lunes, 29 de septiembre de 2014

Se viene "Rayos X" y esto es lo que opina Claudia Piñeiro




En octubre asomará a las librerías "Rayos X".  
Acojonado, envié el original a varios escritores que admiro y respeto, 
para conocer su opinión. 
Esta es la de Claudia Piñeiro, generosa como siempre.



"Carlos Salem fue a buscar este libro al lugar donde, irremediablemente, algún día vamos los escritores: el origen, el sitio de donde venimos, la memoria, la patria - que no es más que la infancia, como dijo Rilke- . 
Rayos X es una rara avis dentro de su obra, un libro escrito desde la honestidad brutal de la ficción que se hace usando la vida propia como materia prima. Porque todo es ficción, también lo que vivimos. Todo es ficción, menos las bicicletas rojas. "

http://www.alfaguara.com/es/autor/claudia-pineiro/


(Dicen los editores)
De todos los poderes de Superman, Nicolás solo quisiera tener la vista de rayos X  para ver la ropa interior de las chicas y saber lo que oculta su padre en los cajones de la cómoda que cierra con llave. Con esa obsesión por ver más, crece en un país que se hace y se deshace sin darse cuenta, como su familia. Descubre que un libro puede ser un arma y una oreja el símbolo del orgullo, que el deseo empieza pero nunca acaba, y que hablando se entiende la gente... aunque sea a golpes. Y que «crecer era una mierda. Y que no iba a poder evitarlo».
Con estos relatos protagonizados por un alter ego que se le parece demasiado, Salem enfrenta los temas presentes en toda su obra, tanto poética como narrativa: la soledad, el amor, el sexo, el desconcierto, la vida y su otra cara: la escritura concebida como una bicicleta roja con la que ganarle a la muerte casi todas las carreras. 


viernes, 26 de septiembre de 2014

Tareas de invierno

(del libro Si Dios me pide un bloody mary. Ed Ya lo dijo Casimiro Parker)

TAREAS DE INVIERNO

Asar un pollo hecho de nieve lentamente
y sin abusar del condimento
tocarte la punta de los pies con la lengua

 (tus pies y mi lengua)

Acumular ideas niqueladas que alejen a la muerte una semana más
vivir del aire

del aire en vaso largo
en botellín.


Dormir temiendo que alguien
me enrolle al recoger el decorado
y me abandone en un almacén lleno de sueños de tela y papel.


Despertar lleno de fuerza algunas veces 
algunas pocas veces
odiar o amar a prójimos estúpidos
discutir lo banal
mientras el pollo hecho de nieve se asa lentamente .


Tengo tanta hambre de vida
que me como la mía a dentelladas
y sin descongelar
lo suficiente.


del aire frío 

En noviembre vuelve "Camino de ida"




Saber de donde veníamos para saber adónde queríamos ir


Hace casi siete años y medio, yo era un autor inédito, con varias novelas que esperaban su momento, que parecía no llegar nunca. Como lo que quería era escribir, en lugar de amargarme o suponer conspiraciones de silencio, seguía escribiendo. Para un tipo tan poco práctico como yo, creo que era una actitud razonable. En cierto modo, sabía que acabaría por tener mi oportunidad.
Y la oportunidad llegó, en 2007, con la publicación de mi primera novela, Camino de ida.
No era la primera que escribía. Pero sí la primera que se publicó.
Inicié esa andadura casi al mismo tiempo que Salto de Página, la editorial que confió en un texto tan atípico como difícil de clasificar.
Luego ocurrió todo, como ocurren las cosas importantes: casi sin darte cuenta de que estás viviendo lo que querías vivir. Esa historia tierna, delirante y canalla, fue ganando lectores y abrió la puerta para mucho más que tenía por contar. En poco más de un año salió mi segunda novela, mi primer poemario y también la primera colección de relatos.

Pero Camino de ida seguía ahí, recordándome lo que quería contar y porqué quería hacerlo.
La primera novela de un autor desconocido, editada por una editorial independiente, suele tener una vida corta, salvo que incurra en best seller o pelotazo editorial provocados por oportunismo o coincidencia con las necesidades del mercado. No era el caso de mi novela. Ni  el mío.

