lunes, 2 de enero de 2017

Passagers passant

De niño quería ser piloto.
De adulto soy pasajero.
Alguien dirá que es como soñar
con ser cirujano
y quedarte en enfermo.

Pero yo amo el tiempo sin tiempo
de las salas de espera.
Boicotear la avaricia de los malditos acaparadores de asiento
La indescifrable megafonía
que anuncia que no se anunciará nada por megafonía.

Dudar de mi identidad
cada vez que cruzo un control
de seguridad y me siento inseguro.

Pensar seriamente en incendiar
todos los pseido-restaurantes
que en todas las terminales del mundo ofrecen mala calidad a precio de oro.
Comentarlo con algún compañero ocasional de espera
y que se cambie de acento lo más lejos posible.

Las muchachas que viajan solas con su misterio.
Tres o cuatro romances ocasionales
de los que solo en uno hubo sexo
aunque todos fueran un festival de
posibilidades.

Las parejas de viejos
que se agarran de la mano
con ternura de niños asustados
y viven cada vuelo como la primera
o la última aventura.

Las luchas territoriales por un enchufe para el android.

Que por un error de la aerolínea
me hagan volar en primera clase
y la cara de miedo de mis obligados  compañeros
que me miran como si yo fuera
un terrorista
(e intento parecerlo).

Los retrasos.
Los delayed.

La bovina mansedumbre
con que todo el pasaje hace cola
ante la puerta de embarque
media hora antes
como si con ello fueran a acelerar el vuelo.
Aprovechar ese tiempo descojonandome de ellos bebiendo una cerveza en el bar más cercano.

El despeque
El miedo ajeno y mal disimulado
durante las turbulencias.

Dormirme en cuanto el avión despega.
Bajar en otro lugar del mundo
pero que siempre parezca el mismo.
No ser el tipo que siempre pierde
en la lotería infernal de las maletas.
Salir a cualquier ciudad
con el paso vacilante de quién
se aventura en territorio potencialmente enemigo.

La tentación de quedarme a vivir
allí donde todo es fugaz
pero parece limpio y definitivo.

De niño
quería ser piloto y dejar mi huella eterna en el cielo.
De adulto
solo he conseguido ser pasajero.

A veces creo que estoy hecho
de aeropuertos.

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