De infancia y veranos
Los
patios, que eran jaulas ya sin rejas.
Los
golpes no pasaban de collejas.
La
muerte, aún vivía en otro barrio.
Los
sueños que nunca se cumplieron,
incendian
las portadas de los diarios.
El
miedo que pisaba mis talones
es ahora un espanto de escaleras.
La
estrella que era amiga de mi abuelo
no
sabe que murió y sigue brillando.
El
beso que te di en aquél tejado
no
volviste a buscarlo, allí te espera.
La
vida fue una noche de verano:
tu
boca, que hoy me nombra en otros labios.
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