Y sin embargo, el libro se negó al olvido.
Al año siguiente, fue seleccionada por la Semana Negra de Gijón como finalista para el Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela negra escrita en español. Y para mi sorpresa (ya que no era una historia negra en el sentido clásico), ganó.
Allí mismo, en Gijón, una editorial francesa independiente, guiada por una excelente editora, Judith Vernant, adquirió los derechos de traducción y así nació Aller Simple y el tatuaje de mi antebrazo izquierdo.
Creí que sería un asunto anecdótico, darme el gusto de publicar en francés, el sueño del pibe de todo escritor nacido en Argentina. Pero el libro siguió ganando lectores,  gracias a los buenos oficios de Vernant y a la generosidad de personalidades del Polar francés como Claude Mespléde y Jean Bernard Pouy, que sin conocer de nada a un tipo con pinta de pirata, cumplieron el único deseo de un novelista: que lo lean. Ellos (y muchos otros) leyeron. Y les gustó. Y hablaron y escribieron sobre Camimo de ida.

Y así, al año siguiente, contra todo pronóstico, la novela fue seleccionada como finalista de los prestigiosos Prix 813 a la mejor novela extranjera traducida al francés.
Y contra todo pronóstico, aunque no ganamos, quedamos segundos detrás del gran Dennis Lehane, y delante de novelas de maestros como mi admirado Andrea Camilleri, R.L. Ellory o Craig Johnson.
No escribo esto para regodearme, si no para dejar constancia de que a esas alturas yo, que andaba metido en varios otros libros a la vez, empecé a sospechar que Camino de ida tenía "algo".
Y lo tenía. La gran editorial francesa Actes Sud se interesó por el libro y por el autor, y desde entonces he publicado con ellos seis novelas y la séptima verá la luz en enero.

Y a todo esto, Aller Simple sigue su camino de ida en sucesivas ediciones de bolsillo y cada vez que voy a un festival literario en Francia me toca firmar pequeñas montañas de ejemplares porque la novela sigue viva y ganándome lectores. Mientras tanto, en España, el libro siguió a un ritmo tranquilo y constante, con varias ediciones y reimpresiones, pero lógicamente fue quedando atrás en la memoria de potenciales lectores, frente a mis nuevos libros.
Todo esto empezó hace siete años y medio.  Y en breve, los libros que he publicado desde entonces sumarán una veintena entre poesía, relatos, novelas negras, juveniles y teatro.
Llevaba años sin asomarme a Camino de ida. 
Por eso, cuando mi actual editor de novela, el infatigable Pere Suereda de Navona Negra, me propuso volver a lanzar mi primera novela, me asusté un poco.
Venimos de publicar, con una excelente aceptación, Muerto el perro, que hasta tuvo la suerte de alzarse con el Premio Valencia Negra a la mejor novela de 2014; y  el año que viene volvemos a la carga con otro delirio negro que probablemente se llamará En el cielo no hay cerveza. 
Tras publicar diez novelas (tres de ellas para público juvenil, pero con más compromiso, si cabe, que en las de adultos), ¿convenía volver a lanzar mi primera novela?
Disimulando esas dudas, le dije al editor que me diera 48 horas para pensarlo. 
Y tras buscar bastante, me hice con un ejemplar de Camino de ida (casi nunca tengo mis libros porque los voy regalando), abrí la primera página y leí, con más miedo del que me atrevía a confesar.
Lo leí una vez, de dos sentadas.
Y otra dándome el tiempo y la actitud cabrona de quien quiere ponerle pegas a algo, detectar la impostura, saltar en el sillón y gritarle al libro, como si fuera el autor: "¡Te pillé, farsante!"
No fue así.
Reí. Bastante.
Me emocioné. Bastante
Disfruté. Mucho. Como cuando la escribí.
Y llamé a Pere y le dije: "adelante". 
Y me deprimí un poquito.
Porque había descubierto algo terrible: que en estos años no he aprendido nada.
Porque no puedo escribir mejor que cuando escribí Camino de ida
Y ojalá sea capaz de seguir haciéndolo así.
Porque ahí está todo lo que quería decir, de allí vengo y hacia allí sigo yendo.
Ahí están todavía y siguen, las ganas de juntar en la sábana de una página, narrativa y poesía, humor y erotismo, ternura y crueldad. Y que hagan sus cosas, aunque protesten los vecinos.
Ahí estoy yo, escribiendo mi primera novela y mi primer poema, como si fuera el último.
Y ahí sigo, conjugando mi verbo favorito: yendo.

