sábado, 14 de enero de 2017

NIGHTHAWKS

La soledad no tiene nada de romántico

y el frío me congela la nariz 

y la culpa de imaginar a los que duermen entre cartones siete noches por semana

La soledad no es una ventana abierta 

a un mundo de posibilidades

diga lo que diga el coaching 

tu madre o la astrología.

La soledad es una puerta

que se cierra 

lentamente en tu cara

sin que intentes

ni sepas impedirlo.

Es una caricia de la nada.

Una calle desierta de Palencia en invierno a las siete de la mañana.

Un regalo sin egoísmo.

Un adiós sin destinatario.

Un suicidio sin coartadas.

Y hablas por teléfono 

con una mujer la que amaste

y todo es bello y dulcemente triste

porque felicidad

es un verbo que se conjuga en pasado perfecto

y no en presente de mierda.

Y llega el miedo y ya no puede quitarte nada.

Soledad es esta ausencia 

de mí mismo que me acecha

en casi todas las esquinas

cuando me levanto demasiado temprano

sabiendo que ya es tarde para todo lo importante.

Soledad es ganas de volver a fumar

aunque sea para confundir

una vez más

arder con quemarme.

Y me pregunto 

cuándo dejaron de amarme 

mis amantes 

por qué no han abierto aún los bares

y dónde 

coño

está Hopper

cuando lo necesitas.

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