Me das
tu valor acobardado de razones
tus necesidad de hacerlo bien
mientras lo haces
todos esos miedos que no logran frenarte
tu elegancia para andar a tientas
o a copas
tu saber estar y ser
(incluso cuando crees que no sabes)
tu amor con y sin dudas
que vale mas que siete reinos.
Me das
tus ganas de reír sabiendo por qué
tus llantos de felicidad en la burbuja
tu impulso de abrazarme por la calle
tu incredulidad llena de fe en mí
tus preguntas eternas y fugaces
esa pena sin nombre ni cara
que a veces te acompaña
y a veces te persigue.
Tu latido por dentro que inunda
días y colchones
todos los poemas que contienes
y no dejas volar por pudor
pero se asoman
por las puntas de tus dedos.
Esa mirada que cura y mata
con la misma pervertida inocencia
Me das tus manos
no sabes cuánto dan tus manos
cuánto te delatan
y te explican sin palabras
tus manos.
Me das la pantera del siempre
y la del ya veremos
la fiera en pompa
y la ranita
la mujer mas mujer
y la niña perdida
con miedo a crecer pero que crece
y no deja de creer desde las alas.
La jovencísima cómplice
la amante sin edad
la que se asusta si la quieren demasiado
la que exige sin decirlo
ser querida.
Me das lo que ya has dado antes
lo que no volverás a dar a nadie
lo que puedes ser
lo que todavía desconoces
pero intuyes.
Me das tu decisión de ser como quieres
y no como digan
tus miedos a no llegar
tus futuras partidas
tus regresos a mí.
Me das tanto
que voy a necesitar
cientos de noches y poemas
para explicártelo.
Y como también me das
tu obstinación
al preguntar qué veo en ti
me temo que tendré que volver
a explicarlo otra vez.
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