lunes, 19 de febrero de 2007

Si la rima se arrima

(Otra antigualla de cojones)



No puedo con la rima,
hormiga frágil,
cuando quiere se arrima,
la rima fácil.
Si busco no la encuentro,
si me acerco, se aleja:
si pregunto, está dentro,
si la fuerzo, me deja.

Y cuando surge por su voluntad emparentada
con el canto genital de unas palabras
que se unen y se llaman
se suben y se aman
se divorcian, se engañan
se hinchan el sentido en consonantes
y paren nuevas palabras que gatean;
entonces esa rima que se arrima
es la casual felicidad de las esporas
el rumbo errático de algunas olas
que me mojan la mismísima porción
del dedo gordo
en que residirá mi alma
en el improbable caso de tenerla.

Y el artificio de la rima
superada la euforia
me vuela por encima
es ave migratoria
que se lleva mi estima
de puertas giratorias.

Porque llega la vergüenza imaginada de los otros
suponiéndome la absurda tarea
de lijar acepciones
de unir terminaciones
de oficiar de celestino
y salvar la conveniencia en matrimonios
de palabras que nunca se han gustado;
entonces esa rima que se arrima
es la culpa no asumida de los cuervos
el rencor estético de algunas toses
que me atacan la mismísima porción
del dedo gordo
en que residirá mi alma
en el improbable caso de tenerla.

No puedo con la rima,
hormiga frágil,
cuando quiere se arrima,
la rima fácil.

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