Vas escribiendo en tu cuerpo,vocación de libro,
las palabras mágicas
de una historia que no quieres contarte.
Dibujar las penas
las convierte en luz para los dedos ciegos que vendrán,
como un ciempiés de humo,
a bordar cosquillas
en todo lo que callas,
en todo lo que lloras.
Y la luna,
inquilina en tu muñeca,
es la sonrisa de un reloj de piel
que todavía está por dar
tu mejor hora.
Y ojalá me encuentre cerca
para celebrar la fiesta de la vida,
bailando borrachos
en el patio en que la muerte se deshoja
convertida en primavera
para siempre.
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