vivo de okupa en tu espalda todavía.
Allí el tiempo no duele
las sábanas se manchan
y los besos no exigen garantías.
No propongo contratos
(nadie me avalaría)
mi crédito es desearte
y cuando no tengo saldo
desearte
todavía.
Exiliado del nunca
que es un adosado sin ventanas
(pero con pisna)
me hundo en tu sangre todavía.
porque no es malasangre
y es una sangre dulce
no sólo en ciertos días.
Hace siglos que no acampo en ojalás
(¿será que no me rindo
todavía?)
y prefiero guarecerme entre tus piernas
a sentir que todo late un día más
profundamente púrpura
o verde de alegría.
Y luego
cuando duermes
decir mi verbo:
yendo
(sin haches que enmudezcan
ni ús que contradigan)
instalarme al abrigo de tus nalgas
velar tu sueño inquieto
tragarme estas palabras
y desearte de nuevo
todavía.
(Del libro inédito "Empatar por goleada")
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