de mamuts y sin ningún bar a la vista?"
Estaban demasiado ocupados en sobrevivir como para andar con dudas.
El mamut no duda. El cazador, sí, pero sólo una vez.
El cazador, digamos que se llamaba Grok, solía ser el más fuerte de la cueva, traía la comida y en recompensa, le tocaba siempre el mejor trozo de carne de mamut y el mejor trozo de entrepierna de Ñam, la buenorra de la cueva, la de las tetas más grandes, la mejor reproductora.
El resto de los habitantes de la cueva tenían una utilidad más o menos difusa, pero basada en:
a) hacerle la pelota a Grok para que les siguiera dando carne
b) buscar alguna utilidad aparente (mascar cuero para ablandarlo, guarradas así.)
El caso era encajar de alguna manera y hacerle la pelota Grok.
En esa cuva había un enclenque, un canijo cavernícola que digamos de llamaba Puajj.
Daba asquito verlo: poco pelo en la cara, los ojos saltones, siempre pensando en otra cosa. Puajj no hacía nada de utilidad (le daba alergia mascar cuero, supongo), y apenas le hacía la pelota a Grok.
A puaj le gustaba Ñam. Mucho. Todos los atardeceres, se subía a una piedra alta fuera de la cueva y se la meneaba a las luz del crepúsculo pensando en Ñam. También lo hacía al amanecer. Y a la hora de la siesta. Digamos que Puajj se pasaba el día meneándosela a cuenta de la tetona Ñam, que no le hacía el menor caso.
Como Puajj no hacía nada útil ni le hacía la pelota a Grok, comía poco, las sobras de las sobras del mamut, y aunque un mamut de buen tamaño cunde lo suyo, a él le tocaba lo justo para sobrevivir.
Puede que esa combinación de factores (comer poco y meneársela constantemente) llevara a Puajj a preguntarse por qué él era diferente, por qué Grok se comía la mejor pechuga de mamut y la mejor pechuga de la cueva y por qué Puajj no.
Desde su piedra, entre paja y paja, Puajj observaba todo: las cacerías, las carreras de las bestias, los cambios de las estaciones, a Ñam lavándose el chocho en el río (pausa para nuevo meneo), y acaso de tanto ver y preguntarse, se quiso responder y no tenía palabras. Pero tenía una piedra que manchaba. Y una cueva sin decorar.
Dibujó las palabras que no tenía: el mamut que le gustaría cazar, al cabrón de Grok (y lo dibujó delgado, hecho de palitos), las tetas de Ñam. dibujó lo que no tenía, dibujó su pregunta sobre una diferencia que no le había pedido a nadie y luego se durmió.
Puede que antes se la meneara, pensado en Ñam.
De lo que ocurrió luego, se pueden elaborar varias hipótesis, pero el resultado es el mismo.
Acaso Grok, al ver los dibujos, los tomó como un homenaje. Acaso Ñam se fijara por primera vez en el enclenque de la cueva, que había hecho algo diferente a los demás. Acaso le dieron a Puajj de hostias por haber manchado las paredes.
Pero algo cambió. Si Grok cazaba, ¿cómo saber que no era gracias a los garabatos de Puajj. Y si no cazaba, también. Si volvía vivo de sus andanzas, era por los dibujos de Puajj. Y si se lo merendaba un bicho, también.
Puajj por fin tenía una función en la caverna, aunque ni siquiera él sabía cuál era. Pero molaba. Los mismos que antes escupían a su paso, ahora lo miraban de otro modo. Su jodida diferencia empezó a dar dividendos. Los primeros derechos de autor de la historia fueron un buen filete de mamut y un buen filete de Ñam.
Es probable que le preguntaran a Puajj qué significaban esos dibujos, y que Puajj mintiera, como todo artista, como el primer artista, al fin y al cabo.
Pero os apuesto la mano izquierda, chicas, a que nadie le preguntó POR QUE los habia hecho.
Otro día hablaremos de lo hicieron los decendientes de Puajj, el enclenque, como esa pregunta vital y de cómo se convirtieron en sacerdotes cabrones, carceleros de los conocimientos vendidos al mejor postor.
Entre tanto, recordad a Puajj, el enclenque, el primer artista. Soñad, haceros preguntas.
Y no dejéis de menearosla.