domingo, 14 de marzo de 2010

Mujeres con gato (VII)



Si Ícaro lo hubiera sabido...

Cuando un viaje te aleja, por unos días, de una mujer con gato, al volver confundes la vibración de los motores del avión con el ronroneo con el que tal vez ella te de la bienvenida, y asocias las turbulencias con esos cambios de estado de ánimo, tan suyos, que has llegado a extrañar.
En realidad, frecuentar los tejados de una mujer con gato se parece a viajar en avión: en ambos casos, estamos hablando de volar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy súper enganchada a las mujeres con gato.
Supongo que es una especie de identificación absurda (como la que nos pasa a todas las mujeres con la Maga de Cortázar, por ejemplo) pero me deja un rato pensando después de leerlos... GRacias!

Rocío.

Danilac dijo...

Rocío tiene razón. Son estupendos estos textos.