David González / Aviondepapel.tv
La poesía se aleja del ostracismo al que lo somete el mercado editorial y busca su público en otros territorios. Los recitales poéticos del circuito de salas nocturnas de Madrid, la fusión de poemas con música o danza, incluso el activismo con lecturas benéficas se presentan como las alternativas de visibilidad para jóvenes y reconocidos poetas.
La poesía se retrata en España como un género menor. Pocas editoriales especializadas y pocos lectores. No en vano, las tiradas de libros de poemas son reducidas, las ventas apenas alcanzan los 100 ejemplares y ser un superventas implica haber vendido tan sólo un millar de libros. Pero todo esto no son más que números. Los poetas prefieren los versos. ¿Dónde está entonces la oferta para los amantes de la poesía?
“En los últimos tres años se han multiplicado los recitales poéticos en Madrid. Hay días en que pueden llegar a diez y es raro que en una semana no se convoque una docena. Antes, había circuitos en los que podías recitar si eras un autor conocido o como poeta invitado. Ya no. Ahora, muchos autores con su primer libro o con poemas inéditos que están participando en estos actos y llenando locales pequeños”, asegura el escritor y poeta Carlos Salem.
Muchas son ya las salas nocturnas madrileñas que convocan periódicamente reuniones poéticas, desde aquellas pioneras jam sessions del Bukoswski Bar en Malasaña, a los ciclos del café Libertad 8 del barrio de Chueca o de la Asociación Cultural Pipo en Lavapiés, por citar nombres. Sin embargo, la fusión de versos con otras artes también tiene su reclamo.
Recientemente, la sala Galileo de Madrid aunó en el Festival Acróbatas a cantautores y poetas, en una noche de música y versos. El cantautor Eduardo Aute y el poeta Luis García Montero, el músico Pancho Varona y el escritor Felipe Benítez Reyes compartieron escenario con otros jóvenes artistas durante los cinco días que duró el evento.
“Mucha gente tiene miedo a la poesía porque la asocia con algo muy solemne que se celebra en bibliotecas o ateneos. Hacer recitales en espacios donde te puedas tomar también una copa, escuchar música o mezclar poemas con otras artes es atractivo y atrae más público”, dice la poeta Verónica Aranda.
Por contra, Carlos Salem recuerda que tampoco hay que perder la esencia del acto poético: “Todo lo que aporte expresividad es bueno, pero siempre que no se pierda lo de un poeta alrededor de una hoguera contando lo que le duele, para que los que vengan detrás también puedan contar su propio dolor”.
Sesiones de poesía en “hora golfa”, recitales improvisados o poesía fusión aparecen ahora como la mecha que prende esa hoguera de la que habla Salem; pero también la llama arde por otros motivos: los recitales benéficos o de acción social y cultural.
“Hay colectivos de poetas muy activos que arrastran bastante público en sus convocatorias. Sí es verdad que existe un boom de oferta de poesía, entre presentaciones recitales y actos que combinan también poemas y activismo”, recuerda el poeta Francisco Cenamor
Precisamente Cenamor organizó hace unas semanas un recital en Madrid de poesía erótica con siete poetas que se citaron en el lougue bar erótico Consentido. La convocatoria era para recaudar fondos. Parte del precio de la entrada y la venta de libros firmados por los autores se destinaron a favor de Hetaria, asociación que defiende el derecho de las personas que ejercen la prostitución. El éxito de público hará que esta primera experiencia se convierta en ciclo mensual.
“Todos estos recitales no son sólo actos poéticos ni literarios, sino reuniones que tienen que ver con las personas. ¿Y no son las personas lo que importa en la poesía?”, finaliza Carlos Salem.
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1 comentario:
buenas lineas siiiii
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