" Siempre me dijeron que era guapo, amor mío. Incluso antes de convertirme en vampiro. Las primeras palabras de mi madre fueron: 'no hay un bebé más bello en toda Bretaña'. Pero a los dos años fui mordido por aquél caballero al que mis padres dieron asilo en el castillo, y la siguiente vez que mamá me hizo un cariño, fue la última. Papá se enfadó bastante. Me recluyó en una mazmorra, pero hasta los criados que, aterrorizados, se asomaban a verme, decían que nunca habían visto un niño tan tan hermoso. Esa belleza me sirvió para escapar, cuando llegué a la pubertad y una de las siervas me liberó para iniciarme en las artes del amor. Una muchacha deliciosa, pese a su origen humilde. Y muy jugosa. Papá, tal vez por las penurias pasadas, sabia peor. Y esa perfección mía que todos señalaban me sirvió para sobrevivir hasta que dejé de envejecer, hace 250 años.¿Sabes cuántas mujeres me han amado, sin que yo pudiera ofrecerles más que desconfianza y un mordisco en el cuello? No lo digo para despertar tus celos, amor, sino para que me comprendas. Hasta que te conocí, nunca supe si caían a mis pies por que soy atractivo o por la fascinación que, dicen, ejercemos los vampiros sobre los mortales. Recuerdo con afecto a esa pintora rusa que hizo de mí decenas de retratos, sin que yo me reconociera en ninguno. Nuestro romance acabó una mañana, tras el desayuno. En realidad, yo la desayuné a ella, convencido de que me engañaba al pintarme. Y así pasé siglos de soledad, hasta que te hallé, ya en 2010, en un bar de Malasaña. No te mentiré: si sobreviviste a nuestra primera noche fue porque eres ciega, y cuando recorriste mi cara con tus dedos, supe que no mentías, como hacen los espejos al regalarme el vacío por respuesta. En este año juntos, tu amor me rejuveneció, me hizo creer que podía vivir como un hombre normal, un ser social. Pero no es así, mi amor. No es así. He atravesado las centurias sin poder ver mi rostro, pero ya no soporto esta maldición: la imposibilidad de colgar una foto mía en mi perfil de Facebook. Por eso te dejo esta carta mientras duermes, tras una noche de pasión. El sol está ya alto en el cielo y tras besar tu frente sin mirar tu dulce cuello, saldré a la calle para que sus rayos acaben con mi tortura. Se puede vivir eternamente siendo un vampiro, pero no siendo un vampiro vanidoso.
Tuyo, siempre,
Narciso".
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