(Tan viejo que casi me provoca ternura)
Hay que saberse el charco
temerle tempestades
dibujarle el contorno
y no pensar jamás
en sus profundidades.
Teólogos que abundan
de la charqueología
afirman que rodearlos
es más limpio y correcto
pero callan
por antiguas cobardías
que un charco no es un charco
sin el salto y el riesgo.
Tampoco valen puentes
ni cuerdas
ni tablones
que un charco que se precie
no admite condiciones.
Si acaso y sólo a veces
un sendero de piedras inseguras
en el que cada paso
es una duda.
De modo que cruzar un charco
no es una ciencia exacta
ni es un deporte olímpico
ni un hobby para yupis.
No hay nada en Internet
ni en tertulias de radio.
Lo ignoran
-como no-
los gobernantes.
Y es que cruzar un charco
to be or not to be
sigue siendo algo que se hace
o no se hace
Que usted lo salte bien.
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