Autopsia social
por Laura Muñoz (texto) /Fotografía de Pablo Álvarez Mendivil.
El torturador arrepentido de Carlos Salem. Editorial Talentura, 2011. 136 pp., 13 euros.
El torturador arrepentido es una de las últimas publicaciones de Carlos Salem, su primera obra de teatro que ha sido representada en la Sala de Cincòmonos Espai d’Art de Barcelona por la compañía Brétema Teatro.
Tras su lectura entra una necesidad frenética de contar a todo el mundo lo que pasó, lo que ocurre ahora en una sociedad que empieza a oler fatal.
Julio y Jorge Luis.
El adolescente y el adulto.
1979 y 2000.
Argentina y España.
Dos almas en un solo cuerpo y muchas preguntas: ¿Tiene un torturador sentimientos? ¿Se arrepiente? ¿Puede amar a alguien? ¿Extraña a alguien?
En medio de este lío, Carlos Salem desatando nudos.
A través de la rabia de lo vivido y un encabronamiento importante, Salem nos acerca a las experiencias de la lucha contra el sistema establecido de una Argentina corrupta e infecta que, ahora, podríamos ubicar en casi cualquier sitio del planeta.
El protagonista, la goma-2 al mezclar Julio-Jorge Luis, llena la estancia de dolor mientras el olor a podrido, ante un posible engaño, atora el resto de sentidos; la traición pide paso a cada rato y el planteamiento de si debe olvidar o dar paso a la venganza sobrevuela el ambiente en cada una de las bajadas de telón.
Julio permanece en una celda a la espera de un sonido: la puerta que se abre y da paso a Lobo Morales que, probablemente, le torturará; la vibración de la picana que se acerca; golpes que le avisen que al otro lado de la pared sigue habiendo vida.
Siempre esperando.
Una tela tapa su cabeza, no le deja ver. Sonidos, sólo eso. Intensos, sentidos y culpables del crecimiento de su rabia interna, de la furia contenida de vivir conteniendo las ganas de pelea. Una cama es el mobiliario, tres golpes su esperanza. Al otro lado de la pared, el amor de su vida. En su orilla, la incertidumbre del maltrato al que puede estar siendo sometida la que cree LA mujer. Primer brote de venganza.
El adolescente se olvida de sí mismo y se convierte en otra persona en busca de justicia pero, ¿será capaz de convertirse en el torturador que le hizo mutar de una persona a otra para darle al castigador lo suyo? ¿Podrá obligarse a matar el impulso de venganza y empezar de cero una vida feliz que merece?
Carlos Salem, a través de los actos que componen esta obra teatral, nos conduce en el tiempo y el espacio para desnudar la hipocresía de una sociedad que, aún disfrazada, convive con nosotros. Una obra con un sistema inmune propio y completo: impunidad, memoria, justicia, añoranza, culpa.
Sin duda, El torturador arrepentido es la autopsia dramática del monstruo social creado por el mecanismo individual que estábamos esperando leer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario