Dos bandos irreconciliables
mis amigas.
Unas lamentan que ya no sea
aquel cabrón jactancioso
que iba contando polvos
como el que cuenta los charcos
que ha pisado en cada esquina.
Dicen que has llenado de almíbar
mi poesía.
Otras celebran
que por fin hable de cosas
que le ocurren a cualquiera
que me sepa vulnerable y mortal
y conozca el miedo a perder
en el momento exacto
en que voy ganando.
Dicen que ya me lo merecía.
Aumenta la hostilidad entre ambos bandos.
Pronto comenzaran los ataques preventivos.
La guerra parece inevitable y lo sabía.
La próxima vez que nos veamos
amor
quitate el alma
y déjala caer a los pies de la cama
que yo volveré a desnudarme
de los uniformes a medida
que me han cosido mis amigas
para zambulirme en ti
y revolcarnos en salado almíbar
o beber el vino de tu copa que nunca se vacía
mientras la gente
afuera
se mata por decidir
si eres buena o mala
para mi poesía.
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