En las entrevistas nunca incluyen esta pregunta, pero cuando tienes encuentros colectivos con lectores, no falla: "¿Cuál es tu novela preferida de las que has escrito?".
Y uno responde, siendo sincero, que la que acabas de publicar o la que estás comenzado a escribir. Son los amores nuevos o recientes, están tan frescos o por hacer, que estás pendiente de ellos.

De ahora en adelante, cuando me hagan esa pregunta, probablemente, tendré que mentir.
Porque mi novela favorita es Camino de ida.
Espero que lo sea también de los nuevos lectores que tendrá a partir de noviembre.


¿Y de qué va?

Cuando Dorita, su pequeña y tiránica mujer, muere durante la siesta en un hotel de Marrakesh "para terminar de amargarme las vacaciones", el apocado Octavio Rincón experimenta dos cambios radicales: deberá comenzar a tomar decisiones, por primera vez en su vida, y su sexo parece haber crecido de un modo descomunal. 
Lo malo es que Dorita no parece muerta de muerte natural y Octavio teme que le acusen de haber hecho lo que soñó durante veinte años de matrimonio. 
Mientras decide qué hacer, conoce a Soldati, un ex-guerrillero argentino que se presenta como "revolucionario y empresario" y que ofrece ayudarlo a llevar el cadáver hasta España. 
Comienza así una delirante huída por un desierto súper poblado, en el que se cruzará con personajes tan dispares como un novelista legendario a punto de recibir el Nobel aunque jamás ha escrito una línea, un sospechoso agente secreto boliviano, un director de cine empeñado en dirigir la realidad, y un viejo hipppie que asegura ser Carlos Gardel, inmortal en el olvido en virtud de un pacto sellado con Caruso, que quiere volver para matar a Julio Iglesias por destrozar los tangos que lo hicieron famoso.  
Perseguido por una nube rencorosa que tiene la forma del cuerpo de Dorita, Octavio aprenderá que la única forma de perdonarse es dejar de pedir perdón por todo. 
Y que no hay segundas oportunidades, porque la vida es un camino de ida.



Ganadora del Memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón a la mejor primera novela negra escrita en español (2008)

Finalista del Prix 813 a la mejor novela negra traducida al francés (2009)



Algunas reseñas y entrevistas sobre la novela (en españpol y en francés) 

