Ellos
Tienen satélites espía
con aspecto de flor espacial
que nadie riega.
Y escuchas telefónicas mundiales
para no oír el dolor de sus propias familias.
Elaboran expedientes policiales
como enciclopedias de la rebeldía.
Presumen de gobernantes amigos
comprados al peso.
Contratan asesinos a sueldo
con paga extra por cada muerto molesto.
Fabrican venenos letales
y
por si acaso.
antídotos para casi todo
que no funcionan contra el miedo.
Ellos.
Que se sienten a salvo.
Pero tiemblan.
Los que se creen los dueños de la tierra.
De la gente.
De la lluvia.
Los que le ordenan al sol cuándo salir
y planean abrir
casas de putas
en la cara oculta de la luna.
Ellos
saben
que no hay jaula capaz de encarcelar el viento
y que llevamos siglos de vendavales en las manos.
Y saben
también
que por cada vez que nos tumben
nosotros
los nadies
volveremos a levantarnos.
Con la estupidez acerada
del que defiende el derecho a la sonrisa sin tarifas.
Con la testaruda costumbre de bailar en el barro
y el vicio tan humano de abrazarnos.
Ellos.
No podrán amordazar
aunque lo intenten
todos los silencios estridentes
que anuncian su final más
que el más fuerte de los gritos.
Hasta que 1 día
donde alguien sangre
o llore de alegría
nazca 1 flor
que no podrán cortar
con sables
ni decretos.
Y ahí florecerá
su primera agonía.
Y su última derrota..
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