martes, 20 de agosto de 2013

Porque miente la razón


Tocaste a mi timbre
con los ojos poblados de poemas
que dolían.

Y me dije: cuidado compañero,
ya sabes que tu debilidad
son las sonrisas de las muchachas tristes.

Fingí normalidad
hablé de más
como hago cuando quiero
parar el tiempo en unos labios.

En mi catálogo mental
de peligros a evitar
te marqué con tripe equis
que resultó premonitoria.

Y me prometí no entrar
más que en tus versos.

Para que veas
lo que duran las promesas
formuladas contra el viento.

El resto sería banal
si no fuera extraordinario
como todo lo que ocurre
porque miente la razón
cuando la piel es cierta.

Y aquí estoy
mientras te espero inédita
desnudándote en palabras
que no caben en micropoemas.

Tus miedos
son los que te hacen las maletas.

Los míos se evaporan cuando alargas
la primera vocal de mi nombre
como un feliz grito de guerra.

Tanta gente me ha leído
los ojos
las venas
y hasta las letras

y sólo tú supiste ver
lo que me asustan las macetas.

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