http://www.larepublicacultural.es/article6297.html
http://joxito.blog.com.es/2009/05/09/camino-de-ida-carlos-salem-6085836/
http://cronicasliterarias.com/2010/07/13/resena-camino-de-ida-de-carlos-salem/
http://pasiondelalectura.wordpress.com/2012/04/24/camino-de-ida-de-carlos-salem/
http://alenacollarmelgar.wordpress.com/2008/12/03/camino-de-ida-carlos-salem-o-el-surrealismo-aparente/
http://www.factorcritico.es/camino-de-ida-carlos-salem/
http://callados.blogspot.com.es/2008/06/camino-de-ida-de-carlos-salem.html
http://www.larepublica.es/2012/11/camino-de-ida-de-carlos-salem/
http://thrillernegro.blogcindario.com/2009/01/00029-camino-de-ida-carlos-salem.html
http://pateando-el-mundo.blogspot.com.es/2008/04/camino-de-ida.html
http://www.papelenblanco.com/escritores/entrevista-a-carlos-salem-el-humor-en-este-pais-es-un-pecado
http://www.telerama.fr/livres/aller-simple,41885.php
http://black-novel.over-blog.com/article-aller-simple-de-carlos-salem-moisson-rouge-42911179.html
http://www.decitre.fr/livres/aller-simple-9782742793136.html
http://www.polarnoir.fr/livre.php?livre=liv921
http://elkebrantaversos.blogspot.com.es/2008/07/camino-de-ida-de-carlos-salem.html
http://etudesromanes.revues.org/3646
http://elcorso.es/entrevista-a-carlos-salem/
http://revistadeletras.net/carlos-salem-el-humor-combate-la-solemnidad-de-la-literatura/
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/21/novelanegra/1319202510.html
http://actu-du-noir.over-blog.com/article-30335143.html
http://blognovelpol.blogia.com/2008/042801-camino-de-ida.php
http://chenel-3.blogspot.com/2010/09/libro-camino-de-ida.html
http://crucedecables.blogspot.com/2007/09/camino-de-ida-de-ramon-salem.html
http://balacera.blogia.com/2008/051901-carta-abierta-a-don-carlos-salem-y-a-quien-la-quiera-recibir-.php
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-16282-2009-12-09.html
http://yspaddaden.com/2011/07/15/aller-simple-carlos-salem/
http://www.soitu.es/soitu/2009/03/16/tveldescodificador/1237168688_423439.html
www.cristinamacia.com/?p=5
http://leranchsansnom.free.fr/?p=7211
http://www.encoredunoir.com/article-l-espagnol-dejante-aller-simple-de-carlos-salem-74531589.html
http://www.action-suspense.com/article-carlos-salem-nager-sans-se-mouiller-aller-simple-59518650.html
http://le-mange-livres.blogspot.com.es/2012/05/aller-simple-carlos-salem.html
http://aucunexpress.fr/aller-simple-de-carlos-salem-drole-et-sensible/
http://bibliomanu.blogspot.com.es/2010/12/un-aller-simple-carlos-salem.html
http://www.k-libre.fr/klibre-ve/index.php?page=auteur&id=393
http://abcpolar.over-blog.com/article-carlos-salem-aller-simple-moisson-rouge-52313924.html

Filigranes.tv, Gaétan présente, Carlos Salem, "Aller simple", Actes sud from Filigranes Tv on Vimeo.

http://vimeo.com/16941108
http://www.europe1.fr/mediacenter/emissions/le-libraire-de-l-ete/sons/aller-simple-de-carlos-salem-1208845


Revista LIRE
Le novel Observateur                                                                La voz






De qué va "Rayos X" ?


(Dice la contraportada)
De todos los poderes de Superman, Nicolás solo quisiera tener la vista de rayos X para ver la ropa interior de las chicas y saber lo que oculta su padre en los cajones de la cómoda que cierra con llave. Con esa obsesión por ver más, crece en un país que se hace y se deshace sin darse cuenta, como su familia. Descubre que un libro puede ser un arma y una oreja el símbolo del orgullo, que el deseo empieza pero nunca acaba, y que hablando se entiende la gente... aunque sea a golpes. Y que «crecer era una mierda. Y que no iba a poder evitarlo».
Con estos relatos protagonizados por un alter ego que se le parece demasiado, Salem enfrenta los temas presentes en toda su obra, tanto poética como narrativa: la soledad, el amor, el sexo, el desconcierto, la vida y su otra cara: la escritura concebida como una bicicleta roja con la que ganarle a la muerte casi todas las carreras

(Digo yo )



Memorias para el olvido

Esa noche me detuve a escribir unas páginas que intentaran
decirme quién soy y qué me propongo, pero fracasé de nuevo
como cada vez que me abordo a mí mismo.
Vivimos esperando algo grandioso y eso nos mantiene en pie.
Osvaldo Soriano. La hora sin sombra.

Cuando tenía diez años, leí por primera vez la novela Secuestrado de Robert Louis Stevenson, y después me pasé media vida sin saber por qué no podía desalojar de mi cabeza la frase de Alan Breck, uno de los personajes: «Tengo una espléndida memoria para el olvido».

Por entonces decidí que quería ser escritor y me dediqué a leer todo lo que habían escrito los inmortales que, paradójicamente, estaban muertos, pero seguían ahí, vigilando. Y me marcó otra frase, de uno de ellos, que aseguraba, más o menos, que escribir sobre uno mismo era el recurso de los miserables.
Y yo había decidido no sentirme miserable más que tres días por semana, de modo que seguí leyendo, escribiendo y evitando la autoficción, o creyendo ingenuamente que lo hacía.

Un día, hace poco más de siete años, empecé a publicar, y antes de este han sido diecinueve los libros que han llegado a su destino de papel, trece de ellos de ficción en sus diferentes formas. Ninguno de autoficción.

