jueves, 19 de septiembre de 2019

Una luciérnaga apagada

A esta hora de la noche,
Madrid es una luciérnaga apagada que admite su derrota.

Cada chicle aplastado en las aceras representa la huella digital de una pisada incierta.

Una colección de  flecos  telefónicos se adhiere a las farolas, ofreciendo efímeros futuros que no sucederán.

Como un lujoso hotel del desamparo,
los soportales de la Plaza Mayor 
conceden techos altos
a los que duermen en el suelo.

Tres amores terminan.
Dos empiezan.

Una muchacha camina con miedo.
Un borracho zigzaguea
en bicicleta de alquiler.
Los súper héroes nunca existieron.

Un pato del lago del Retiro
asume que nunca será un cisne.

Una ambulancia gime, lejana,
y la sirena de un patrullero
le devuelve el canto de cortejo.

(A saber si son emergencias divergentes, o la cosa acabará en apareamiento).

¿El insomnio es causa
o consecuencia?

Alguien se rinde,
esta vez para siempre.

Un temporizador municipal
inicia la cuenta atrás
para liberar el agua de las fuentes.

La ciudad no solo llora
cuando llueve.



Ocurre

Ocurre que el amor
no se termina,
cambia de domicilio.
Que una piedra puede ser
el principio o el final
del universo.

Que hay desiertos
en todos los zapatos,
y un ahorcado cabe
en cualquier corbata.

Que los gatos
no llevan la cuenta
de sus vidas,
por eso
es que sonrien.

Y la mentira
tiene las piernas largas,
pero no lleva
a ningún lado.

Ocurre
que se me ocurren buitres
o mariposas,
según a quién evoque.

Que la felicidad
no paga alquiler
en el recuerdo,
y todo el sentido común
se escapa por el cráter
de un suspiro.

Ocurre que te cuelas
en mi memoria
y la llenas de notitas felices
que el tiempo no consigue despegar.

Ocurre que lo vivido
aunque te maten,
no te lo pueden quitar.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Lo que la noche sabe

http://www.eslahoradelastortas.com/lo-la-noche-sabe/

Lo siento por  Von Clausewitz,
Sun Tzu, George Lucas
y todos los poetas
de lo bélico.

Es hora de decirlo sin trincheras:
amigos, no existe el fuego amigo.

Solo traidores
(impotentes y en potencia),
que esperan su momento.

Prefiero a los suicidas
de verdad.
(También se odian a sí mismos,
pero en lugar de matar al prójimo, obran en consecuencia).

Quien presume
de vivir de frente,
acaba asesinando
por la espalda.