Llegó la hora y fue el lunes en EL BANDIDO DOBLEMENTE ARMADO, la víspera de la marcha de Loyds a Buenos Aires, y la última reunión de LOS MAREADOS con él (de momento) . Faltó Marcelo Luján, de viaje y lejos, pero cerca y estuvimos más o menos los de siempre, remando cuentos argentinos que se españolizan en cada lectura o al revés, l0 mismo da . Se me antoja que las palabras diferentes son tan pocas y las nostalgias idénticas tantas, que la despedida del amigo fue un hasta pronto compartido con un público paciente e implicado.
Todo para decir, chau, volvé pronto, boludo, no seas forro, al socorrista rubio y porteño que no sabía nadar, y que descubrió España 515 años después de 1492, y en España se dejó pedazos de preguntas y virutas del corazón; un tipo cuya leyenda lo señala capaz de comerse 10 raciones de lasagna boloñesa y seguir con hambre, o que se pide los ron con cola (ligth, coquetón), partidos en dos vasos, para convidarle una mitad a su otra personalidad que todavía sigue a las orillas de la Plaza del 2 de Mayo, buscando una sirena que no sea torpe fuera del agua, y que resulte capaz de bailar un tango de escamas y espumas.
De ahí que lo de ayer, en EL BANDIDO, no puso triste del todo a ninguno, y un poco triste a todos. Mejor, así vuelve.
PD.
Esta noche, Inés y yo lo acompañamos hasta barajas, para que las últimas caras que vea antes de pasar a las tripas del embarque, sean medio conocidas. Del otro lado doce horas más tarde, les esperan caras más conocidas y queridas, pero en todo caso, el puente está tendido y resiste , por lo menos, un par de maremotos.
Abrazo y por la vuelta
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