Pero una cosa es publicar y otra escribir.
Nada, que llevo más de veinte años escribiendo este libro sobre un nene argentino del siglo pasado, tan pelotudo que creía que Perón era como Batman, que una bicicleta roja era el mejor vehículo para ganarle a la muerte cualquier carrera, y de los poderes de Superman solo envidiaba los rayos X, para verle las bombachas a las chicas.

Es raro, la gente cree que escribo a toda velocidad y, sin embargo, como mi detective Arregui, siempre llego demasiado temprano o demasiado tarde donde nadie me espera.

Veinte años escribiendo este libro para que Nicolás, el protagonista, no fuera yo y viceversa, aunque lo fuera tantas veces, aunque hayamos compartido mudanzas, desarraigos, desconciertos y lecturas; tempranas ganas de morir y esporádicas ganas de matar. Aunque su abuelo se pareciera tanto a mi abuelo Antonio.

En fin, que veinte años no son nada si los pasas escriviviendo y escribebiendo, acertaerrando cada vez que se puede, y follamando, aunque no se deba. Ya no voy a darle más vueltas, porque no creo en los banquetes a base de perdices y tampoco le veo la gracia al deporte de marearlas.

Nicolás no durmió estos años en un cajón, como esos textos que no terminan de convencerte. Al contrario, anduvo conmigo, de charco en charco, mientras lo escribía a razón de un capítulo al año o cada dos años, total, ambos sabíamos que le llegaría su momento y se entrenaba, torpe como yo, peleando con su propia sombra, que nunca nos dejó por más que le pidiéramos tantas veces, amablemente, que se muriera.

Sonó la campana y toca salir al ring para que el lector comprenda a Nicolás o nos cague a trompadas si cree que lo merecemos. Y como decía el maestro Raúl Argemí, en su maravillosa
novela El ángel de Ringo Bonavena, «cuando suena la campana, te sacan hasta el banquito».
De ahí a pensar en todo lo que Nicolás o yo hubiéramos querido hacer y lo que hicimos, y preguntarnos por qué nunca tuvimos una bicicleta roja, y de ahí la bendición del tiempo, que convierte en ficción la realidad y todo lo contrario, hasta no saber ni querer saber qué partes agregó la imaginación y cuáles estuvieron siempre ahí, carne de cuento o de recuerdo.

Mi agradecimiento más sincero para Irene Achón Lezaun por el laborioso trabajo de corregir este libro, respetando mi condición de hombre de dos orillas, y por disfrutar como lectora del desconcierto de ese nene que todavía sueña con una vista de rayos X.

Cuando lean a Nicolás, por favor, no sean duros con él: tuvo el peor de los ejemplos, aunque a ratos le pareciera el único posible.

Una última advertencia, innecesaria como todas: este libro no pretende ser el arranque de unas pueriles memorias que a nadie importan. En todo caso, me he pasado más de veinte años escribiendo unas memorias para el olvido.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Gaia






Te veo dormir 
en mi/nuestra cama
(se es propietario de aquello que se riega
y nosotros la regamos puntualmente).

En pleno día duermes
como si fueras de noche.

Las piernas abiertas 
como una niña cansada de jugar
que al despertar querrá seguir jugando.


Duermes en paz.
A salvo.


Sabes que estoy aquí
pobre muralla de manos y deseos
pobre
pero inexpugnable
para que tu sueño sea seguro
y los monstruos de la supuesta realidad
no se atrevan con nosotros.


Duermes como la primera madre y la ultima hija
con la femenina placidez de los océanos
con tacto de nube y todos los fuegos
dispuestos a encenderse.


Duermes como la vida
cuando la vida está satisfecha.


Duermes aquí
con el peso excesivo de mi pierna como manta.


Oigo tus ríos
tus cataratas de besos
tus risas como tornados
tus vendavales.


Tengo en la boca
la sal que solo florece en tus orillas.


Duermes y rotas sobre tu propio eje
que a veces soy yo
y a veces es la esférica voluntad de tus caderas.


Cuando te veo dormir en paz
en nuestra cama
sospecho
que más que amar a una mujer
amo a un planeta.