David Torres
“No hay nada más triste que un ganador que se lo crea”
David Torres (Madrid, 1966), a punto de embarcarse para la Semana Negra de Gijón que empieza mañana, ha regresado al género con Niños de Tiza (Algaida, 2008), que protagoniza Roberto Esteban, personaje del que admite haberse encariñado. Una oscura historia en dos tiempos: el Madrid de los niños de la Transición y el actual, “triturado” por el boom inmobiliario.
Pregunta: Mañana se embarca en la Semana Negra de Gijón, con casi un centenar de autores españoles ¿de verdad el género negro da para tanto?
Respuesta: Pues quizá seamos muchos negros, sí. Pero cuantos más seamos, más nos reiremos.
P: Seguro, pero ¿qué tal salud tiene la novela negra?
R: Bueno, no soy un experto, pero creo que desde González Ledesma a Andreu Martín, pasando por Lorenzo Silva, hay un buen puñado de buenos maestros. Y no dejan de aparecer nuevas voces como Mercedes Castro o Carlos Salem.
P: Si se escribiese en Gijón un crimen, ¿sería el asesino, la víctima o el detective?
R: La víctima no. Nunca me ha gustado el victimismo. Para asesino y para detective me faltan cualidades.
P: ¿Quiénes son, a su juicio, los maestros actuales?
R: Henning Mankell, Lawrence Block, pero mi favorito es Ian Rankin. Creo que el inspector Rebus es uno de los grandes personajes de nuestro tiempo.
P: ¿Qué tiene Rankin que no tengan los demás ?
R: Rebus tiene el olor de las calles, el dolor humano, el ruido de las viejas canciones de rock que resuenan en su cabeza y en la radio de su coche a medida que se adentra en las tinieblas del corazon humano, el sabor de la cerveza amarga escocesa y el humo de esos cigarrillos que ahora hay que fumar a escondidas.
P: Usted mismo acaba de publicar Niños de Tiza, una historia bastante negra. ¿Cómo ha resultado esta visita a la infancia? ¿Dura, grata, nostálgica…?
R: De todo un poco, pero sobre todo hubo nostalgia. Pasa igual que en los sueños: es curioso la cantidad de detalles que recuerdas que ya creías haber olvidado. Ir escribiendo la novela fue como colocar un viejo disco de baquelita en el plato y oír resucitada toda aquella vieja música, todas aquellas canciones.
P: Cuenta en su novela la historia apenas narrada de “los últimos niños de las calles” los que jugaban en barrios obreros de Madrid durante la Transición. ¿Están vacías esas calles?
R: Yo las veo desiertas. Creo que los chavales de hoy se dedican a otros juegos, como es su obligación. Son hijos de su tiempo y nosotros del nuestro: quizá la última generación que creció en las calles.
P: El Chapas, el Lenteja, Musgo… En su historia el mote adjetiva pero también parece determinar la personalidad, ¿no es cierto?
R: En mi barrio, en los colegios donde estudié, había verdaderos maestros del mote. Me encanta Musgo: un tipo alfombrado de pelo y al que le sudan las manos. Como el nombre, como el apellido, el mote acaba imprimiendo una dirección semántica. Ya sabía San Juan que en el principio era el verbo.
P: “Básicamente, la infancia es un pollito de colores”, escribe, una fugaz ilusión, una estafa. ¿Resulta insuperable el Perdedor como personaje literario?
R: Perdedores somos todos. Más pronto o más tarde todos acabamos por encontrar nuestro pollito de colores transmutado en un feo gallináceo y entonces besamos la lona. No conozco nada más triste que un ganador que se lo crea.
P: ¿Se puede hablar de aquella generación, que es la suya, como de una “generación perdida” por el caballo, la reconversión, el fracaso, el desencanto…?
R: No se olvide del paro. Nosotros fuimos la primera generación del fantasma del paro. Y también la primera que aparcó los ideales utópicos de nuestros padres y nuestros hermanos mayores, para refugiarse en el escepticismo. La primera que comprendió que todos los grandes ismos políticos del siglo XX (fascismo, nazismo, comunismo) no eran más que sanguinarias versiones del Titanic.
P:. Definitivamente, parece haberle cogido cariño al personaje de Roberto Esteban que ya protagonizó El gran silencio, ¿no?
R: Sí, me cae bien Esteban. Tiene cosas que yo quisiera ser y otras que no tienen nada que ver conmigo, pero fundamentalmente creo que es un buen tipo. Un “malo bueno” en una época en la que lo que abunda son los “buenos malos”.
P: ¿Cómo se siente más a gusto tiza en ristre, con el periodismo o con la novela?
R: Con la novela. Yo soy maratoniano por definición. Me gustan las largas distancias.
P: Usted es un narrador de historias a la usanza clásica: ¿qué opina de la corriente literaria actual que apuesta por el fragmentarismo y por recoger el influjo radical de las nuevas tecnologías?
R: Leí Nocilla Dream
mucho antes de que el libro se hiciera famoso. Asistí a su repentino éxito con alegría (Agustín es amigo mío), un poco de envidia (hay que ser sinceros) y sobre todo estupor, porque la novela es realmente buena. Ahora bien, aunque el proyecto Nocilla narrativamente es muy interesante, creo que toda la parafernalia crítica y poética que se ha montado en torno a ella está equivocada por la base. Nada se pasa de moda más rápido que la moda.
Daniel ARJONA
http://www.elcultural.es/HTML/20080710/Letras/Letras23570.asp
2 comentarios:
Carlos, estoy muy contenta con la noticia. Ya puedes mover la melena al viento y decir "Porque yo lo valgo". Eres un monstruo.
la neta, no sé como madres di con tu blog, pero al leerlo me convenció demasiado.
cámara, espero que puedas darte una vuleta por el mio (www.elsobacodemihermana.blogspot.com) y si puedes descargues nuestro fanzine desde www.cocainazine.blogspot.com
va, un saludo desde la ciudad de méxico.
israel
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