sábado, 12 de enero de 2008

Para presumir de amigos y poetas (III)



(Resulta que en un momento incierto de la mañana. entre el café bebido en sueños y su fulminante efecto escaleras arriba, caigo en la cuenta de que esta sección que acabo de inaugurar para presumir, está incompleta en el título, porque tengo la suerte de estar conociendo -siempre estás en ello, no es por hacer publicidad subliminal, pero todo es Camino de ida, je je- a un montón de gente que se sienga a ser amontonada. Y no sólo son poetas y poetos, también hay escritores de narrativa como Marcelo Luján, argentino trasplantado a España y que no deja de dar brotes, el muy turro... Total, que aquí dejo una muestra gratis. Pasen y vean )


Zona de detención

por

En aquella esquina, cuando era 1977, Marta y Angelito se dieron el primer beso. Anochecía y ella —dieciocho años (la piel tan blanca, los ojos así como flotando entre los párpados)— le preguntaba hasta dónde me querés. Angelito tenía veintiuno: enérgico y un poco trashumante: con esos pelos y esa barba y esos sueños: hasta el cielo, le susurraba al oído. La gente diría que se quisieron pero que eran otros tiempos. Marta y Angelito no volvieron a besarse. Ni volvieron a verse porque efectivamente eran otros tiempos y el amor respiraba dentro de un sarcófago. Una tarde, cuando era 1987, Marta pasó de modo casual por aquel sitio. Iba en taxi. «En esta esquina», balbuceó, «una vez, un chico me dio el primer beso». Entonces oyó la bocina y los gritos del taxista y sintió cómo el coche se detenía en seco frente a un colectivo de la línea 113 ó 133. Se alzaron las voces y ella apretó los párpados: en el aire fue 1977: Angelito empezaba, de pronto, a correr como un loco: había coches, sus faros cegadores, bajaron hombres arengados. Uno la agarró de los pelos. Marta sintió el tirón y abrió los ojos: el taxista le pide disculpas pero a Marta ya no le importa porque mientras se alejan vuelve a escuchar los gritos y vuelve a ver cómo Angelito huye a la carrera y también cómo se estampa contra esa señal de vialidad que pone ZONA DE DETENCIÓN: y cae al suelo: y lo intenta, claro: pero los hombres lo rodean y sueltan carcajadas atroces que se licúan contra la soledad de la noche.
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publicado en Grageas. 100 cuentos breves de todo el mundo,

Ediciones Desde la Gente, Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos,Buenos Aires, 2007,
Sergio Gaut vel Hartman, compilador
Además de Marcelo, participan,entre otros autores:;
Abelardo Castillo, Ana María Shua, Elvio E. Gandolfo, Gloria Pampillo, José Ángel Barrueco, Laura Massolo, Luisa Valenzuela, Marcelo Di Marco, Patricia Suárez, Sylvia Iparraguirre, Verónica Sukaczer y Vicente Muleiro.

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1 comentario:

marcelo dijo...

Gracias, Carlos, querido.