A veces
los sueños no alcanzan
y por eso los escribo.
A veces
envidio a mis personajes
porque tienen un dios al que culpar de sus errores.
A veces
despierto y no quiero
porque ya sé
lo que no voy a ver.
A veces
desayuno corrigiendo
mis novelas
porque a mí
no me puedo corregir.
A veces
lloro café.
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