Mi dedo sabe a ti
que respiras enroscada a mi pierna
en la cama deshecha.
Lo miro con envidia en la penumbra
mientras me voy al planeta
en el que los las horas no importan
y te llevo conmigo.
Cambio la urgencia de entradas
por las cosquillas de tu pelo en mi nariz
y me pregunto si mañana tendremos
tanta hambre de mutua exploración.
Interrogo a mi dedo
y me dice que sí.
Mi dedo sabe a ti.
Mi dedo sabe.
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