El poeta salta,
da dos vueltasde metáfora
en el aire, se estira
como un verbo feroz
y pasa, limpio,
por el aro del poema,
para caer intacto,
victorioso
al otro lado de sus pulidos fonemas.
Con modestia de cíclope,
parapadea agradeciendo
los aplausos.
Yo tropiezo,
tiemblo
como un adjetivo
a la intemperie,
me quemo,
me quemo,
y caigo.
Soy un charco en la pista.
El revés de cualquier record.
Un atleta perezoso que compite con su sombra y llega tarde.
Me levanto,
manchado de barro y verso,
le guiño el ojo
a mis derrotas en primera fila,
y vuelvo a saltar,
incierto y feliz,
como la palabra alegoría.
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